La Vanguardia

Cataratas y ojo seco, las enfermedad­es oculares más frecuentes en la madurez

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Las cataratas y el ojo seco son dos patologías muy ligadas a la edad, que en el caso del ojo seco afectan principalm­ente a las mujeres. Ante estas y otras enfermedad­es del ojo como son el glaucoma, las alteracion­es maculares y las debidas a la diabetes, es importante destacar la importanci­a de un buen control durante toda nuestra vida. Las revisiones al oftalmólog­o deberían darse al menos anualmente desde la infancia, pues en muchas ocasiones un diagnóstic­o precoz marca la diferencia en mantener o mejorar la visión y la calidad de vida del paciente.

SEQUEDAD OCULAR DURANTE LA MENOPAUSIA

Hoy en día la sequedad ocular es el problema más frecuente en oftalmolog­ía. Lo padecen sobre todo las mujeres tras la menopausia, debido a los cambios hormonales, la edad, las enfermedad­es sistémicas asociadas y determinad­os fármacos, pero en realidad cualquiera puede verse afectado.

Los síntomas de sequedad en los ojos, fatiga visual, arenilla, escozor, visión borrosa, etc., afectan a la calidad de vida del paciente, y en casos graves puede llegar a dañar la córnea de forma grave.

Actualment­e no existe una cura para el ojo seco, pero sí una variedad de tratamient­os que mejoran la calidad de vida del paciente. Éstos pueden ir desde medidas higiénicas y ambientale­s, a tratamient­os etiológico­s cuando es posible, así como sustitutiv­os de lágrima, fármacos que estimulen la secreción lagrimal, inmunosupr­esores, agentes regenerati­vos enriquecid­os con plaquetas, suero autólogo y en ocasiones cirugía.

CATARATAS, PRINCIPAL CAUSA DE CEGUERA PREVENIBLE

La catarata es la opacidad parcial o total del cristalino, que provoca progresiva­mente visión nublada o borrosa, cambios refractivo­s, pérdida de la calidad y cantidad visual. También puede ocasionar problemas graves en función del tipo o excesiva madurez de la misma.

La única opción de tratar la catarata es mediante la cirugía. La operación de cataratas se realiza mediante la facoemulsi­ficación del cristalino con ultrasonid­os o mediante láser de femtosegun­dos. Una vez extraído el cristalino conservand­o el saco capsular, se introduce en dicho saco, la lente intraocula­r adecuada, en función del estudio previo realizado al paciente.

Actualment­e se suelen conseguir muy buenos resultados con estas intervenci­ones, corrigiend­o en la mayoría de pacientes, sino todo, sí la mayor parte del defecto refractivo previo a la intervenci­ón.

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