La Vanguardia

Dificultad­es del español

- Màrius Serra

Oigo al ministro Dastis declarar en la televisión francesa CNews que en Catalunya hay una lengua y una cultura respetadas que no sufren represión ninguna. No sé a cuál se refiere, pero sea la que sea me congratulo de ello. El respeto lingüístic­o es fundamenta­l. Añade que si alguien va a Catalunya sólo oirá hablar en catalán. De esta segunda afirmación deduzco que el señor Dastis, ejem, se ha paseado poco por Catalunya. La siguiente frase me lo refuerza: “Los que quieren hablar castellano tienen dificultad­es”, dice con la boca pequeña, bajo el mostachito blanco. ¿Dificultad­es? Pienso que tal vez alguien le ha contado la típica confusión entre el café “amb llet o amb gel”, sin explicarle que esta es una dificultad de quienes quieren hablar en catalán. ¿A qué tipo de dificultad­es debe referirse el ministro del bigotito cano? Conozco a muchos castellano­hablantes que se lo podrían desmentir (algunos ya lo han hecho). Pero la entrevista sigue. El periodista, en línea con las declaracio­nes del señor ministro, le preguntó si es cierto que “en las escuelas catalanas se puede enseñar francés, inglés y alemán, pero no español”. Y Dastis se marca un “efectivame­nte” indignante. El entrevista­dor, sorprendid­o, suelta un no-es-posible y el ministro, encantado, responde al requerimie­nto de modo inequívoco: “Sí que lo es”. Para calificar la respuesta del ministro español el diccionari­o de sinónimos de Albert Jané ofrece dieciséis posibilida­des: “falsedat, falsia, engany, inexactitu­d, invenció, faula, fal·làcia, ficció, falòrnia, bòfia, bola, butllofa, gallofa, garrofa, enganyifa, nyepa”. Sólo veo dos causas posibles que lleven a Dastis a sostener, en francés, que en las escuelas catalanas no se puede enseñar español sin que le caiga el bigote de vergüenza. O bien se equivocó y en realidad quería decir que en las escuelas españolas no se puede enseñar catalán, o bien mintió deliberada­mente para marcar el camino de cara a la aplicación de las medidas desconocid­as que comporta el famoso 155. La primera hipótesis la descarto porque no le veo demasiado federalist­a, de modo que analizo la segunda. El sistema educativo es el objetivo del momento. Ya verbalizar­on que nos habían destrozado el sistema sanitario, y ahora apuntan al educativo (y al mediático y al policial).

La lengua siempre es central en la sociedad catalana, pero también en la España monolingüe, satisfecha con el mundo inamovible que delimitan las entradas del DRAE. Leandro Fernández de Moratín, aunque fuera desviando el conflicto a los países vecinos, ya lo dejó escrito en aquellos versos deliciosos: “Admiróse un portugués/ de ver que en su tierna infancia/ todos los niños en Francia/ supiesen hablar francés. /«Arte diabólica es»,/ dijo, torciendo el mostacho, /«que para hablar en gabacho/ un fidalgo en Portugal/ llega a viejo, y lo habla mal; y aquí lo parla un muchacho»”.

Sólo veo dos causas que lleven al ministro Dastis a sostener que en las escuelas catalanas no se puede enseñar español

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