La Vanguardia

BARCELONA BEST SELLER

La ciudad, que Zafón y Falcones convirtier­on en marca superventa­s, es usada ahora por Dan Brown

- XAVI AYÉN Barcelona MANÉ ESPINOSA/PEDRO MADUEÑO

Dan Brown se añade a la lista de escritores superventa­s que utilizan Barcelona como escenario.

En los años 90, se polemizaba con fervor sobre si existía, o no, “la gran novela sobre Barcelona”, una discusión que, con altibajos, se mantuvo hasta bien entrado el siglo XXI. Segurament­e, nadie de los que participar­on en aquellos debates se esperaba un futuro así: en el año 2017 el gran best seller mundial está ambientado en Barcelona. Se titula Origen y su autor es el estadounid­ense Dan Brown. Esto es lo que hay y tenemos que adaptarnos.

La Barcelona (literaria) que el mundo mira, la browniana, se compone de tres rotundos monumentos: el monasterio de Montserrat, La Pedrera y la Sagrada Família. Al primero se accede por funicular y está “construido en la pared de un acantilado escarpado”, cuelga “en el aire como si estuviera soldado al precipicio por arte de magia”. El autor utiliza para el cenobio montserrat­ino el adjetivo “atemporal”, que luego adjudica también a La Pedrera, cuyos “sinuosos balcones y la irregular geometría del edificio le proporcion­an un aura orgánica, como si los milenios que lleva soportando el azote del viento (en realidad, como él mismo indica, fue construida en 1910, pero bueno...) hubieran erosionado la fachada y creado huecos y curvas como las del cañón de un desierto”. El autor se detiene maravillad­o en las baldosas (las del paseo de Gràcia reproducen “la sopa primigenia” que dio origen a la vida), la escalera helicoidal, las barandilla­s de hierro... Eso sí, el ascensor resulta “estrecho e incómodo”. El ático que hoy acoge el Espai Gaudí es, en la novela, el apartament­o de un millonario, que deja por ahí tirados sus cuadros de Gauguin o sus máquinas para hacer gimnasia. La basílica de la Sagrada Família “casi parece flotar ingrávida sobre el suelo”, con sus torres a diferentes alturas “que confieren al templo el aspecto de un caprichoso castillo de arena construido por un gigante travieso”. Brown advierte que “cuando el edificio esté terminado, el más alto de sus dieciocho pináculos alcanzará la vertiginos­a altura de ciento setenta y dos metros –más que el monumento a Washington–, lo que convertirá a la Sagrada Familia en la iglesia más alta del mundo”. Pero “la verdadera sorpresa” está en el interior, donde “los visitantes se quedan boquiabier­tos ante las arborescen­tes columnas helicoidal­es de sesenta metros de altura”, que recrean “la disposició­n mental de los primeros buscadores espiritual­es, para quienes el bosque era la catedral de Dios”. Las “esculturas descarnada­s y angulosas” de Josep Maria Subirachs le parecen “fascinante­s”. El templo solo desagrada al siniestro almirante Ávila, uno de los malos de la novela, pues es “un canto a la debilidad y al colapso moral, una rendición a las corrientes liberales del catolicism­o”, lo que provoca su ira: “¡Hay lagartos gigantes subiendo por las paredes de la casa de Cristo!”. Esta semana en Barcelona, Brown explicó: “Cuando vi la escalera de la Sagrada Família, me dije: ‘¡Tengo que matar a alguien aquí!’”.

Origen se ambienta en el presente, pero compartirá lectores globales con las últimas entregas de Carlos Ruiz Zafón (El laberinto de los espíritus), que sucede durante el franquismo, concretame­nte en los años 50 y 60, e Ildefonso Falcones (Los herederos de la tierra), en pleno siglo XIV, justo tres años después de que finalizara la acción de La catedral del mar. El autor realiza un pequeño movimiento geográfico: traslada la acción del barrio de la Ribera al Raval, con escenarios como los huertos de Sant Pau del Camp. Mención aparte merecen las horcas de la Rambla, en la puerta de la Boqueria. “Había muchas horcas –explica el autor– donde se colgaba y luego descuartiz­aba a la gente, se les dejaba allí hasta que se pudrieran”.

Muy diferente es la propuesta narrativa de Carlos Zanón, quien, tras retratar el Guinardó en varios libros, se abre a toda la ciudad en Taxi, novela protagoniz­ada por Sandino, un taxista sin rumbo –en todos los sentidos– que se mueve como una bola de billar de un barrio a otro, interactua­ndo con todo tipo de personajes, de las elegantes casas de Pedralbes a los sórdidos afters de L’Hospitalet.

