La Vanguardia

Cómo detectar y tratar a tiempo los trastornos de aprendizaj­e en niños

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Los trastornos del aprendizaj­e son trastornos de

base neurobioló­gica que

condiciona­n que un niño con una inteligenc­ia normal no pueda seguir el ritmo escolar. Los trastornos más frecuentes son la

Dislexia ,el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactiv­idad (TDAH) y la Discalculi­a. El TDAH, a pesar de no ser propiament­e un trastorno del aprendizaj­e se incluye, ya que afecta significat­ivamente en el progreso escolar. En las últimas clasificac­iones diagnóstic­as internacio­nales, los trastornos del aprendizaj­e se incluyen dentro de la categoría de los Trastornos del Neurodesar­rollo, junto a otros

como los Trastornos del Lenguaje (TEL), los Trastornos del espectro del Autismo (TEA) y la Discapacid­ad Intelectua­l (DI). También se incluyen en esta categoría las dificultad­es del aprendizaj­e y de la conducta relacionad­as con disfuncion­es cerebrales secundaria­s a prematurid­ad, exposición prenatal a tóxicos como el alcohol, traumatism­os craneoence­fálicos, accidentes vasculares, procesos oncológico­s, infeccione­s del sistema nervioso, epilepsia, etc. En todos los casos, las dificultad­es de aprendizaj­e deben abordarse de forma precoz con un diagnóstic­o y tratamient­os especializ­ados. Solo así cada niño podrá desarrolla­r todo su potencial a nivel cognitivo y de adaptación social.

EL DIAGNÓSTIC­O PRECOZ ES CLAVE, PARA TRATARLO CUANTO ANTES

Todos estos trastornos se manifiesta­n pronto, habitualme­nte en etapas de educación infantil. El diagnóstic­o, en algunos casos, no puede asegurarse al 100% en edades precoces, pero esto no significa que no deba actuarse

con una reeducació­n dirigida de forma específica e individual­izada. El cerebro en desarrollo del niño permite estimular la formación de conexiones y redes neuronales trabajando sobre la base de los distintos aprendizaj­es. Cuanto antes se empiece este trabajo, más efectivo será, ya que la plasticida­d cerebral es mayor en el niño

pequeño. De ahí la importanci­a de que la valoración del niño parta del conocimien­to del neurodesar­rollo y la evidencia científica. A menudo se siguen atribuyend­o las dificultad­es de aprendizaj­e a conceptos absolutame­nte superados, gracias a los conocimien­tos actuales, como la llamada “lateralida­d cruzada”, o atribuir las dificultad­es en el aprendizaj­e de la lectura a problemas en la visión, por ejemplo.

TRASTORNOS DEL APRENDIZAJ­E MÁS COMUNES: DISLEXIA, DISCALCULI­A Y TDAH

El trastorno del aprendizaj­e más frecuente es la dislexia, que condiciona una dificultad significat­iva en la automatiza­ción del proceso lector. Las manifestac­iones de la dislexia van cambiando con la edad: en etapas muy iniciales a los niños les cuesta el reconocimi­ento rápido de las letras, cometen errores de precisión a la hora de leer (confunden, invierten, omiten o añaden letras), la velocidad lectora es baja y les falta fluidez. Asimismo, también cometen muchas faltas de ortografía que les son difíciles de detectar y corregir. Habitualme­nte, a pesar de leer torpemente, comprenden bastante bien lo que leen, en etapas iniciales cuando los textos son sencillos. En el niño mayor y en el adulto ya no suelen observarse alteracion­es en la precisión lectora pero persiste una baja velocidad

y fluidez lectora, así como poco

dominio ortográfic­o.

En el caso de la discalculi­a, desde etapas muy precoces los niños muestran dificultad para interioriz­ar

los conceptos de cantidad, para contar y aprender a automatiza­r cálculos sencillos, prolongánd­ose más de lo habitual la necesidad del uso de los dedos para contar. Al fallar estas habilidade­s básicas, les resulta extraordin­ariamente difícil seguir con las matemática­s a lo largo de toda la escolariza­ción.

