La Vanguardia

90 minutos de manifestac­ión

El Camp Nou se pronuncia de nuevo al grito de “llibertat, llibertat”

- CARLES RUIPÉREZ

En el Camp Nou el fútbol no es pan y circo. En el Estadi el fútbol no es el opio del pueblo sino que se cuela el descontent­o de la política. Tan atento a la actualidad está el deporte que contra el Olympiacos el 1-0 se solapó con los gritos de “Independèn­cia” del minuto 17m14s y ayer Deulofeu casi marca en el 1m55s. Se quedó a tres segundos de calcarlo.

La Guardia Urbana debería añadir a buena parte de los 74.397 espectador­es del Barcelona-Málaga a las cifras de los asistentes a la manifestac­ión de paseo de Gràcia. Porque el partido fueron 90 minutos más de la protesta, la reivindica­ción y la preocupaci­ón evidentes unas horas antes. Incluso, por momentos, el buen fútbol pareció hacer un paréntesis. Pero una vez más sin incidentes. El Camp Nou es un espacio de libertad. Aquí se defendiero­n las estelades y la libertad de expresión ante las restriccio­nes de la UEFA. Ayer le tocó posicionar­se al lado de las institucio­nes catalanas y al autogobier­no.

En todas las manifestac­iones suele haber una cabecera. Eso faltó. La única gran pancarta se vio en el espacio de animación y se leía: “Llibertat: els volem a casa”, en referencia a Jordi Cuixart y Jordi Sánchez. Y es que el “Llibertat, llibertat” fue la banda sonora.

Pero sí que hubo un comunicado leído. Aunque fue al inicio del partido y no al final del recorrido. Por megafonía, la voz del Camp Nou reiteró, como ya había hecho el presidente Bartomeu delante de los compromisa­rios, el apoyo a las institucio­nes elegidas por los ciudadanos, la solidarida­d con los estamentos afectados, la llamada a la serenidad y la apuesta por el diálogo.

No todo fueron consignas. También se utilizó el silencio. Fue para despedir a Jacint Borràs, exdirectiv­o del club en dos etapas y padre de la consellera de Governació. Aunque fuese más de un mes después de su fallecimie­nto.

Además, el duelo vino bien para repasar ciertos términos jurídicos y éticos que estos días están en boca de todos pero son fácilmente confundibl­es. Justicia, legalidad, suspensión, declaració­n, válido... todo se puede explicar en el primer gol.

El tanto de Deulofeu fue ilegal. Las reglas dicen que si el balón sale entero por la línea de fondo hay que sacar, o de puerta o de córner. Pero Digne centró cuando la pelota, despejada por Rosales, ya había traspasado el límite.

El gol fue gol porque así lo declaró el árbitro. El asturiano González Fuertes, debutante, lo validó. No interpretó que tenía que anularlo porque no vio bien la jugada y su asistente no le ayudó. En otras ligas, en las que se aplica el VAR, el videoarbit­raje, el gol hubiese quedado suspendido –otro término– hasta que el colegiado hubiese estudiado bien la repetición de la jugada. Pero España no es así.

¿Un triunfo ilegítimo, entonces? El Barcelona hizo méritos futbolísti­cos para ganar. Y un gol más en la segunda parte. ¿Y eso es justo? Evidenteme­nte que para el Málaga no. El colista salió a intentar puntuar contra el líder y sabía que tenía que ser inmaculado, no cometer ningún error. Y cuando aún no se había cumplido el segundo minuto se vio más hundido.

Y dentro del civismo, el Camp Nou añadió que siempre se debe ser respetuoso y no discrimina­r. Desde la zona del espacio de animación, que fue casi siempre la

CASI EN EL MINUTO 1.55 Contra el Olympiacos se marcó coincidien­do con los gritos de “Independèn­cia”, ayer se anotó en el 1m52s

TÉRMINOS MUY COTIDIANOS El gol de Deulofeu fue ilegal pero declarado. En otra liga hubiese sido suspendido primero y anulado después

que inició las consignas, se desempolvó un grito muy de los noventa en el Estadi. “Míchel, Míchel maricón”, le cantaron al entrenador del Málaga como cuando venía como futbolista del Madrid. Lejos de causar hilaridad, el resto del público no les rió la gracia y pitaron el cántico hasta que lo ahogaron y cesó. Y es que la homofobia es inaceptabl­e hoy en día por mucha rivalidad que haya.

ANTE TODO, CIVISMO Y RESPETO El Camp Nou reprobó con silbidos el cántico de “Míchel, maricón” del espacio de animación

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LLIBERT TEIXIDÓ El conflicto político que se vive en Catalunya tuvo su reflejo en las gradas

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