Atrapados en el bucle de la información continua
Escritores, editores, libreros, todos ellos coinciden en que la tensión política ha hecho descender la lectura y la compra de libros. La sed de información continua por medio de Twitter, Telegram, Whatsap, la prensa digital, televisiones, radios..., las constantes movilizaciones ciudadanas, los debates, la ira, el desconcierto, el no saber qué pasará los cinco próximos minutos, los sobresaltos, la temperatura de las discusiones, la somatización de la incertidumbre sobre el futuro... generan una mengua de la concentración necesaria para la lectura. Vicenç Pagès Jordà aconseja “poner el teléfono en modo avión, no enchufar el ordenador, protegerse e ir al cine, al teatro, a tomar una cerveza con los amigos, leer poesía...”. “Los tiempos crispados –dice Marta Ramoneda, de La Central– no son propicios para los libros. Durante las pasadas semanas, las librerías han estado más vacías que nunca, la venta de libros ha caído en general en todo el sector”. “Nos ha sorprendido –dice– el interés por los libros infantiles, la manera que los padres tienen para ayudar a los niños ante la confusión. No podemos vivir eternamente en esta situación de desconcierto. En cualquier caso saldremos diferentes. Con el tiempo nos daremos cuenta cómo nos han llegado a cambiar las experiencias vividas estos meses, en los que hemos conocido lo mejor y lo peor de todas las partes”. Por lo que ella ve y siente en su librería, “muchas personas tienen ganas de redescubrir valores de confianza para encarar los tiempos de reconstrucción que vendrán, y la lectura resulta más necesaria que nunca para que cada uno a su manera encuentre su nuevo lugar”. Para reaprender el sentido de la tolerancia, el escepticismo, la duda y cuestionar toda aparente certeza, la librera aconseja “volver a Montaigne y buscar ayuda en la voz de mujeres ‘peleonas’ como Chimamanda Adichie, Mary Beard o Svetlana Aleksievitx; y para hacer una pausa, una policiaca, como Taxi de Zanón”. A continuación, algunas sugerencias.