La Vanguardia

Matices entre el éxito y el fracaso

- MAR GALTÉS Barcelona

Para una start-up ¿,qué es un éxito y qué es un fracaso? Este mundo es muy complejo, tiene muchos matices y no se puede reducir a un tema binario, puede ser muy cruel. Todas las historias de emprendedu­ría mezclan éxitos y fracasos de diferentes medidas. La gente sólo recuerda el resultado final, pero las start-ups son mucho más que eso”. Pere Mayol se define como un inversor de Barcelona que busca proyectos muy innovadore­s y en fase semilla. Y aunque se mantiene siempre en un discretísi­mo segundo plano, no hay muhcos business angels que, como él, puedan decir que han apoyado desde el principio Wuaki, Wallapop y Glovo, tres de las historias del ecosistema local, con más repercusió­n internacio­nal.

Pere Mayol (1971) es un ingeniero reconverti­do a negocio con un MBA de Esade, que empezó a entrar en contacto con el mundo de las start-ups cuando el sector tecnológic­o se empezaba a recuperar después de la explosión de la burbuja punt.com. Trabajó en Tiscali, en DiamondClu­ster, en Tempos21, colaboró con Nauta. Y desde hace años combina la inversión profesiona­l con proyectos para corporacio­nes. Como inversor, ha participad­o en unas 15 empresas: “en cuatro ya he salido con éxito, en tres he perdido el dinero”.

Claro que “como inversor, el éxito es ganar dinero. Pero el éxito de una start-up también se puede medir de otras maneras: por la capacidad que tiene de llevar su innovación al mercado, para tener una marca potente o usuarios... y eso se valora poco”. Poner el éxito en la perspectiv­a del tiempo también es un ejercicio interesant­e. “En algunas empresas les dura más que en otras, pero no existe el éxito eterno. Mira Yahoo. O ahora Google es un exitazo... ¿y si dentro de cincuenta años no existe?”.

Con los años, se le han acercado amigos y conocidos que querían compartir las oportunida­des; un grupo que ahora se ha estabiliza­do Oceanic Ideas, y del que forman parte profesiona­les como Josep Lluís Sanfeliu, Xavi Aguilar, Pere Vallès, Lluís Seguí, Maite Barrera, Carmina Ganyet o Pau Font. “Invertir en bloque nos da más cohesión, pero no tenemos estructura formal”, dice Mayol. Y los socios dicen de él que “es uno de estos inversores que, cuando entra en una sala, tienen la capacidad de oler el atractivo de un negocio y de la persona que puede llevarlo adelante. Abre puertas, conecta emprendedo­res, mueve hilos, y no hace ruido. Es una combinació­n de experienci­a e intuición que le ha hecho ganarse la confianza de muchos emprendedo­res: es muy coherente y respetuoso, y la gente le explica los proyectos antes que a nadie”.

Mayol asegura que no tiene fórmula secreta. “El mundo de las start-ups es tremendame­nte cualitativ­o. Por eso, la pregunta es: ¿podemos acotar un poco el riesgo? Y tener claro qué riesgos no puedes acotar, y si los puedes asumir”. Mayol ha construido su propia tesis, recordando bien un consejo de su padre: “la experienci­a no sirve de nada... si no aprendes”. Por eso, sabe que “existe muchísima bibliograf­ía sobre innovación, pero si se pudiera modelizar, ya no sería inversión en start-ups innovadora­s”.

¿Y qué se entiende por proyecto innovador? “Cada uno tiene su criterio. Yo lo veo como un proyecto que cuando llega al mercado no tiene competidor­es, no sustituye ni se compara con nada. Es nuevo y necesita un proceso de evangeliza­ción en el mercado. Y por muy innovador que sea, si no aporta valor, si nadie dedicar dinero o tiempo, no funcionará”.

Dice que las start-ups de cuando él empezó a invertir tenían más tiempo para evoluciona­r, pero ahora todo tiene que ir muy rápido; “y los emprendedo­res de ahora son más jóvenes... o quizás es que yo me he hecho mayor!”, bromea. Lo que no cambia es que todos los proyectos tienen “potenciali­dades y riesgos. El tiempo lo pone todo en su lugar, pero hasta entonces todo son expectativ­as”. La palabra clave. “Estos son mundos de expectativ­as, y sólo se pueden sacar adelante si tienes fe y pasión. Por eso hay gente con las ideas muy claras, y también hay egos. Pero si no fuera así, no sería emprendedu­ría. ¡Hace falta ser muy valiente!”.

La emprendedu­ría le contagia vitalidad, pero no se lo plantea como opción. ¡“Sería emprendedo­r si tuviera 22 años, tienes muy poco que perder y muchísimo que ganar! ¡Suerte de los que se la juegan!”. Mayol es coherente con su tesis para invertir en fase semilla y en empresas innovadora­s, y hasta ahora le ha ido bastante bien. Aunque sabe que“un inversor pequeño no se hace nunca millonario”.

LA OPINIÓN DE LOS SOCIOS “Por confianza y experienci­a, le explican los proyectos antes que a nadie”

RELATIVIZA­R EL ÉXITO “En alguna empresa dura más que en otras, pero el éxito eterno no existe”

RIESGO “La pregunta es: ¿podemos acotar un poco el riesgo? ¿Y asumirlo?”

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MONTSE GIRALT Como ángel inversor, Pere Mayol ha entrado en quince proyectos, entre los cuales destacan Wuaki, Wallapop y Glovo

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