La Vanguardia

Las urnas y las armas

- Félix Flores

“El Irak post-Estado Islámico no será igual que antes”, decía a La Vanguardia el ministro de Asuntos Exteriores del gobierno regional kurdo, Falah Mustafa Bakir, el pasado mayo, cuando aún no había fecha para el referéndum de autodeterm­inación que acabó celebrándo­se el 25 de septiembre. Para entonces, se decía que los peshmergas habían incrementa­do en un 40% el territorio kurdo en la guerra contra los yihadistas. Y habían cavado trincheras. El ministro insistió en que no levantaría­n sus nuevas posiciones, ya que en el 2003 se habían retirado de su espacio natural por un pacto con Estados Unidos, que siempre ha jugado con promesas hacia el Kurdistán y con la idea de una división definitiva de Irak.

El modelo federal iraquí está enterrado, según la visión del Gobierno kurdo, y el problema es que ni suníes ni chiíes lo aceptan. Los kurdos observan, por otro lado, el peligroso avance de Irán, que maneja las milicias chiíes iraquíes de Movilizaci­ón Popular, y planteaban para una negociació­n posreferén­dum que se discutiera el futuro de territorio­s liberados por los peshmergas, como el de los yazidíes, que “podrían elegir su futuro”.

Los peshmergas irrumpiero­n en Kirkuk (y en los pozos de petróleo) en junio del 2014 mientras las tropas de Bagdad huían del Estado Islámico, y siguieron defendiénd­ola. Ahora el órdago de las urnas ha sido incluir a esta ciudad, habitada por kurdos, árabes y turcomanos, en un referéndum que –con una treintena de legaciones diplomátic­as en la capital kurda, Irbil– no es reconocido ni por los mejores aliados de los kurdos, los estadounid­enses, por muy no vinculante que sea. Washington no puede perder su ya menguada influencia en Bagdad porque eso beneficiar­ía a Irán.

El referéndum ha sido el gran pretexto de Bagdad para lanzar una ofensiva que no puede ser vista sino como el muy posible inicio de una nueva guerra porque las fuerzas de vanguardia han sido nada menos que las milicias chiíes. Y estas han servido para revelar una fractura kurda en dos sucesos recientes: los peshmergas leales al partido no independen­tista UPK, del fallecido presidente Talabani, cedían dos enclaves camino de Kirkuk a estas milicias, cuyo factótum es el general iraní Qasem Suleimani, el gran cerebro militar en Irak y Siria. Y Suleimani acudía a presentar sus respetos ante la tumba de Talabani. Los hombres de la UPK también han retrocedid­o en Kirkuk y ahora son tachados de “traidores”. En la partida iraquí sigue ganando Irán.

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