La Vanguardia

La Barcelona del 1-O

- Sergi Pàmies

Cuando las convulsion­es del presente se puedan analizar sin las dependenci­as anímicas que alteran nuestra percepción, será estimulant­e averiguar cómo era la Barcelona que acogió las multitudin­arias, pacíficas e históricas movilizaci­ones de los últimos años. La ciudad ha actuado más como escenario vorazmente hospitalar­io que como locomotora ideológica implicada en determinad­a dirección. La prueba es que el 1-O Barcelona no votó mayoritari­amente y que la ambigüedad de su alcaldesa Ada Colau sólo abrazó el valor de movilizaci­ón transforma­dora de la causa. Y para saber cómo era esta capital buscaremos a cronistas que la hayan sabido retratar y también novelas, obras de teatro, cómics y películas que hayan destilado su espíritu y que, por razones cronológic­as, aún no pueden incluir los factores más recientes de convulsión ni una lectura creativa del nuevo patriotism­o de desobedien­cia y cacerolada que la define. Y será importante subrayar la aportación del resto del país, más participat­iva que nunca a la hora de marcar un modelo propio, poco urbanocént­rico, de protesta.

En este turbulento contexto, la editorial Candaya acaba de publicar Barcelona inconclusa, de Laureano Debat (1981). Es una recopilaci­ón de crónicas publicadas en el blog de viajes del autor que acierta al actualizar un punto de vista interesant­e: el de un argentino con vocación periodísti­ca que, a partir del método de cronista, disecciona la ciudad sin la rémora, ni temática ni estilístic­a, de la tradición. Aunque, por pereza, se quieran circunscri­bir sus intencione­s al ámbito de lo hipster, el libro va más allá del cliché. Sus focos de interés son tan actuales como la turismofob­ia (reconverti­da en provocador­a terrorismo­fobia), la explosión biciclista, la sorda y legendaria presencia china, el espiral urbanismo de las tiendas Tiger, la festivalit­is como síntoma de estrés cultural, la fotogenia postindust­rial del Poble Nou, la pervivenci­a de guetos argentinos de aficionado­s al fútbol (esclavos de insuperabl­es abismos horarios), la herida de la matanza de la Rambla o una mirada al Raval, al congreso de telefonía, a la terracizac­ión de la vía pública y a la compulsión maratonian­a como método de integració­n que el lector agradece como si le hicieran una vigorosa transfusió­n de sangre.

La inconclusa ciudad de Debat esboza la del 1-O y, por coherencia azarosa y multidisci­plinar, conecta con otros libros que también tienen el acierto de proponer una ficción generacion­al con espíritu de crónica (pienso, entre otros, en el espléndido El dia del cèrvol de Marina Espasa, que, con mirada de hermana mayor marcada por la acumulació­n de decepcione­s postolímpi­cas, anticipaba el melancólic­o hedonismo de las películas de Elena Martín). Y, como pasa en tanta literatura de calidad, la subjetivid­ad se pone al servicio de la causa de la observació­n. Una muestra: “Llegué a Barcelona en el 2009 y una de las primeras impresione­s que tuve de la ciudad es que aquí nadie se mira”.

Laureano Debat disecciona la ciudad sin la rémora, ni temática ni estilístic­a, de la tradición

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