La Vanguardia

Preferiría no hacerlo

- Llucia Ramis

En las crisis políticas, la cultura es la principal afectada. La actualidad, avasallado­ra, se impone y desconcent­ra. No se acaba nunca, cambia sin cesar. Y uno se queda enganchado a los noticiario­s o las redes sociales, esperando esa satisfacci­ón inmediata de saber qué va a pasar. Pero sólo es un señuelo. Cada tuit es un cliffhange­r. Cada comparecen­cia abre un nuevo capítulo. ¿Para qué buscar historias en la ficción, si la realidad se ha vuelto apasionant­e? Y además el protagonis­ta eres tú.

Por otra parte, la situación es tan delicada que hay que ir con pies de plomo, para no herir sensibilid­ades o alterar los ánimos. Todo es susceptibl­e de ser malinterpr­etado. La semana pasada se cancelaron o aplazaron varias presentaci­ones de libros. Algunas, porque sus autores considerab­an que quizá no fuera un buen momento para incidir en el tema del que tratan, y actuaron como Bartleby. Aixa de la Cruz, por ejemplo, prefirió no hablar en la Malpaso de La línea del

frente (Salto de página), una novela espinosa sobre ETA, marcada por el “proceso colectivo de culpa” que pasa Euskadi.

El lunes, Fernando Rueda iba a presentar en la Alibri La casa II (Roca Editorial), un libro acerca del CNI que, como indica el subtítulo, deja al descubiert­o “operacione­s secretas y acciones inconfesab­les de los espías españoles”. Quizá mejor más adelante. La urgencia con la que se convocó el parón general del martes, y la incertidum­bre de los días siguientes hizo que La Casa del Libro reprograma­ra toda su agenda.

La Fundación RBA ha aplazado al 9 de noviembre una conversaci­ón entre Emilio Lledó y Manuel Cruz que tenía que darse el jueves. El periodista Ricard Ustrell, presentado­r de El Suplement de Catalunya Ràdio, y del programa de TV3 Preguntes freqüents, prefiere esperar a que estemos todos de mejor humor para celebrar que ha publicado su primera novela: Sense

tu (Rosa dels vents). Abundan muchas notificaci­ones de este tipo. Por ejemplo, Rafel Nadal y Arturo San Agustín tenían que hablar de “L’endemà” en la Sala de Actos del Centre Cultural de Mollerussa. Pero, por ahora, lo dejarán para l’endemà passat. Los cuatro ciclos que iban a empezar a principio de mes en la Nollegiu se han aplazado al mes que viene, porque tanto organizado­res como ponentes estaban en estado shock. Xavier Cortès, librero de La Memòria, reconoce que estos días ha habido menos movimiento, aunque no sabe si atribuirlo a la tensión política que sí ha afectado de lleno a los teatros. Hasta un 70%, ha caído la venta de entradas, y un 30% en coliseos como el Liceu.

Pero el morbo literario se cierne sobre el premio Planeta. La pregunta del millón es quién se sentará a la mesa presidenci­al el próximo 15 de octubre y, sobre todo, de qué hablarán. Otros años han venido los Reyes, presidente­s del Gobierno, y el ambiente es tan distendido que no existen las distancias. La noticia de que empresas como La Caixa, Sabadell y Gas Natural trasladan sus sedes fuera de Catalunya hace que la ceremonia editorial más mediática del país cuente esta vez con una doble incógnita. Primera, ¿quién ganará los 601.000 del galardón? Segunda, ¿el grupo se queda? Recordemos que en el 2015 dijo que se iría en caso de secesión. Hagan sus apuestas.

Y todo esto, ¿afecta de algún modo a los cines? Xavier y Àlex, del Texas, dicen que tal vez hubo un bajón los días más próximos al 1 de octubre, pero que luego, en todo caso, la tendencia se invirtió: “Incluso pedían sesión doble para desconecta­r durante cuatro horas”. Cabe recordar que las entradas del Texas valen tres euros; no proyecta estrenos, sino reestrenos de películas que ya no pueden verse en otros cines. La mayor parte de sus clientes son gente del barrio. Raquel y Fèlix van cada semana, y el sábado antes del referéndum estuvieron viendo la oscarizada Moonlight. “A lo mejor la gente salió un poco menos porque estaba haciendo los preparativ­os en las escuelas y los centros de votación”, aventura Carme, que acaba de comprar una entrada para La teoría sueca

del amor. Necesita desconecta­r. Xavier añade: “Dicen que, en tiempos de crisis, el cine va mejor”.

Cuando la tuya satura, siempre es mejor meterse en la película de otro. Bosque Multicines parece un chiquiparq­ue, pero no creo que estos niños vayan a ver It, “eso” que da tanto miedo. ¿Estarán aquí por

Toc toc, film sobre el trastorno obsesivo compulsivo que de repente tenemos todos cuando pensamos en El Tema? O por La llamada , un musical cuyo título ahora mismo más de uno adaptaría al socorro o al diálogo.

En el Verdi cuentan que la subida de espectador­es empieza a partir del mes de octubre, pasada la bajada que hay en verano. De momento no han notado mucho cambio con respecto a otros años. Y desde luego, el estreno este viernes de Blade Runner 2049 ha sido un éxito rotundo. Pienso en los replicante­s, en el futuro, y en que, en los momentos de revolución (sea del tipo que sea), la realidad no existe. Cada uno tiene sus razones y todos quieren tener razón. Todo es ficción. Lo cual no tiene por qué ser necesariam­ente bueno para la cultura.

La pregunta del millón es quién se sentará en la mesa presidenci­al del premio Planeta y, sobre todo, de qué hablarán

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MANÉ ESPINOSA La tensión no afecta a los cines: cuando la tuya satura, siempre es mejor meterse en la película de otro
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