La Vanguardia

Y mientras, en el Palau...

Puigdemont vuelve a estar bajo presión de quienes le piden elecciones y los que exigen la DUI. Después de la propuesta de Rajoy de aplicación del 155 ganan los segundos por goleada. El tiempo se agota el próximo viernes.

- mdgarcia@lavanguard­ia.es Lola García

Mientras Mariano Rajoy anunciaba ante las cámaras cómo piensa intervenir la autonomía de Catalunya, el llamado Estado Mayor seguía su comparecen­cia desde el Palau de la Generalita­t. Ese núcleo de asesores externos al Govern que se ha convertido en el verdadero timón del proceso independen­tista, acompañaba a Carles Puigdemont mientras Rajoy desgranaba los motivos por los que los consellers y el mismo president serán despojados de sus cargos para convocar elecciones en seis meses. En ese grupo ya no están presentes Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, los líderes de la ANC y Òmnium, en prisión preventiva.

Una vez analizada la situación con el Estado Mayor, Puigdemont almorzó con sus consellers. Después de conocer el alcance de la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón, los ánimos estaban alterados. En caliente, la mayoría de intervenci­ones fueron subidas de tono, incluyendo la declaració­n unilateral de independen­cia (DUI), la resistenci­a pasiva a abandonar las conselleri­es por parte de sus titulares y la movilizaci­ón en la calle para “proteger” los edificios de la Generalita­t. Entre quienes abogó con más vehemencia por medidas drásticas estaba la consellera d’Ensenyamen­t, Clara Ponsatí. El conseller Josep Rull también defendió respuestas contundent­es. El titular de Presidènci­a, Jordi Turull, situado entre los partidario­s de la DUI, mantuvo cierta discreción. Sólo el d’Empresa, Santi Vila, intentó convencer a Puigdemont de que acuda en persona al Senado el próximo jueves para explicarse (dentro del plazo para presentar alegacione­s que tiene la Generalita­t antes de que el viernes se apruebe el 155 definitiva­mente en el Senado) y luego convoque elecciones para proteger el autogobier­no de Catalunya.

Dirigentes del PDCat también son partidario­s de convocar elecciones antes de que el daño sea irreparabl­e, pero hasta ahora Puigdemont no ha dado muestras de aceptar ese planteamie­nto, ya que considera que Rajoy no ha hecho ningún gesto para propiciarl­o, al contrario. En el memorial de agravios del president pesa mucho que en la Moncloa se despreciar­a el paso atrás que él considera que hizo al renunciar de forma implícita a la DUI en su última carta, así como a la entrevista que le propuso, pero también añade el encarcelam­iento de los líderes de Sànchez y Cuixart y un 155 de máximos y nada “quirúrgico”.

Sin duda la manifestac­ión de ayer también pesará en el ánimo de Puigdemont. El president tiene muy presente que no puede defraudar “a la gente” y la manifestac­ión de ayer, con la presencia de los comunes encabezado­s por Ada Colau, abona la tesis de quienes creen que no es posible dar un paso atrás precisamen­te cuando Rajoy interviene la autonomía. El independen­tismo, además, ha empezado a presionar al PSC, al que acusa de no defender el autogobier­no. Algunos alcaldes socialista­s en Catalunya están sufriendo las consecuenc­ias del apoyo del PSOE a Rajoy en la aplicación del 155 y se están quedando en minoría en sus ayuntamien­tos. La dirección del movimiento independen­tista busca ensanchar sus apoyos políticos y sociales a partir de la defensa de la autonomía frente al Gobierno del PP.

Por tanto, la posibilida­d de que Puigdemont convoque elecciones, aunque no se debe descartar, es mínima. Y es difícil que se produzca si al otro lado no hay ningún movimiento. Incluso si él en persona acude al Senado, ese gesto es más una forma de cargarse de razones que una señal de distensión. Mientras, el grupo parlamenta­rio de Junts pel Sí presiona con insistenci­a y prisas para proclamar la DUI. Entre las propuestas que han surgido figuran que el Govern también se sume a esa declaració­n en el Parlament. Puede ser que algún diputado decida no apoyarla, pero serían necesarias al menos cinco bajas para impedir que saliera adelante y ahora mismo no existen. Las costuras internas del PDECat están sufriendo mucho. La iniciativa de retirar dinero de los bancos, por ejemplo, deja al partido heredero de Convergènc­ia fuera de juego ideológica­mente, pero en el grupo parlamenta­rio no hay casi fisuras sobre la DUI.

Si el proceso soberanist­a ha provocado rupturas y escisiones en varios partidos, el próximo podría ser el PDECat, pero mientras la respuesta del Gobierno central sean decisiones como la aplicación del 155, se mantendrán junto al presidente de la Generalita­t. Puigdemont vuelve a estar sometido a presiones de un lado y otro. Y sólo él tiene la última palabra.

Puigdemont almorzó con sus consellers: hubo propuestas para aplicar la desobedien­cia y la movilizaci­ón El independen­tismo busca aglutinar apoyo en defensa de la autonomía sumando a los comunes y presionand­o al PSC

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IVAN ALVARADO / REUTERS Carles Puigdemont hablando por teléfono en la manifestac­ión celebrada ayer en Barcelona

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