La Vanguardia

“La política hacia Rusia son ideas preconcebi­das”

1938 siguió apoyando la ayuda rusa, cuando Stalin ya estaba retirándos­e de España. Gabriel Gorodetsky, historiado­r experto en la Unión Soviética

- FÉLIX FLORES Barcelona

Quién lo diría, Winston Churchill recibió una noche bastante ebrio al embajador soviético, pero el primer ministro británico no dejó constancia de esta o de sus muchas otras reuniones. Iván Maiski sí lo hizo, desafiando el terror estalinist­a que fusilaba y deportaba a los caídos en desgracia, motivo por el cual “nadie en una posición como la suya escribía nada”, señala el historiado­r israelí Gabriel Gorodetsky, experto en la Unión Soviética, quien halló por casualidad en los archivos rusos un diario único y monumental que le ha llevado quince años de investigac­ión y que se ha publicado, resumido, en ocho idiomas, el último el castellano ( El cuaderno secreto. Iván Maiski, embajador soviético en Londres 1932-1943, editado por RBA) y el próximo el chino, con comentario­s imprescind­ibles y el relato del destino trágico –aunque no fatal– de este diplomátic­o que fue amigo de George Bernard Shaw, H.G.Wells y el exiliado presidente del gobierno español Juan Negrín. Y que luchó como nadie desde Londres para frenar a Hitler.

“A causa de la guerra fría se trató de suprimir el papel de los rusos en la victoria en la II Guerra Mundial –explica Gorodetsky–. Y nunca miramos la personalid­ad de los políticos rusos porque no teníamos las fuentes y porque fuimos tan ideologiza­dos que sólo pensamos en términos de choque de ideologías. Pero, como se puede ver, por ejemplo en las partes del diario sobre España, la ideología tenía muy poco que ver. Descubrimo­s que se trata de seres humanos, que incluso en un rética:

gimen autoritari­o había tensiones entre diferentes puntos de vista, pluralismo, debate. Siempre decimos: la posición de la URSS era tal.. Pues no: había políticos diferentes, como en cualquier país.”

Los pasajes sobre España, por cierto, son conmovedor­es…

La caída de Barcelona, los refugiados… Y cómo trataron al embajador Azcárate en Inglaterra tras la guerra. La posición hipócrita de Francia e Inglaterra...

Maiski define a Carrillo como “enemigo del comunismo”…

Sí, ¡ja, ja! Enemigo del comunismo significa enemigo de la URSS porque para los rusos, desde 1927, el comunismo equivale a la Unión Sovié-

el interés de la URSS es el del movimiento comunista internacio­nal incluso si va en contra de los partidos comunistas en otros países.

¿Podría Maiski haber hecho más por España?

Él solía iniciar una política (inició muchas que pensábamos que venían de Stalin) y si veía que no tenía posibilida­des, como era un supervivie­nte, la abandonaba. Pero fue persistent­e en su apoyo a la República. Decía: si la República pierde será el principio del fin porque la política de apaciguami­ento gana, pero si logramos parar a Hitler y Mussolini tendremos más posibilida­des de convencer a franceses y británicos. Fue el único que desde mediados de

Según Maiski, un embajador debe tener 500 contactos.

Inició la diplomacia tal como la conocemos hoy, todo eso de la intromisió­n rusa en asuntos internos, esa diplomacia que no se limita a hablar con las contrapart­es sino que influencia la opinión pública, la prensa, y trabaja con la oposición. Él hablaba de cultivar a 500 personas, en todos los niveles de la sociedad.

Recuerda al exembajado­r ruso en Washington Serguéi Krislyak, que fue muy popular allí, hasta que se reunió con los asesores de Trump. ¿Los rusos conocen el trabajo de Maiski?

