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Las opciones para frenar la aplicación del artículo 155, y la victoria del primer ministro japonés, Shinzo Abe.
EL primer ministro japonés, el conservador Shinzo Abe, ha ganado ampliamente las elecciones legislativas celebradas ayer en Japón, convocadas por él mismo un año antes de lo que correspondían para aprovechar la debilidad de la oposición y consolidar su poder. En este adelanto electoral ha influido la necesidad de pasar página ante los numerosos escándalos que le afectan tanto a él como a su partido y, de esta manera, poder disponer de un gobierno fuerte para afrontar dos grandes retos: el relanzamiento de la economía –la tercera del planeta– y la firmeza del país frente a las amenazas militares de Corea del Norte.
El ambicioso plan de impulso económico puesto en marcha en el 2012, y conocido como abenomics, con masivas inversiones públicas para estimular la demanda interna, una política monetaria superexpansiva y múltiples reformas estructurales será reforzado, a partir de ahora, con nuevas inyecciones de capital por valor de 15.000 millones de euros. Con ello pretende seguir garantizando el crecimiento económico de Japón, intentar contrarrestar la deflación –algo que todavía no ha logrado– y reducir el creciente nivel de precarización del mercado de trabajo. Paralelamente, en el ámbito energético, Abe podrá imponer también su criterio de mantener la producción nuclear de electricidad pese al impacto negativo que tuvo la catástrofe de Fukushima en el 2011.
El Partido Liberal Demócrata (PLD) de Abe y sus aliados de centroderecha controlarán el Parlamento, tras las elecciones de ayer, con una amplia mayoría de dos tercios. Esta situación política refuerza al presidente japonés en su política de dureza frente a Corea del Norte, en la que apoya al presidente Trump en su estrategia de mantener abiertas todas las opciones, incluidas las militares. En este sentido quiere incrementar su alianza estratégica con Estados Unidos y mejorar los sistemas de defensa antimisiles de Japón. Por el momento, sin embargo, en sus primeras declaraciones tras la victoria electoral ha afirmado que hay que reforzar la diplomacia para hacer frente al peligro norcoreano, que ya ha logrado hacer que dos misiles de largo alcance hayan sobrevolado el archipiélago nipón.
Marcadamente nacionalista, Abe pretende también iniciar la reforma de la Constitución para que pueda autorizar explícitamente a Japón a disponer de un ejército propio con capacidad ofensiva, algo que no le permite la actual Carta Magna, elaborada bajo las directrices de Estados Unidos en 1947, que le exige la renuncia a la guerra para resolver los conflictos internacionales.