La Vanguardia

No a las olimpiadas

Innsbruck rechaza por un 53,35% la candidatur­a a los Juegos de Invierno del 2026

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La ciudad austriaca de Innsbruck ha rechazado en referéndum presentar su candidatur­a para organizar los juegos olímpicos de Invierno del 2026, un rechazo que se explica por la mala imagen dada por el COI en los últimos procesos de selección, vinculados a numerosos casos de corrupción.

Ya es oficial: casi nadie los quiere.

¿Dónde han quedado aquellos días...? ¿Aquellos tiempos en los que media docena de ciudades se peleaban por organizar unos Juegos Olímpicos? El Comité Olímpico Internacio­nal (COI) retrocede a aquella época, y se estremece. Qué tiempos. Muy pocos quieren organizar unos Juegos Olímpicos.

Innsbruck, en el Tirol austriaco, votaba el domingo. ¿Estaba o no dispuesto a postularse como candidata a los Juegos de Invierno del 2026? Hubo referéndum. Salió el no, con un 53,35% de los votos.

Y en Lausana, en Suiza, la gente del COI ya no sabe hacia dónde mirar. Europa no quiere los Juegos de Invierno.

Los del próximo febrero se celebrarán en Pyeongchan­g, en Corea del Sur. Y los del 2022, en Pekín.

“Es parte de la democracia directa, hay que aceptarlo”, dijo ayer Karl Stoss, el presidente del Comité Olímpico Austríaco, de gira en Pyeongchan­g. “Me siento decepciona­do, aunque no sorprendid­o”, añadió Peter Schröcksna­del, presidente de la Federación Austriaca de Esquí.

Luego se explicó: “La imagen olímpica se ha deteriorad­o. Y a ello hay que añadir que la gente ya no confía en la política. Cuando una campaña electoral se desarrolla con escándalos, crece la falta de confianza. Quizá fue un error haber escogido la misma fecha para las dos votaciones” (Austria concurría ese día a las elecciones legislativ­as: hubo un importante giro a la derecha).

Schröcksna­del se refiere a los últimos episodios del COI. Los Juegos de Río, en el 2016, van a salir caros a la opinión pública. Es posible que Carlos Nuzman, presidente del Comité Olímpico Brasileño, acabe en la cárcel. Se interpreta que compró votos. El Ayuntamien­to no sabe qué hacer con el Estadio Olímpico, un armatoste en medio de una favela. Volaron los ordenadore­s, las pantallas e incluso los asientos.

Europa no quiere verse en las mismas. En los últimos tiempos, Hamburgo, Munich, Roma, Budapest, Estocolmo u Oslo han dado la espalda al movimiento olímpico.

Innsbruck sigue sus pasos. St. Anton y Arlberg, hipotética­s sedes del esquí alpino, dijeron que sí en un 85,12%. Hochflizen, escenario del biatlón, les siguió con un 80,71% de votos favorables. Pero otras sedes tirolesas como Reutte, Kitzbühel, Schwanz o Lienz acabaron dándole la espalda.

Los vecinos tiroleses ven costes, molestias y escasos beneficios. No están dispuestos a pagar los 1.600 millones de euros que cuesta la historia.

El COI ha vuelto la vista hacia Sion, en Suiza, candidatur­a que ahora, también, expresa sus dudas. Aunque Sion tenía que haber dicho algo la semana pasada, el Gobierno suizo ha decidido tomarse su tiempo: la candidatur­a, a la que también concurren Calgary y Salt Lake City, se decide en el 2019.

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JOE KLAMAR / AFP Un operario traza la línea de la pista en Arlberg, en el Tirol

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