Hipnótica y desafiante
La quinta obra discográfica de la como mínimo siempre interesante Annie Clark se puede considerar con poco riesgo a la equivocación como la mejor en su faceta artística como St. Vincent. Obra elaborada, plasmada con ramalazos magistrales y profundamente impregnada por la tristeza. Ella misma ha declarado reiteradamente que Masseduction es sin ninguna duda su obra más personal, alejándose de aquella también acertada disección implacable de distintos arquetipos culturales que acometió en sus dos álbumes anteriores. En su opinión, este disco es como un libro abierto sobre su pálpito vital en la actualidad.
Al hacerlo a través de las canciones de esta formidable obra, aparece una amarga, a veces implacable sensación de soledad, palpable incluso entre las líneas del tema que da titulo al álbum, que invita a sugerir lo contrario. Y cuando no es la soledad, emerge una abrasiva melancolía como la que domina con indiscutible arte en New York, una balada sobre la pérdida sentimental y su insospechado alcance. Afortunadamente en parte, las ambiciones musicales de Clark van bastante más allá de un escenario temático, la verdad, que es bastante sombrío. A lo largo de sus trece composiciones, se constata su habilidad para reafirmar sus raíces en la electrónica más inesperada y la new wave, cuando no alguna mirada de complicidad a su venerado Prince en Savior y su guitarra funk, pero siempre empapada de las inconfundibles y gélidas programaciones, los beats hipnóticos, la voz desafiante.