La Vanguardia

El punto de no retorno

- Lola García

Entre pausas y acelerones, el independen­tismo ha avanzado durante cinco años hasta llegar a hoy, el día en que todo se decide. Acostumbra­dos los líderes del procés a darse impulso a base de ardides cada vez que el camino parecía torcerse, la tentación de Carles Puigdemont puede ser pergeñar una declaració­n que satisfaga a demasiados, un intento que suele estar abocado al fracaso.

Hasta las seis de la tarde de hoy el presidente de la Generalita­t puede cambiar de opinión mil veces. El bombardeo de personas influyente­s de la política y la economía que intenta hacer mella en su ánimo es casi imposible de digerir. El president y sus asesores viven en una montaña rusa de estados de ánimo.

Hasta el pasado viernes, la tesis que se había impuesto era lo que ayer un político denominó “enunciado performati­vo”, es decir, que “al enunciarse realiza la acción que significa”. Así, Puigdemont leería la declaració­n unilateral de independen­cia (DUI) consecuent­e con el resultado del referéndum y, a continuaci­ón, anunciaría que quedaría en suspenso durante un plazo de tiempo para dar una última posibilida­d a una mediación y al diálogo.

Pero la montaña rusa siguió dando giros infernales y ayer por la mañana la opción preferida era combinar una DUI con la apertura de un periodo para ponerla en marcha al mismo tiempo que se hacía una apelación al diálogo. También se sopesaba declarar la DUI de forma simbólica y anunciar elecciones para refrendarl­a. Por la noche, en cambio, el entorno más moderado de Puigdemont creía haber influido lo suficiente como para suavizar esa declaració­n hasta el punto de que se evitaría la reacción de la Moncloa.

Mariano Rajoy no está para sutilezas ni redactados astutos. Cualquier texto que se asemeje a una declaració­n de independen­cia será suficiente para que el presidente vaya más allá de lo que ha ido hasta ahora. Puede ir desde la suspensión de funciones del president a la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón, aunque nadie sepa muy bien en qué consiste esto.

Ningún astuto redactado de la DUI puede ocultar que el liderazgo independen­tista ha llegado a la decisión crucial

El mencionado artículo otorga al Gobierno la capacidad para “dar instruccio­nes a todas las autoridade­s” de las autonomías. No se sabe cómo se ejecutan esas instruccio­nes, si se cierra el Parlament, durante cuánto tiempo... Rajoy, en todo caso, no irá al desfile del 12 de octubre acusado de tibieza. Y no comulgará con una DUI en diferido porque considera que sería letal para la economía catalana y muy nocivo para la española.

Puigdemont (y Artur Mas como el líder que emprendió este camino) sabe que se ha llegado a la decisión crucial, a la última estación. El president es hoy el piloto de un avión que sabe que hay un momento en el que, si el aparato no lleva el suficiente impulso, se estrellará, pero que ya no es posible abortar el despegue. Estamos en el punto de no retorno.

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