Equidistancia finita
El PSC está sufriendo de lo lindo en Catalunya por su postura en la crisis catalana y por el papel de muleta del Gobierno de Rajoy que el PSOE ejerce en este asunto. La presión es muy elevada aunque hay quien piensa dentro del PSC que lo peor (electoralmente) todavía está por llegar.
Alcaldes y concejales socialistas son blanco de las críticas y pierden apoyos hasta el punto que peligran sus gobiernos y su base electoral. Y es que la crisis de Estado por Catalunya está forzando a los partidos a posicionarse claramente y cada vez queda menos espacio para la ambigüedad.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, representa el último gran bastión de la equidistancia en Catalunya a pesar de que el pacto de gobierno que mantiene con los socialistas también se ha contaminado del ambiente hostil hacia el PSC. Es encomiable cómo Colau salvó el difícil reto del referéndum del 1-O que apoyó pero no convalidó. Lo superó gracias a las cargas policiales cuya condena unieron a Comunes y PSC y los hizo aparecer más cercanos a la causa independentista. Pero la decisión del Gobierno del PP de intervenir la autonomía de Catalunya con el aval del PSOE ha vuelto a situar a los socialistas catalanes en la cuerda floja. Colau no quiere romper el pacto con el PSC pero los hechos son muy tozudos y la alcaldesa no puede rechazar la aplicación del artículo 155 de la Constitución con una mano y con la otra mantener en el gobierno municipal a los cómplices de la intervención de las instituciones catalanas. De ahí la presión que Colau ejerce sobre sus socios para que se desmarquen del PSOE, como hicieron al repudiar las cargas policiales. Solo así Colau podría salvar el pacto. ¿Romperá el PSC con el PSOE por apoyar la intervención de Catalunya?
Es improbable, aunque sí puede haber una ruptura interna en el PSC como muestra el constante el goteo de relevantes socialistas catalanes contrarios al 155, entre los cuales está el teniente de alcalde Jaume Collboni. Entonces, ¿romperá Colau el pacto de gobierno? Dependerá de lo que hagan el PSC y Collboni, que conoce la división entre los Comunes sobre su alianza con los socialistas.
Si rompe el pacto, Colau, con solo 11 concejales, volvería al duro desierto de la gestión en inframinoría y el último tramo del mandato sería en un calvario. Por eso, la alcaldesa está obligada a elegir más pronto que tarde. Cada día que pasa es un día menos que le queda a su equidistancia. ¿Qué camino tomará si hay una ruptura con el PSC? Puede mantenerse en minoría hasta que las forzadas elecciones definan un Parlament renovado y buscar nuevas alianzas. También puede intentar un acuerdo con las fuerzas soberanistas (PDeCAT, ERC y CUP) para formar un gobierno de amplia mayoría (28 concejales) sabiendo que esto la señalaría como presidenta de un ayuntamiento independentista. Los partidos soberanistas estarían dispuestos a discutir esta hipótesis como respuesta a una situación excepcional y que sería especialmente significativa por el papel de Barcelona como capital de Catalunya. Esta semana será clave para el futuro.
Colau es consciente de que el tiempo de la ambigüedad se agota y se acerca la hora de escoger qué camino tomar