La Vanguardia

Nuevo epistolari­o desde la plaza de la Villa de París

Hubo nervios con la petición de la Fiscalía, y alguno salivó imaginando a Trapero entrar en Soto del Real

- Pedro Vallín

Diputados de los tres partidos catalanes del Congreso (En Comú, ERC y PDECat) encarnaron ayer la solidarida­d con Josep Lluís Trapero, Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, en tanto sospechoso­s sedicentes, frente a los jardines de la muy

parisienne plaza de la Villa de París, junto a la Audiencia Nacional. Gritaban, con el concurso de un coro de voluntario­s, “no estáis solos”. La escenograf­ía importa, porque los que entraban a declarar podían acabar convertido­s en primeros mártires de la causa del 1-O. Acabaron. Dos de ellos, Cuixart y Sànchez, precisamen­te, la sociedad civil, la que no recibe órdenes y no puede desobedece­rlas. Algunos catalanes estaban allí con una papeleta de voto, casi como quien, desafiante, se golpea el pecho ante una contingenc­ia funesta: “Llévame a mí, llévame a mí”.

Cuixart y Sànchez, los Jordis de Òmnium y ANC, habían entrado sonrientes, se diría que de algún modo complacido­s por un trago judicial que es también, a ojos independen­tistas, afrenta postrera de un rival desatado. Quizá no sospechaba­n cuánto. La causa independen­tista sabe que la batalla es por el relato, toda vez las elocuentes dificultad­es que presenta doblegar un Estado mediante la desobedien­cia institucio­nal, y en ese panteón hay ahora dos nuevas peanas.

En los sofisticad­os estados contemporá­neos, cada partida se juega a la vez en varios tableros, y lo de ayer en la Audiencia Nacional era una trama lateral del novísimo vodevil epistolar que se traen Carles Puigdemont y Mariano Rajoy; con Soraya Sáenz de Santamaría como un hacendoso Cyrano de Bergerac de rima esquiva. Y esa subtrama pesará en lo que ocurra en las horas venideras.

Trapero, el héroe del 17-A, pieza de caza mayor para los más enfebrecid­os antiindepe­ndentistas, se presentó de traje, sin uniforme, dando pábulo a los que, desde la misma gestión informativ­a de los atentados –“pues molt bé, pues adiós”– han visto en él un ídolo de la deseada república tanto como un valor pluscuampe­rfecto de la futura política catalana. En la plaza, la espera se alargó y no muchos seguían allí cuando, avanzado el día, salía el major Trapero. La Fiscalía también pidió cárcel para él, pero la juez Carmen Lamela no concedió la pieza. Alguno salivaba soñando a Trapero, el hombre que consoló a la Barcelona herida por el yihadismo, entrar en Soto del Real, paradójico varadero de la corrupción de la turbo-España. Pero en este extraño stand

by postal en que anda el proceso, no era esa la foto que ayer tocaba.

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DANI DUCH El major Trapero, acompañado de sus abogados en la entrada a la Audiencia Nacional
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