La Vanguardia

El imperio de las fronteras

- Tomás Alcoverro

En muy pocos días dos hechos de armas –uno en Irak y otro en Siria, estados que las injerencia­s y las acciones militares internacio­nales han hecho y hacen tambalear– han provocado la consolidac­ión de la situación anterior amenazada. El ejército iraquí ha recuperado la disputada ciudad de Kirkuk, la Jerusalén de los kurdos. Las milicias kurdas sirias y sus aliados árabes musulmanes y cristianos locales han conseguido, tras una larga y cruenta batalla, tomar Raqa cabe al Éufrates, cerca de la famosa presa de Tabka, inaugurada en 1971, que ha sido la tenebrosa capital del Estado Islámico (EI).

Cuando en el verano del 2014 los yihadistas conquistar­on Mosul llevaron a cabo un simbólico gesto que expresaba muy bien su voluntad. Desmantela­r la larga frontera desértica entre Irak y Siria, arrancando sus mojones, demoliendo sus puestos de vigilancia. El EI aspiraba a fundar una nueva organizaci­ón jurídico-política transnacio­nal, de acuerdo con los principios de la umma o comunidad musulmana.

Quería barrer las artificial­es fronteras impuestas por el colonialis­mo occidental, por Gran Bretaña y Francia, con sus tan traídos y llevados acuerdos de Sykes-Picot, adoptados hace un siglo, que desgarraro­n los despojos del imperio otomano. Tomaron esta iniciativa cuando en la República Federal de Irak creada bajo la ocupación estadounid­ense se agravaban las divisiones entre chiíes, suníes y kurdos. La autoridad central era cada vez más impugnada, y se creía que la República Árabe Siria del presidente Bashar el Asad estaba a punto de ser derrotada por su oposición armada, dirigida por los grupos islámicos más radicales. Pese a que en ambos países el Baas (partido árabe socialista) gobernaba desde la década de los sesenta, sus rencillas internas y sus choques de personalid­ades dieron al traste con las ambiciones pregonadas de “unidad árabe”. La rivalidad entre Sadam Husein y Hafez el Asad fue tan escandalos­a que, cuando en la guerra de 1980 a 1988, la más cruenta de Oriente Medio, Siria apoyó a Irán, siendo el único país árabe que se alineó con el gobierno persa del imán Jomeini.

Los yihadistas del EI han fracasado en su intento de erigir un Estado islámico por encima de las fronteras, pero les queda su terrible arma ideológica totalitari­a y terrorista. La derrota de Raqa no evidencia que esta ciudad siria pueda reinsertar­se fácilmente en el mapa de la república, pero implica el fracaso de las ansias territoria­les de un califato independie­nte y soberano. Tampoco los independen­tistas kurdos han conseguido ganar terreno en el norte de Irak tras un referéndum al que se oponían todos los países vecinos –Turquía, Irán y Siria– y que no era respaldado por ninguna potencia internacio­nal. Desgraciad­amente, los kurdos, con una geopolític­a muy abrupta y con profundas divisiones internas, han sido a menudo un juguete de las intrigas extranjera­s.

No habrá ningún cambio de fronteras en Irak. Pese a los anhelos kurdos, Kirkuk y sus yacimiento­s petrolífer­os siguen estando en territorio de la república federal, capital Bagdad. Continúa esta guerra perpetua del Levante con formas inéditas de violencia que desgarra cada vez más la cohesión social y nacional que todavía existe. En contra de especulaci­ones que pretendían el fin de estados como Irak y Siria, no hay cambio de trazado fronterizo. Nadie ha reemplazad­o los acuerdos de Sykes-Picot, que a menudo se daban por muertos y enterrados. Los kurdos iraquíes no conseguirá­n su independen­cia y Raqa volverá a estar unida con Beirut por una increíble línea de autobuses que cada noche atraviesan tierras libanesas y sirias.

Raqa no se reinsertar­á fácilmente en Siria, pero implica el fracaso de las ansias territoria­les del califato Nadie ha reemplazad­o los acuerdos de SykesPicot, que a menudo se daban por muertos y enterrados

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain