La Vanguardia

Ante la flojera, Messi

- Joan Golobart

Partido flojo del Barcelona. Parecía haber perdido una marcha con respecto a la imagen que había ofrecido en semanas anteriores. Como si el flojo Olympiacos hubiera confundido a los azulgrana. Aunque también contribuyó el buen planteamie­nto de Míchel.

Si Olympiacos ofreció una distribuci­ón táctica muy pobre para enfrentars­e al Barcelona, Míchel en cambio dispuso a su Málaga de la manera ideal con un 4-4-2 y además con las caracterís­ticas de los jugadores adecuada. Insistimos en la necesidad de tener dos puntas frente al Barcelona para que cuando anules la jugada de los azulgrana puedas tener referencia­s claras para evitar la presión. Una sola referencia hace que sea complejo que los compañeros lo encuentren. Que tarden en intentar pasar el balón y es entonces cuando el sistema defensivo del Barcelona tiene localizado al jugador para robarle el esférico. Con dos referencia­s, el jugador que posee el esférico tiene mayor facilidad y el defensa y su posible ayuda dudan. Si además los centrocamp­istas de banda que conforman el 4-4-2 tienen capacidad para proyectars­e en ataque, la salida hacia el punta tiene continuida­d en el juego por el apoyo de estos hombres. Y esa forma de jugar le pasó factura al Barcelona, que no sabía cómo poner esa marcha que faltó durante todo el día de ayer. De nuevo fueron los cambios de Valverde los que dinamizaro­n el juego azulgrana.

La grandeza de Messi. El Barcelona ofreció una imagen apagada durante demasiados minutos y además lo hizo frente a un colista que solo tenía un punto. Y fue curioso porque los jugadores pare- cían cumplir con el guion. Buena posesión del balón, acompañami­ento de los jugadores, movilidad de todos. Variación en la posición de los puntas para generar espacios en la banda confundien­do a la línea defensiva malacitana. Por ejemplo, cuando tanto Suarez como Deulofeu se colocaron entre uno de los centrales y el lateral. Para forzar a la línea defensiva a juntarse y así abandonar las bandas. Detalles que demuestran que el servicio técnico azulgrana trabaja en la búsqueda de soluciones ante los dispositiv­os tácticos del rival. Pues ese aclarado que necesitaba de la colectivid­ad del equipo y que no se consiguió, lo generó Messi, él solito, para que el Barcelona marcara el segundo gol. Un pase vertical extraordin­ario de Mascherano, qué gran partido el suyo, superando dos líneas hacia Messi. El argentino realizó un control orientado y giró sobre si mismo. E inició un cambio de ritmo vertical hacia los centrales para atraerlos. En el momento de realizar el pase a Iniesta, el astro argentino tenía a su alrededor a cuatro jugadores que él solito había atraído.

La importanci­a del repliegue. Una clara diferencia entre el Barcelona del año pasado y el actual es que cuando no domina el encuentro no encaja goles. Y esto es debido a la actitud disciplina­da de los jugadores tratando como sea de activar el repliegue. Y lo hace partido tras partido, por muchos buenos resultados se acumulen. Y eso es clave para los éxitos.

El Barça ofreció una imagen apagada, lastrada también por el buen planteamie­nto de Míchel

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ALBERT GEA / REUTERS Messi tratando de deshacerse de Gonzalo Castro, ayer en el Camp Nou
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