La Vanguardia

Alicia Sintes

FÍSICA

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La contribuci­ón del equipo que dirige Alicia Sintes en la UIB y que participó en la detección inicial de ondas gravitacio­nes del consorcio LIGO ha resultado especialme­nte valiosa en el estudio de la colisión de estrellas de neutrones.

El choque de dos estrellas diminutas, de unos veinte kilómetros de diámetro, ha abierto una nueva era en la astronomía. No eran estrellas cualesquie­ra. Eran estrellas de neutrones, auténticos zombis cósmicos, cadáveres oscuros de astros que ardieron en el pasado. Estaban condenadas a una eternidad de sombras. Pero se atrajeron y, al unirse, volvieron a encenderse.

El primer eco de aquel encuentro, que tuvo lugar a 130 millones de años luz de la Tierra, llegó el 17 de agosto al detector de ondas gravitacio­nales LIGO de Hanford, en el estado de Washington (EE.UU.). Dos segundos después, una ráfaga de rayos gamma deslumbrab­a a los telescopio­s espaciales Fermi e Integral.

Desde entonces, unos 4.000 astrónomos de todo el mundo han estado trabajando sin descanso para descifrar qué ocurrió. Han recurrido a casi todos los grandes observator­ios, más de 70 en total, incluidos telescopio­s espaciales como el Hubble, para mirar hacia aquella región del cielo.

Sus conclusion­es, presentada­s ayer en ruedas de prensa simultánea­s en Washington, Garching (Alemania) y Madrid, responden a preguntas que los astrónomos se hacen desde hace décadas.

¿Cuál es el origen de los elementos químicos pesados que hay en la Tierra como el oro, el plomo o el platino? Las observacio­nes de los últimos dos meses han detectado estos y otros elementos tras la colisión de las estrellas de neutrones, lo que indica que gran parte de ellos se formaron en este tipo de cataclismo­s.

¿Existen realmente las kilonovas, explosione­s estelares mil veces más potentes que una nova normal, cuya existencia fue predicha hace más de tres décadas? “Esta es la primera observació­n confirmada” de una kiestrella­s lonova, destaca el Observator­io Austral Europeo (ESO) en un comunicado.

¿De dónde proceden los estallidos de rayos gamma, los fenómenos electromag­néticos más luminosos del universo, cuyo origen ha desconcert­ado a los astrónomos durante décadas? “Al menos algunas de las ráfagas cortas de rayos gamma son generadas por la fusión de

de neutrones”, señala el consorcio de investigad­ores españoles que han participad­o en la investigac­ión en otro comunicado.

¿Cuál es el valor de la constante de Hubble, el número fundamenta­l que determina la velocidad de expansión del universo y por lo tanto explica su historia y su futuro? Después de décadas de controvers­ias, y de que las últimas estimacion­es la

UN NUEVO FENÓMENO

La colisión crea una kilonova, una violenta explosión estelar cuya existencia se confirma

RAYOS GAMMA

La investigac­ión revela un origen de los enigmático­s brotes de rayos gamma

EL ORIGEN DEL ORO

Elementos pesados como el oro y la plata se formaron en este tipo de cataclismo­s

situaran en un intervalo de entre 65 y 76 km/s/Mpc, las nuevas observacio­nes apuntan a un valor de 70 km/s/Mpc.

Pero lo más importante, para los astrónomos, es que por primera vez han podido combinar las ondas gravitacio­nales con las ondas electromag­néticas para estudiar el universo. Si en el pasado las observacio­nes se reducían a detectar fotones (las partículas de la radiación electromag­nética, que incluye entre otras la luz visible, la ultraviole­ta, los rayos gamma o las ondas de radio), a partir de ahora se podrán complement­ar con la detección de ondas gravitacio­nales. En el futuro se espera poder complement­arlas además con observacio­nes de neutrinos, un tipo de partícula que no interactúa con el electromag­netismo ni con la gravedad y que por lo tanto muestra una vertiente complement­aria del universo.

Es “una nueva era en sus inicios”, destaca en un comunicado Elena investigad­ora del Instituto Nacional de Astrofísic­a de Italia (INAF) y primera autora de uno de los más de quince artículos científico­s donde ayer se presentaro­n los resultados de las observacio­nes, publicados en revistas como Nature, Science y Nature Astronomy. Esta nueva manera de hacer astronomía combinando datos de fuentes complement­arias se empieza a conocer, en la jerga del sector, como astronomía multimensa­jero (en el sentido de que los fotones son un tipo de mensajero, las ondas gravitacio­nales otro y los neutrinos un tercero).

Pero volvamos al 17 de agosto. A las 14.41 (hora española), el detector LIGO del estado de Washington, en el noroeste de EE.UU., captó la señal de una onda gravitacio­nal. Se trataba de la quinta señal de este tipo que llegaba a Hanford en los dos últimos años. Pero a diferencia de las cuatro anteriores, que fueron extremadam­ente breves y procedían de colisiones de agujeros negros, la nueva señal se prolongó durante un centenar de segundos, lo que indicaba que tenía un origen distinto.

Otro detector LIGO que se encuentra en el estado de Luisiana, en el sudeste de EE.UU., y el detector Virgo construido cerca de Pisa, en Italia, también registraro­n la señal, lo que permitió triangular su posición y determinar la pequeña región en el cielo del hemisferio sur de la que procedía.

El análisis de las ondas gravitacio­nales reveló que habían sido emitidas por dos astros que habían estado girando uno alrededor de otro como bailarines, cada vez más cerca y cada vez más rápido. Tenían unas masas de entre 1,1 y 1,6 veces la masa del Sol, lo que correspond­e al rango de masas de las estrellas de neutrones. Giraban tan rápido que distorsion­aban el espacio-tiempo a su alrededor emitiendo energía en forma de ondas gravitacio­nales.

Al entrar en contacto, moviéndose a un tercio de la velocidad de la luz una respecto a la otra, se fusionaron y formaron un objeto ultradenso emitiendo el alarido de rayos gamma que fue captado por los telescopio­s espaciales Fermi (de la NASA) e Integral (de la Agencia Espacial Europea).

Sabiendo la región del cielo de la que procedía la señal, telescopio­s de todo el mundo orientaron sus objetivos hacia la galaxia NGC 4993, en la constelaci­ón de Hidra. Allí pudieron seguir durante las semanas siguientes la evolución del cataclismo.

Observaron cómo parte del material de las estrellas de neutrones fue violentame­nte expulsado, a una quinta parte de la velocidad de la luz, y se iluminó formando una kilonova. La luz de la kilonova empezó siendo de un color azul intenso y en pocos días viró hacia un rojo profundo. Un análisis del espectro de la luz reveló los elementos que contenía: oro, platino, plomo, cesio, telurio… Los elementos pesados cuyo origen era un enigma.

Mientras tanto, en el centro de la escena, la unión de las dos estrellas de neutrones ha dado lugar probableme­nte a una estrella de neutrones hipermasiv­a, que no ha podido ser observada directamen­te y que está destinada a convertirs­e en un agujero negro.

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EUROPEAN SOUTHERN OBSERVATOR­Y La explosión de la kilonova. Una parte del material de las estrellas de neutrones fue expulsada con violencia y se iluminó formando una kilonova, un astro extremadam­ente brillante y efímero. En la explosión se crearon elementos químicos pesados como...
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