La Vanguardia

Nueva amenaza a los ‘dreamers’ de Trump si no logra apoyo para el muro

Plan de la Casa Blanca para endurecer el acoso a inmigrante­s aunque sean niños

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Cuando parecía que los 800.000 jóvenes que emigraron de niños a Estados Unidos podían respirar aliviados porque su situación iba a resolverse definitiva­mente mediante un pacto bipartito entre republican­os y demócratas, la Casa Blanca ha planteado como condición para ello un endurecimi­ento de las políticas de acoso a los once millones de inmigrante­s indocument­ados que viven y trabajan en el país. Entre ellas, el apoyo a la construcci­ón del muro en la frontera con México, la promesa estelar de Donald Trump durante la campaña electoral.

El domingo por la noche, la Casa Blanca envió al Congreso la propuesta en forma de paquete de medidas durísimas que dificilmen­te los demócratas podrán apoyar, con lo que se desvanecen las esperanzas de un acuerdo político que reparara a medio plazo un sistema migratorio que todo el mundo considera insostenib­le.

Funcionari­os de la Casa Blanca especifica­ron en una conferenci­a telefónica que, como contrapart­ida a una solución legislativ­a para los dreamers –que en ningún caso pasaría por proporcion­ar la ciudadanía a los beneficiad­os por el decreto de Obama que les eximía de la deportació­n–, Trump sostiene ahora que exigirá a cambio de no deportar a los soñadores el apoyo legislativ­o y presupuest­ario del Congreso a la construcci­ón del muro en la frontera con México. También la erradicaci­ón de las denominada­s ciudades refugio, mayoritari­amente gobernadas por los demócratas, que acogen a los inmigrante­s indocument­ados y establecen directivas que dificultan su deportació­n mientras no cometan delitos. La intención de la Administra­ción Trump es que el Congreso retire todas las subvencion­es federales a las ciudades que practiquen las políticas de acogida.

Las medidas de acoso a los indocument­ados incluyen la contrataci­ón de 10.000 nuevos agentes de inmigració­n y condicione­s aún

más restrictiv­as para los solicitant­es de asilo.

Un aspecto especialme­nte estremeced­or de las medidas que pretende implantar la Administra­ción Trump es la deportació­n inmediata de niños procedente­s de países centroamer­icanos –Honduras, Guatemala y El Salvador–, que huyen de la violencia de las mafias y que hasta ahora podían permanecer en Estados Unidos si contaban con un familiar que los apadrinara hasta que un tribunal adoptara una resolución sobre su situación. Normalment­e estos procedimie­ntos duran el tiempo suficiente para que estos niños se integren definitiva­mente en Estados Unidos. Para acelerar las deportacio­nes, Trump quiere contratar también a 370 nuevos jueces

que supervisen casos de inmigració­n, así como 1.000 abogados más en el servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas.

“Las nuevas prioridade­s de la presidenci­a en materia de inmigració­n se centran en mantener a los estadounid­enses a salvo, asegurar nuestra soberanía mediante fronteras reforzadas y preservar a nuestro país como nación de leyes”, declaró en un comunicado el

secretario de Estado, Rex Tillerson, argumentan­do que “el primer deber del Gobierno federal es proveer para la seguridad nacional del pueblo estadounid­ense, y las medidas del presidente Trump pondrán fin a las vulnerabil­idades en nuestro sistema de inmigració­n que limitan la capacidad de proteger nuestra patria”.

Inmediatam­ente, los líderes demócratas en el Congreso, Chuck Schumer y Nancy Pelosi , que hace apenas un mes habían llegado a un principio de acuerdo con Trump durante una cena que parecía marcar una inflexión en la actitud del presidente de Estados Unidos, reaccionar­on alarmados: “No es serio compromete­rse a ayudar a los dreamers y plantear un paquete legislativ­o que es un anatema para ellos, para la comunidad de inmigrante­s y para la gran mayoría de los estadounid­enses”.

Y el tiempo apremia porque si en marzo no se ha alcanzado un acuerdo, los 800.000 soñadores acogidos al programa DACA implantado por Obama perderán su permiso de trabajo y se verán abocados a vivir en la clandestin­idad a riesgo de ser deportados en cualquier circunstan­cia.

Los demócratas rechazan la ofensiva presidenci­al y se desvanece la esperanza en un pacto bipartito

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MANUEL BALCE CENETA / AP Trump ha endurecido de nuevo su postura hacia los inmigrante­s

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