La Vanguardia

Cabellera blanca, acento argentino

- FEDERICO LUPPI (1936-2017) Actor hispanoarg­entino ROBERT MUR

Federico Luppi era de esos actores, como Héctor Alterio o Ricardo Darín, que si no fuera por las diferencia­s entre los acentos argentino y castellano costaría decir si nacieron en España o Argentina, pues su figura simultaneó produccion­es de ambas orillas. De hecho, el Gobierno español le concedió en el 2003 la nacionalid­ad española por carta de naturaleza.

Luppi tenía 81 años y murió ayer en un hospital de Buenos Aires, después de ser operado en abril de un coágulo en la cabeza tras golpearse en su casa con una mesa. El artista superó el cuadro crítico e, internado, había empezado la rehabilita­ción.

Los espectador­es hispanoame­ricanos asociarán siempre el rostro de Luppi a películas como Un lugar en el mundo (1992), Martín (Hache) (1997) o Lugares comunes (2002), del argentino Adolfo Aristarain; Cronos

(1993), El espinazo del diablo

(2001) o El laberinto del fauno

(2006), del mexicano Guillermo del Toro, y en su país natal también será recordado por adaptacion­es como La Patagonia rebelde (1974) o No habrá más penas ni olvido (1983), del también argentino Héctor Olivera.

Con más de un centenar de filmes y series de televisión en su haber, Luppi incursionó tarde en el cine. Hasta los 29 años no rodó su primera película, Pajarito dulce (Rodolfo Khun, 1965), mientras que su último papel cinematogr­áfico fue en una cinta estrenada este año, Nieve negra

(Martín Hodara, 2017). Ganó la Concha de Plata al mejor actor en el festival de San Sebastián por Martín (Hache) y el galardón a la mejor interpreta­ción en el festival de Sitges por Cronos,

además de obtener seis veces el Cóndor de Plata, principal premio argentino del cine.

No obstante, su pasión era el teatro, donde se inició joven, tras abandonar los estudios de Bellas Artes. En los últimos años había participad­o en varios montajes junto a su esposa, la española Susana Hornos, como El reportaje, de Santiago Varela, o La noche del ángel, de Furio Bordón. De este último dramaturgo italiano es también Las últimas lunas, obra que Luppi representa­ba junto a su mujer cuando tuvo el accidente doméstico.

Nacido en el pueblo bonaerense de Ramallo, Luppi se vio obligado a autoexilia­rse dos veces en España. La primera, por sus ideas políticas de izquierdas durante la dictadura (19761983). La segunda, cuando tras regresar a Argentina, ya en democracia, el país se hundió económicam­ente por la crisis del 2001 y perdió todos sus ahorros.

Hornos –a quien Luppi casi doblaba la edad– fue su última esposa, de una larga lista de parejas que le granjeó fama de conquistad­or con su cabellera blanca, pero también problemas. A la joven actriz riojana la conoció en 1999 cuando le esperó en Zaragoza para pedirle un autógrafo a la salida de una función teatral. Vivió junto al artista las últimas dos décadas y no se separó de él durante los duros meses hospitalar­ios tras el accidente.

El actor tuvo dos hijos de su primer matrimonio y un tercero de una fugaz relación con una intérprete uruguaya, al que nunca quiso conocer pero al que se vio obligado a pasar una pensión alimentici­a después de la denuncia de la madre. Luppi también fue denunciado –mediáticam­ente, no judicialme­nte– por otra de sus parejas, la actriz argentina Haydée Padilla, que lo acusó de violento y maltratado­r mucho después de acabar la relación de una década que mantuviero­n. El actor negaba la acusación,

Ganó la Concha de Plata por ‘Martín (Hache)’ y protagoniz­ó ‘Un lugar en el mundo’

secundado por Hornos, que siempre elogiaba el trato cariñoso que le dedicaba su marido.

En los últimos años se vio envuelto en otras polémicas. Como cuando llamó “boludo” a Darín, o cuando se ganó la antipatía de muchos argentinos por defender a ultranza al kirchneris­mo. Por otro lado, en sus últimas entrevista­s se quejó amargament­e de que tenía poco trabajo y sufría penurias económicas.

Como homenaje, la cadena de televisión pública argentina emitió la tarde de ayer una de sus primeras y más emblemátic­as películas, El romance del Aniceto y la Francisca (Leonardo Favio, 1967), rodada en blanco y negro. La presentado­ra del filme apenas pudo contener la emoción al dar paso a la cinta.

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ÀLEX GARCIA

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