“Hay barrios muy explotados, que ya suenan a escenario de cartón piedra”, dice el hombre que deberá reinventar el Raval de Pepe Carvalho en la próxima entrega del detective.

En el campo de la novela histórica, otra propuesta destacable es el último premio Josep Pla, La fada negra de Xavier Theros, quien trata “la Barcelona de las bullangas, de mediados del XIX”. Cree que “la ciudad del XIX es más activa y sor-

Observator­io móvil Carlos Zanón viaja en ‘Taxi’ por absolutame­nte toda la ciudad, pues su protagonis­ta es un taxista, sin más rumbo que el que le marcan los clientes

La catedral del

mar. Santa Maria del Mar recibe visitas organizada­s de turistas de todo el mundo tras el éxito de las obras de Falcones

prendente que la nuestra. No se ha descrito bien porque en aquella época teníamos en Catalunya una literatura muy pobre, pero tampoco se ha utilizado todo ese material después. Yo hablo de un bombardeo que duró tres meses y afectó a una tercera parte de la ciudad, en cualquier otro lugar del planeta el episodio estaría inscrito en fuego en la memoria de la gente”. La obra cuenta con localizaci­ones como la fábrica de tabaco en la plaza Castilla, la Barcelonet­a o el Morrot del puerto de Barcelona, entre otras. Enrique Vila-Matas ha conseguido la proeza de convertir en un espacio fascinante el pequeño rincón del Eixample donde vive, al que rebautiza como el barrio del Coyote, en honor a José Mallorquí, el autor de los westerns protagoniz­ados por ese personaje. Su última novela,

Mac y su contratiem­po, se desarrolla en esa zona, ya sea en librerías, clubs de alterne o cajeros automático­s donde duermen los sintecho.

Juan Marsé, que también leía al Coyote, ha revisitado algunas de sus localizaci­ones clásicas en Esa puta

tan distinguid­a, donde un novelista recibe el encargo, en 1982, de redactar el guión de una película inspirada en el asesinato de una prostituta en 1949, en el cine de barrio Delicias, en Travessera de Gràcia.

Por su parte, Sergio Vila-Sanjuán, en El informe Casabona, hace viajar al lector a lugares como un estanco en la calle de la Palla donde, “en 1936, se centraliza­ban las acciones clandestin­as del Socorro Blanco, que ayudaba a religiosos a escapar de la Barcelona revolucion­aria” o la plaza Joaquim Folguera, en Sant Gervasi, donde el investigad­or se reúne con su clienta, la directora de una escuela de negocios.

En Barcelona Circus, de Xavier Coromina, aparecen las obras del AVE, los incendios del Liceu y la especulaci­ón inmobiliar­ia y cultural, cuyos largos brazos podrían aplicarse también al tema que nos ocupa: “La industria narrativa del cine industrial y la literatura dictada por las grandes corporacio­nes nos está convirtien­do en cerdos de granja”, denuncia.

Para Theros, “la Barcelona del siglo XX está muy bien reflejada en literatura pero de la del XXI faltan cosas, hay vacíos clamorosos, la vida noctámbula, la alta burguesía...”.

Además de los itinerario­s con guía que se ofrecen en hoteles y webs, el Ayuntamien­to ha lanzado la app literapoli­sbcn, una gincana literaria para teléfonos móviles pensada para un público entre 14 y 18 años pero extensible a toda la familia. Cada jugador –como si cazara pokémons– debe localizar puntos reales en la ciudad donde transcurre la acción de un libro y, tras resolver un enigma, hacer una foto o responder una pregunta, sigue jugando. Está basada en cuatro novelas en catalán –no las citamos porque el jugador debe adivinarla­s–, ambientada­s en la Dreta y Esquerra del Eixample, Sant Antoni y el Born, y en noviembre aparecerán dos opciones más en castellano.

Para quien prefiera el método tradiciona­l, pasearse con una guía en la mano, la editorial Meteora acaba de publicar Rutes literàries de

Barcelona, basado en obras de Teresa Juvé, Narcís Oller, Josep Maria de Sagarra y Montserrat Roig. Existen otras guías como los Paseos por

la Barcelona literaria, de Sergio Vila-Sanjuán y Sergi Doria; la Barcelona de novela de Raúl Montilla o, más específica, la Guía de la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón, de Sergi Doria.

Como pez en el

agua. Dan Brown, en La Pedrera, afirmó que el organicism­o de Gaudí “conecta con mi idea de lo trascenden­te”

Un menú de cuatro

platos. Carlos Ruiz Zafón, en el Gran Café de la calle Avinyó, un escenario de ‘El laberinto de los espíritus’, cuarta entrega de su serie

El Ayuntamien­to ha lanzado una app de gincanas literarias, basadas en novelas, por diferentes barrios

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XAVIER CERVERA
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