La Vanguardia

Misioneros somos todos

- Joan-Enric Vives

La misión hacia los que todavía no conocen la fe es como una gran e inmensa obra de misericord­ia tanto espiritual como material”. Así habla el papa Francisco de las misiones. La Iglesia es esencialme­nte misionera y testigo de misericord­ia, y por eso, dice el Papa, “todos estamos invitados a ‘salir’, como discípulos misioneros, ofreciendo cada uno sus propios talentos, su creativida­d, su sabiduría y experienci­a para llevar el mensaje de la ternura y de la compasión de Dios a toda la familia humana”.

Actualment­e hay unos 500 misioneros catalanes esparcidos por el mundo, y unos 12.000 de toda España, que se han marchado para fijar nuevas raíces en los países y lenguas de adopción, donde han sido enviados, que anuncian y sirven con el amor de Cristo y por amor de Cristo. La mayoría son religiosos y religiosas, pero también hay sacerdotes diocesanos, y actualment­e también muchos laicos y muchas familias enteras, que han “salido”, como Abraham (cf. Gn 12,1) hacia los lugares que Dios les dirá. Nos podemos sentir orgullosos. Hace un año, la joven misionera catalana Isa Solà, religiosa de Jesús María, fue asesinada en Haití y su vida comprometi­da y alegre nos volvió a poner delante de los ojos toda la inmensa tarea que los misioneros desarrolla­n calladamen­te por el mundo. Sobre todo en lugares difíciles y peligrosos, y no quieren marcharse. Desde su misión, interpelan la fe de los creyentes de las viejas naciones cristianas y nuestras actuacione­s, nuestro estilo de vida y nuestras riquezas que nos debilitan la sensibilid­ad. Dios reclama que “salgamos” para ir a los otros, a los hermanos, y ofrecerles un testimonio humilde pero coherente de nuestra fe en Jesucristo, y una solidarida­d efectiva en los problemas y carencias que puedan estar viviendo. Tenemos que anunciar la misericord­ia de Dios, que es el corazón del Evangelio, e intentar que llegue a todas las personas. “Todos los pueblos y culturas tienen el derecho a recibir el mensaje de salvación, que es don de Dios para todos”, escribe el papa Francisco, y destaca que “eso es más necesario todavía si tenemos en cuenta la cantidad de injusticia­s, guerras, crisis humanitari­as que esperan una solución. Los misioneros saben por experienci­a que el Evangelio del perdón y de la misericord­ia puede traer alegría y reconcilia­ción, justicia y paz”.

La Jornada Mundial Misionera de hoy, el Domund, es promovida por la Obra Pontificia de Propagació­n de la Fe, y fue creada en 1926, “para auxiliar a las comunidade­s cristianas necesitada­s y para fortalecer el anuncio del Evangelio de un lado al otro de la tierra”. Hay mucha generosida­d solidaria de la Iglesia de Catalunya hacia las Iglesias jóvenes de los países de misión, con tantas y tan diversas carencias y necesidade­s educativas y pastorales. Esta caracterís­tica de la sociedad catalana, siempre atenta a las causas de la solidarida­d, no tiene que disminuir sino crecer.

Conviene que nos convirtamo­s en más misioneros, ya que actualment­e nos damos cuenta de que la misión empieza muy cerca, quizás en nuestras familias que se olvidan de la fe o pueden dormirse en la comodidad egoísta. Gracias a los que rogáis, trabajáis y aportáis tiempo y ayudas para las comunidade­s más jóvenes y los misioneros. Necesitan que los ayudemos y seguro que lo revierten hacia nosotros con intercesió­n y acción de gracias. Ellos nos hacen mejores a todos. ¡Ellos son hoy el rostro de la Iglesia valiente que sale de sí misma para anunciar el Evangelio de la alegría!

La misión interpela la fe de los creyentes, nuestro estilo de vida y las riquezas que nos debilitan la sensibilid­ad

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