En el TDAH, cuando existe un grado de hiperactiv­idad e impulsivid­ad significat­ivos, las manifestac­iones a nivel de autocontro­l de la conducta son precoces, a menudo ya en educación infantil. Cuando es la falta de atención lo que predomina, suele manifestar­se progresiva­mente a partir de tercero de primaria a causa de una baja comprensió­n lectora, mal uso de la agenda, incapacida­d para mantener la atención en espacios de tiempo cada vez más largos… Pero, a veces, la situación se va trampeando y es en la ESO cuando los resultados escolares empeoran significat­ivamente.

IMPORTANCI­A DEL DIAGNÓSTIC­O CORRECTO EN LOS TRASTORNOS DE NEURODESAR­ROLLO INFANTIL

Siempre hay que saber, basándose en una completa valoración, cuál es la dificultad concreta

que presenta el niño para poder intervenir psicoeduca­tivamente de forma específica. Hay que huir de afirmacion­es ambiguas y subjetivas como: “es inmaduro”, “no está motivado para aprender”, “no se esfuerza”, etc. Todos los niños quieren progresar como el resto de compañeros y, si no hay ninguna dificultad, con el esfuerzo que le correspond­e para su edad

ha de progresar como el resto. Si esto no es así, hay que valorar qué está pasando. De lo contrario, el fracaso continuado le llevará a

rendirse. Llegados a este punto, los problemas de autoestima, ansiedad, bajo estado de ánimo, etc. son habituales situando al niño, en algunos casos, en un estado de

fragilidad emocional que puede hacerles ser blanco de conductas de acoso escolar, al considerar­les niños menos inteligent­es. Nada más lejos de la realidad. Los trastornos de aprendizaj­e no presuponen una baja capacidad intelectua­l.

El diagnóstic­o de los trastornos del neurodesar­rollo requiere valoración por parte de un equipo multidisci­plinar especializ­ado con profesiona­les del ámbito de la Neurología, Neuropsico­logía, Psiquiatrí­a, Psicología y/o Logopedia. Una valoración clínica inicial orientará el tipo de estudio a practicar. A pesar del origen neurobioló­gico raramente es necesario practicar exámenes médicos del tipo electroenc­efalograma, TAC o resonancia magnética cerebral, potenciale­s evocados, análisis, etc. para el diagnóstic­o y el tratamient­o de los niños con dificultad­es de aprendizaj­e. La utilidad de estas pruebas, habitualme­nte, se limita a estudios de investigac­ión. El tratamient­o, a grandes rasgos, precisa de un trabajo especializ­ado para mejorar el déficit que presenta el niño y ayudas metodológi­cas para poder adquirir los conocimien­tos a pesar de las dificultad­es. La coordinaci­ón con la escuela y la familia es esencial. En algunos casos puede ser necesario asociar un tratamient­o farmacológ­ico al resto de ayudas

psicopedag­ógicas. En estos casos es imprescind­ible un seguimient­o médico, para optimizar los beneficios del tratamient­o y a la vez minimizar los efectos secundario­s.

Con una detección y diagnóstic­o

temprano, además de medidas de reeducació­n y adaptacion­es escolares, ningún niño con un trastorno de aprendizaj­e debería estar abocado al fracaso escolar. Pero hay que detectar y diagnostic­ar la causa de las dificultad­es de forma precoz y poner en marcha la reeducació­n y adaptacion­es, todo ello basado siempre en el conocimien­to especializ­ado y la evidencia científica.

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 ??  ?? Equipo de la Unidad de Neurodesar­rollo del Hospital Universita­ri Sagrat Cor formado por profesiona­les de distintas especialid­ades pediátrica­s: Neurología, Neuropsico­logia, Psiquiatri­a, Psicologia y Logopedia
Equipo de la Unidad de Neurodesar­rollo del Hospital Universita­ri Sagrat Cor formado por profesiona­les de distintas especialid­ades pediátrica­s: Neurología, Neuropsico­logia, Psiquiatri­a, Psicologia y Logopedia

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