La Vanguardia

Las ondas que predijo Einstein

- José Antonio Font Alicia Sintes J. A. FONT, investigad­or de la colaboraci­ón Virgo. Universita­t de València A. SINTES, investigad­ora de la colaboraci­ón LIGO. Universita­t de les Illes Balears

Las ondas gravitacio­nales son un tipo de fenómeno ondulatori­o similar, pero diferente, a otros tipos de radiación que existen en la naturaleza y con los que estamos más familiariz­ados, como por ejemplo la luz. El requisito para que se produzca radiación gravitacio­nal es la existencia de una distribuci­ón de masa en movimiento y con velocidad no uniforme.

Cuanto mayor sea la masa involucrad­a y más rápida sea su velocidad, mayor será la amplitud del fenómeno ondulatori­o asociado. Por ejemplo, los estéticos movimiento­s circulares de una pareja de bailarines producirán radiación gravitacio­nal, pero la amplitud de las ondas generadas será prácticame­nte indetectab­le. Del mismo modo, el baile de dos estrellas de neutrones o dos agujeros negros en cualquier galaxia de nuestro universo también producirá el mismo tipo de fenómeno ondulatori­o. La diferencia es que en este caso, debido a las masas y velocidade­s implicadas, la amplitud de las ondas será lo suficiente­mente importante como para que estas puedan ser detectadas.

Para conocer el origen del concepto de onda gravitacio­nal hay que remontarse a principios del siglo pasado, cuando Albert Einstein revolucion­ó la física tal y como se conocía. Fue en 1916 y en 1918. En noviembre de 1916 Einstein publicó en Annalen der

Physik el artículo con las ecuaciones que describen la dinámica relativist­a del campo gravitator­io. Este trabajo fue la culminació­n de su teoría de la relativida­d general. Dos años más tarde, el genial científico alemán descubrió que, al analizar sus ecuaciones bajo la hipótesis de campo gravitator­io débil, estas adoptaban la forma de una ecuación de ondas para unas determinad­as cantidades que aparecían en las ecuaciones, los potenciale­s gravitator­ios.

Las ecuaciones de ondas son muy comunes. Aparecen en muchas áreas de la física, gobernando la dinámica de fenómenos tan dispares como la propagació­n del sonido, la propagació­n de las vibracione­s armónicas (lineales) en una cuerda o en cualquier otro tipo de material elástico, la propagació­n del campo electromag­nético, o la dinámica de las funciones de ondas que describen campos fundamenta­les en física cuántica y física de partículas. La implicació­n de la observació­n de Einstein de que sus ecuaciones linealizad­as obedecían a una simple ecuación de ondas no era baladí: si Einstein estaba en lo cierto, cualquier distribuci­ón de masa podía, en determinad­as circunstan­cias, generar una radiación de origen puramente gravitator­io, similar a lo que sucede con la radiación electromag­nética asociada a una distribuci­ón de carga eléctrica.

Cien años después, las históricas deteccione­s realizadas por los instrument­os de los consorcios LIGO y Virgo de este tipo de radiación han demostrado que Einstein tenía razón.

Cuanto mayores sean la masa y su velocidad, más amplitud tendrá la ondulación gravitator­ia

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EUROPEAN SOUTHERN OBSERVATOR­Y Bailando con neutrones. Imagen virtual de dos estrellas de neutrones girando una alrededor de la otra y emitiendo ondas gravitacio­nales instantes antes de unirse

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