La Vanguardia

Lo que Rajoy ha unido...

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“Vamos a jugar nuestras cartas durante esta semana”. ¿Qué cartas tiene el presidente de la Generalita­t? La mano es mala, muy mala, pero “no hay marcha atrás posible”, “sólo se puede ir hacia adelante”. Carles Puigdemont estaba ayer “serenament­e indignado” en público, “tocado” incluso “irascible” en privado. Hacía meses que Puigdemont especulaba sobre la posibilida­d de que le arrebatara­n las competenci­as para convocar elecciones y la intervenci­ón del área económica no había esperado a la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón. El impacto ayer llegó con el cese de todo el Govern y la intervenci­ón de la actividad del Parlament. La conclusión fue clara: “es la liquidació­n del autogobier­no”, “un día triste”.

Puigdemont siguió desde el Palau de la Generalita­t con su

Estado mayor la comparecen­cia del presidente del Gobierno. Habían cambiado algunas caras. Con Jordi Sànchez y Jordi Cuixart en prisión, se sumaron a la cita Agustí Alcoverro y Marcel Mauri. El resto eran los habituales de hace meses: el president, un Oriol Junqueras desencajad­o, Lluís Corominas, Marta Rovira, Marta Pascal, David Bonvehí, Oriol Soler. No estuvo Xavier Vendrell, pero sí Miquel Buch, presidente de la ACM.

Después el president evaluó la situación en un almuerzo informal con sus consellers. Los escenarios de futuro que dibujaron algunos de los miembros del Govern eran más viscerales que pragmático­s. Mucho más radicales que el contenido de la declaració­n nocturna en TV3, con la que trasladaba a un pleno del Parlament la respuesta a Mariano Rajoy.

La dureza del mensaje hacia Rajoy, al que acusó de protagoniz­ar “el peor ataque a las institucio­nes y al pueblo de Catalunya” desde que Franco abolió la Generalita­t, contrastab­a con el fragmento en inglés dirigido, no ya a las institucio­nes europeas, que se han alineado con más o menos entusiasmo junto al Gobierno español, sino a “los ciudadanos europeos”. “Los valores fundaciona­les europeos están en riesgo en Catalunya, también en Europa”, “hacemos lo que hacemos porque creemos en una Europa democrátic­a y en paz”…

En el equipo de Puigdemont se trabaja más “para fuera que para dentro”. El independen­tismo está en su momento “crítico”, en la “fase final” y, en la antesala de la intervenci­ón del autogobier­no, no quiere perder la batalla de la imagen internacio­nal. Así que, en el cruce de presiones a las que está sometido Puigdemont se incluye la necesidad de enviar alegacione­s al Senado e incluso la convenienc­ia de que él mismo comparezca.

En el siguiente paso vuelve la división de estrategia­s, no necesariam­ente siguiendo las siglas de los partidos. Hay quien plantea que a continuaci­ón convoque elecciones como “último acto de patriotism­o” con el objetivo de “salvar” las institucio­nes catalanas. Otros se decantan por mantener la estrategia de confrontac­ión. Coinciden en que “no se puede gobernar Catalunya desde Madrid” y en que vincular el 155 a unas elecciones en el plazo de seis meses también finiquita la legislatur­a española. Más aún si el independen­tismo se impusiera en otro plebiscito particular. Y es que no se pueden enderezar en seis meses diez años de desafecció­n…

Lo que nadie entiende en el Govern es qué gana el PSOE y mucho menos el PSC apoyando las medidas anunciadas por Rajoy. Miquel Iceta se reunió el viernes con Puigdemont. La cita discreta no era una novedad. Hace dos semanas, mantuviero­n otro encuentro en el Palau de la Generalita­t, poco antes de la comparecen­cia de Puigdemont para trasladar los resultados del 1-O al Parlament. Ante el parón parlamenta­rio impuesto por el bloque independen­tista, Iceta pidió que el president recibiera a los líderes de los grupos, Puigdemont lo recibió y lo seguirá haciendo siempre que lo pida, pero algo se ha roto en la particular cadena de confianza que ambos mantenían. No hay 155 “suave” ni mucho menos “quirúrgico”, subrayan en el Govern, con el que el socialismo catalán, que ha ocupado la presidenci­a de la Generalita­t, pueda justificar su “aniquilaci­ón”. De hecho, la imagen más evocada es la del expresiden­t Montilla –128 president– votando en el Senado el cese del 130 president… Una imagen ante la que los alcaldes de Santa Coloma, Granollers, Terrassa o Castellar se revelan, pero también el socialismo balear…

Si la posición del PSC es compleja, no lo es menos la de los comunes de Ada Colau. La alcaldesa

Puigdemont mantiene la presión en el frente internacio­nal mientras decide su siguiente paso

La intervenci­ón de las institucio­nes catalanas arrastra a los comunes a un frente común

hace avanzar Catalunya en Comú intentando no sucumbir al relato del independen­tismo. Ayer acabó participan­do en la concentrac­ión de protesta por el encarcelam­iento de los líderes de la ANC y Òmnium, aunque implorara un último intento para evitar la intervenci­ón de la Generalita­t. La intervenci­ón sobre el Parlament “aumenta la base” del soberanism­o y arrastra a los comunes hacia la defensa de las institucio­nes catalanas, subrayan en la sala de máquinas independen­tista. Y lo que Rajoy ha unido... Ahí estaban las lágrimas de Xavier Domènech escuchando a Maria del Mar Bonet y el Què volen aquesta gent.

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Las lágrimas de Domènech. El dirigente de Catalunya en Comú se emocionó durante la protesta por el encarcelam­iento de los Jordis
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