La Vanguardia

El querido diario de la Ana Frank catalana

Un libro recoge las notas de la Guerra Civil y la vida cotidiana de una adolescent­e de clase media en Barcelona

- FERNANDO GARCÍA Madrid

Hoy ha sido un día horrible. El 19 de julio de 1936 quedará grabado en la historia. Por la mañana me despertaro­n unos tiros a las cinco. Teníamos que ir a la playa y mamá no nos dejó. Natural, pues se presentaba un día malo y tan malo. Las ametrallad­oras iban, bombas por aquí, tiros por allá, etc. Se oía muy bien cómo se derrumbaba­n las casas. Dicen que fue peor que el año 1909 (Semana Trágica) y el doble que el 6 de octubre de 1934 (proclamaci­ón del Estado catalán). Esta guerra ha sido a causa de que no quieren al Gobierno, quieren otra vez la monarquía”.

Pilar Duaygües (La Seu d’urgell, 1921) tenía 15 años cuando escribió estas líneas en el diario íntimo que había empezado seis meses antes, en enero de 1936, recién llegadas ella y su familia a Barcelona. Ella era la menor de cuatro hermanas. Su padre, Francesc, tenía una empresa de harinas y pasta, negocio por el que se había trasladado con toda la prole a la capital catalana, procedente de Melilla. Allí acababa de abrir una fábrica que, al ser él republican­o, los nacionales le arrebatarí­an al poco de estallar la guerra.

La adolescent­e siguió anotando sus vivencias, día a día, durante todo el conflicto. Cada noche se tomaba un rato para escribir en su cuarto del piso familiar en la “calle Padre Claret o calle de la CNT, 94, 6º 1era”. El resultado es una singular crónica adolescent­e de la contienda. Un relato juvenil de la vida de una chica de clase media que de repente se ve asediada por la escasez y las bombas; también un fresco a pincel fino de la cada vez más triste y castigada Barcelona del momento. Y, al mismo tiempo, un testimonio de la lucha diaria de una chica normal por recuperar la normalidad en un escenario, no ya anómalo sino catastrófi­co. Es una lucha que implica la asimilació­n de la violencia, la renuncia a protegerse, la asunción del miedo. Tal vez por eso la palabra “aburrimien­to” se repite casi tanto como las referidas a la destrucció­n y la muerte. Por eso y porque Pilar Duaygües no escribió para que nadie la leyera, lo que confiere especial valor a su “querido diario”, como también ella, igual que miles de jóvenes de su edad en todas las épocas, llamó en alguna ocasión a sus preciados apuntes.

De las 900 páginas que la autora redactó en las once libretas acumuladas hasta la última entrada en marzo de 1940, algo más de 300 se recogen en el libro que la escritora Tania Balló y el historiado­r Gonzalo Berger publican hoy bajo el título Querido diario: hoy ha empezado la guerra (Espasa).

Los escritos de la joven, a quien los propios editores consideran la Ana Frank de Barcelona aun salvando y subrayando las distancias, apareciero­n por casualidad. Andaban Balló y Berger trabajando en un proyecto sobre mujeres milicianas en la Guerra Civil. En el Archivo de Salamanca, “un enorme filón”, se toparon con una identidad que, por el apellido, no sería difícil rastrear: el de Teresa Duaygües. Y, en efecto, pronto dieron con parientes de la combatient­e: sus sobrinos María del Pilar y Francesc. Durante la entrevista, celebrada en el restaurant­e Salambó de Barcelona, los dos hermanos comentaron como de pasada que la madre de ambos había hecho un diario sobre la guerra. Y que lo guardaban. Así cambió el proyecto y nació el libro.

El diario da cuenta del horror del conflicto en medio de la vida que debe continuar. “Me levanté pronto para ir a comprar con mamá , pero me vine enseguida. Mientras estuve tomando el sol, tejía el jersey y cosía. Luego, arreglar las cosas, barrer y así. Vino mamá al mercado. Cada día hay más escasez de carne y demás. Y en el mercado mataron a tres mujeres. Ya hace días que mueren muchas mujeres por la aglomeraci­ón de gente... Hay mucho temor. No sé cuándo terminará la guerra” (16-10-1936).

Pilar combina la narración de la guerra con las de sus frecuentes y largas escapadas al cine –menciona más de 150 películas, con detalle de los protagonis­tas– y de sus cuitas personales: “Ha sido un día que no podré olvidar por lo mucho que he padecido. Pero quiero dejar esa idea y esa esperanza que siempre he llevado, la de ‘Puede ser que un día me llegue a querer Raúl’. Porque no, es dificilísi­mo, me he dado cuenta de la verdad. Por tanto, he de estudiar, leer lo que sea pero no pensar en él, no, no y no” (8-10-1937).

En marzo del 39, el dominio de los franquista­s se nota en todo. “Me da rabia ir al cine porque obligan a saludar con el brazo tendido, o sea, el saludo fascista. En la pantalla sale el rostro del ‘idiota’ de Franco mientras tocan el himno de ellos”.

Poco después, la contienda concluye, para bien y para mal: “”¡La guerra ha terminado! Lo dice todo el mundo y los periódicos... Lloré con mucho dolor al ver que esos criminales fascistas se han llevado la victoria. Mas no les aguantarem­os mucho tiempo. Este pensamient­o, que todos los rojos tenemos, me da un poco de alegría”.

“Cada día hay más escasez de carne y demás; y en el mercado mataron a tres mujeres”, escribe Pilar

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ARCHIVO DUAYGÜES La pequeña Pilar Duaygües (segunda por la izquierda), junto con sus hermanas Mary, Rosa y Tere
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ARCHIVO DUAYGÜES Manuscrito de la entrada del diario que correspond­e al fin de la guerra

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