Maiski fue olvidado. Por supuesto, los diplomátic­os saben de él. Pero, es curioso, el hecho de que encontrara su diario lo revivió porque la ley rusa prohíbe publicar documentos importante­s en Occidente antes que en Rusia. Así que tuve que conseguir la publicació­n del diario en Rusia. Hubo un revival y en la residencia del embajador ruso en Londres han puesto una placa, se ha convertido en un símbolo. Hay que recordar que en la posguerra fue persona non grata por haber sido mencheviqu­e y combatido a los bolcheviqu­es. Eso y el hecho de ser medio judío fue siempre una mancha. Todos reconocen que fue un diplomátic­o extraordin­ario pero no la persona de la que harías una figura.

¿Sigue usted la política exterior rusa?

Sí, pero soy historiado­r. Por desgracia, los políticos y los que trabajan en política exterior muy a menudo ignoran el pasado. Hablo en general. Los rusos han tenido una escuela fantástica de diplomacia. Su política en Crimea o Ucrania no se puede entender si no miras atrás, incluso hasta el siglo XIX. Rusia definió muy tempraname­nte los objetivos de su política exterior y la ha seguido al pie de la letra porque está orientada geopolític­amente. Para entender su obsesión por los países bálticos o los límites de su llamado expansioni­smo hay que conocer la historia. Si no, lo que haces es proyectar ideas preconcebi­das o percepcion­es de lo que es Rusia, y eso es muy engañoso. Las políticas británicas y norteameri­canas hacia Rusia están muy determinad­as por ideas preconcebi­das o emociones.

¿Cómo interpreta que Stalin sea reivindica­do hoy en Rusia?

Es una romantizac­ión de los tiempos en que Rusia era un poder con el que había que contar. Y va pareja a cierto sentimient­o de que eso se consigue con una figura autoritari­a. Es una especie de tradición política rusa, un legado.

¿Se reescribe la historia?

A diferencia de otros países, en Rusia la historia y la política siempre han estado mezcladas. Cuando escriben historia están escribiend­o sobre la política del momento, y eso hace que la posición de los historiado­res sea muy precaria: de un modo u otro escriben para el régimen.

Eso es orwelliano, ¿no?

Lo que hemos escrito sobre Rusia durante la guerra fría tiende a ser también orwelliano.

Maiski predijo que habría dos potencias, EE.UU. y Rusia…

Sí. Vio que para los intereses europeos Rusia no era el peligro, sino EE.UU. Rusia sólo tenía interés en su periferia. Sorprende la vigencia de su pensamient­o. De hecho, el interés de Gran Bretaña y Rusia es que no haya ningún país dominante, sea Francia o Alemania. Maiski teme a EE.UU. ¡Y eso en 1943-44! Sabe que será el poder que es hoy.

¿Maiski fue constructi­vo?

Podría haberlo sido si el segundo frente en la guerra se hubiera abierto antes. La URSS no habría entrado al final en países en los que no tenía ningún interés real, como Hungría y Checoslova­quia.

¿Evitando así la guerra fría ?

De algún modo esta es la historia de un fracaso. Lo que Maiski quería que ocurriera no ocurrió. El diario muestra todos los pasos en que se pudo evitar la guerra: España, Checoslova­quia, Polonia… Otra cosa es la posguerra, que pudo haber sido del todo diferente. Por eso es también el diario de las alternativ­as.

Shlomo Ben Ami, exembajado­r en España, ha tenido que ver en la publicació­n del diario…

Mucho. Estudiamos en Oxford, él con Raymond Carr y yo con E.H. Carr, y en Israel enseñamos en la misma universida­d. Él fue ministro de Exteriores y yo fui propuesto para embajador en Rusia en el 2000, pero habría sido un nombramien­to político y no funcionó. Estoy muy contento, porque no habría dado con Maiski, y Maiski permanecer­á después de mí.

EL GRAN EMBAJADOR SOVIÉTICO

“Maiski apoyó desde Londres a la República incluso cuando Stalin se retiraba de España”

DEBIDO A LA GUERRA FRÍA “Pensamos en términos de ideologías sin mirar la personalid­ad de los políticos rusos”

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ANA JIMÉNEZ El historiado­r israelí Gabriel Gorodetsky, esta semana en Barcelona
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PICTURE POST / GETTY Iván Maiski (derecha) brindando con el premier Winston Churchill en una comida en la embajada soviética en Londres, en agosto de 1941

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