La casa de los orangutanes triunfa en el Open House
Quién ocupará el local más diáfano y deseado de Sant Antoni; la octava edición de la fiesta de la arquitectura responde a preguntas como esta
El Open House, la fiesta de la arquitectura que comenzó en Londres en 1992 y que ya se ha extendido a 36 ciudades de todo el mundo, vivió ayer su octava edición en Barcelona. Ha sido otro éxito de asistencia, incluso en
una casa que contradice el espíritu de puertas abiertas de la cita. Una casa cerrada y bien cerrada. Y así debe ser. Sus inquilinos tienen tanta fuerza que pueden aflojar con las manos tuercas ajustadas con herramientas neumáticas. Los orangutanes del zoo.
El festival, que se ha celebrado este fin de semana, ha permitido conocer noticias e historias semiolvidadas. El público ha descubierto, por ejemplo, que la multinacional Lidl se ha hecho con una de las superficies comerciales más diáfanas y ambicionadas de la ciudad, de más de 1.800 m2 y sólo tres pilares, en la primera de las cuatro plantas subterráneas del
remozado mercado de sant Antoni, que se reinaugurará en abril.
Los visitantes también han conocido el primer inmueble que se construyó en Barcelona con cemento armado, en la Diagonal con Tuset. Y que las Torres Venecianas de la plaza Espanya se llaman así porque imitan las de la basílica de san Marcos de Venecia. Han visitado pisos vanguardistas, como el dúplex Tibbaut, y pisos museo, como el de la casa Bloc. También viviendas sociales de Arrels Fundació, o adaptadas para personas mayores, como las del solar donde estuvo la sala Cibeles. En el único pisito donde no pudieron interactuar con los ocupantes
fue en la nueva instalación para orangutanes. El estudio Forgas Arquitectes dignificó así en el 2015 el espacio que el zoo destinaba a estos grandes primates.
El propio Joan Forgas, que dirigió el proyecto junto a Dolors Ylla-Català, hizo de guía en las visitas y fue un agradable divulgador de las cuestiones arquitectónicas, mientras que las etológicas corrieron a cargo de las primatólogas del parque, que también brillaron. Lo primero que pensó el auditorio es cuánto ha mejorado el zoo, a pesar de las críticas recurrentes de los animalistas que lo califican de prisión. Los orangutanes, que antes ocupaban un habitáculo de 49 m2, tienen ahora una instalación de más de mil. En los noventa, el parque cometió una crueldad intolerable y hoy impensable con Moo, que estuvo casi cuatro años en un dormitorio interior, sin luz del sol, porque era un híbrido de orangután de Borneo y de Sumatra. Pere Ortín publicó en este diario la historia de este ejemplar maldito, finalmente cedido a otro zoo (22 de junio de 1996, página 37).
Qué lejos parecen hoy los cruces antinaturales, las dependencias ocultas... Las modernas cuatro estancias de los orangutanes se pueden interconectar y hay dos áreas climatizadas para cuando las temperaturas desciendan de 15 grados. “Es la primera vez que no hablo con mis clientes, pero tuve excelentes mediadores”, bromea Joan Forgas, que ideó
La instalación de estos grandes primates salda una vieja deuda con Moo, un híbrido, un ejemplar ‘maldito’
una innovación que ya copian otros zoológicos: barras de metal que imitan el cimbreo de las ramas de la jungla tropical.
Sólo hay 264 orangutanes en cautividad. Siete de ellos son estos. O eran, porque Jingga, que nació en el 2009 y ya es fértil, ha sido trasladada a otro zoológico para evitar la consanguinidad. Pronto le seguirá Sari. En un mundo ideal los zoos no harían falta, pero para muchas especies esta es la única forma de garantizar su supervivencia y una buena reserva genética. Los trípticos del Open House incluían un inexplicable error y afirmaban que quedan 104.700 orangutanes de Borneo (Pongo pygmaeus) y 14.600 de Sumatra (Pongo abelii). Por desgracia, no llegan a los 49.000 y 6.600, respectivamente. Los primeros están en peligro de extinción y los segundos en peligro crítico. Su principal amenaza es el aceite de palma, que desforesta inmensas zonas de su hábitat para el monocultivo de este producto, hoy casi ubicuo. “Tenedlo en cuenta en el súper”, dice Eli, una de las primatólogas.