Contra la cronificación
El Banc dels Aliments cumple treinta años adaptándose a las nuevas necesidades de las personas sin recursos
Ahora hay 56 repartidos por toda España, pero hace 30 años fuimos el primero en nacer”, recuerda orgulloso Eduard Arruga, presidente de la Fundació Bancs dels Aliments de Barcelona, que ayer anunció que abandona su cargo después de una amplía trayectoria durante el acto de celebración del 30.o aniversario de la entidad. A lo largo de tres décadas, miles de personas en riesgo de exclusión social se han visto beneficiadas por su labor. Ahora, aunque parezca que la crisis económica atenúa, no piensan dejar de trabajar: “No llegamos a cubrir, ni mucho menos, lo que se necesita”, asegura su director Lluís Fatjó.
“Es cierto que el número de personas atendidas ha bajado, pero no de forma proporcional a lo que subió con la crisis”, argumenta. De hecho, desde esta entidad calculan que el año pasado tan sólo pudieron satisfacer el 27% de las necesidades de las personas atendidas. “Ahora el problema es la cronificación de la pobreza, personas que tienen trabajo pero, aun así, no llegan a final de mes”, resuelve Fatjó.
“Debemos adaptarnos a los nuevos medios y a las nuevas conciencias”, dice la vicepresidenta, Roser Brutau. “Desde hace algún tiempo se habla mucho de despilfarro alimentario, nosotros llevamos luchando treinta años contra él. Ahora que se ha generado conciencia, debemos aprovecharlo”, ejemplifica Brutau. Por eso uno de las retos de futuro es conseguir que el sector de la restauración se implique más. “Tenemos la capacidad logística para propiciar que pase”, insiste Lluís Fatjó.
No es la única línea de trabajo estratégica en la que están volcando sus esfuerzos. También quieren reforzar la calidad de la dieta que ofrecen, apostando por la mediterránea, elevando el producto fresco que se reparte. Para conseguirlo necesitan “mejorar la colaboración con las entidades que reparten los alimentos a la gente y los canales de distribución”, indica el director.
El Banc dels Aliments trabaja con 326 asociaciones que reparten los alimentos. De estas, tan sólo 180 tienen capacidad para productos frescos. “Podemos ayudarles, darles recursos, se necesitará que algunas de agrupen y trabajen conjuntamente”, explica el director. También necesitan apostar por mejorar los canales de distribución, limitando los costes del transporte. “Apostamos por tener pequeños almacenes en las comarcas para ahorrarnos viajes largos desde Barcelona”, cuenta Lluís Fatjó.
La mejora de la calidad de los alimentos repartidos, ofreciendo más producto fresco, es uno de los retos de futuro