Los recelos hacia la ‘terraferma’
Los habitantes de la Venecia insular, víctima del despoblamiento, quieren segregarse de la parte continental
El escaparate de la farmacia Morelli, cerca del puente de Rialto, supone un golpe diario al orgullo veneciano. El contador electrónico no cesa de dar números cada vez más bajos. Está ya en 54.004. Es la última cifra de habitantes empadronados en la isla principal del centro histórico, la Venecia que visita la mayoría de turistas. El despoblamiento no se detiene. Venecianos de toda la vida, de muchas generaciones, acaban sucumbiendo a la tentación de trasladarse a la terraferma, ala parte continental del municipio (Mestre, Marghera y otros distritos), donde vivir es más fácil y, sobre todo, más barato, aunque al precio de decir adiós, ellos y sus hijos, a una cultura milenaria.
Hemos acompañado a votar a Matteo Secchi, un incansable activista, el alma de la organización Venessia.com, que organiza desde hace años múltiples acciones de impacto internacional para sensibilizar sobre el peligro de que Venecia, como suele decir, “se convierta en otra Pompeya”.
Secchi ha votado sí en el referéndum para pedir a Roma una ampliación de la autonomía de Véneto, aunque es escéptico sobre las consecuencias prácticas. A este activista le gustaría, al menos, que los niños vénetos, en el futuro, estudiaran más a fondo la historia de su región, en especial de la República de Venecia, la Serenissima, que existió entre finales del siglo VII y 1797, nada menos que once siglos. “Fuimos durante un tiempo la tercera ciudad más poblada de Europa, después de París y Nápoles –recuerda Secchi–. Italia, que sólo tiene poco más de 150 años, nunca ha reconocido nuestra relevancia cultural. En los libros de historia de la escuela, estábamos en un rinconcito. Sabe mal que nuestra historia sea tan infravalorada. En la universidad de Cambridge, por el contrario, sé de una profesora que hace al revés, explica la historia de Italia a partir de la historia de Venecia”.
Una veintena de organizaciones ciudadanas de la Venecia histórica, entre ellas Venessia.com, impulsan desde hace tiempo la celebración de un referéndum para la segregación de la parte insular del municipio de Venecia. Quieren separarse de la terraferma porque consideran que no se ocupan bien de sus problemas específicos. En todos los núcleos de la laguna viven hoy unas 82.000 personas, mientras que en el continente son unos 180.000. La proporción comenzó a invertirse de manera dramática a principios del siglo XX y continúa.
Este referéndum municipal debía celebrarse, por voluntad de sus promotores, ayer mismo, coincidiendo con la consulta sobre la ampliación de la autonomía, pero no hubo acuerdo político. Las burocracias de los partidos se oponen.
Secchi se lamenta de que ninguno de los líderes regionales, ni siquiera el alcalde, resida en la Venecia histórica. Son ajenos a la idiosincrasia de la ciudad de los canales. “En la terraferma a nadie le importa lo que ocurre en Venecia –agrega el activista–. Estamos administrados por no venecianos. Ellos llegan aquí en taxi (acuático), entran en los palacios del poder y luego se van. No se quedan aquí por la noche a tomar una cerveza con los amigos”.
Venecia, que fue una potencia mediterránea y global, ya se reinventó con la fuerte crisis tras el descubrimiento de América. En el siglo XX hubo un desarrollo industrial en la zona de Marghera, con graves consecuencias ecológicas. Luego desarrolló al máximo la cultura y el turismo, primero los hoteles, ahora los pisos turísticos. “¿El próximo paso cuál será? –se pregunta Secchi, mirando de reojo al contador de la farmacia Morelli–. Ya lo hemos hecho todo”.
Los herederos de ‘la Serenissima’ lamentan que Italia no valore su historia, de un Estado que duró once siglos