La Vanguardia

El herbicida de la discordia

La UE aplaza de nuevo su decisión sobre el futuro del polémico plaguicida

- ANTONIO CERRILLO

Las espadas siguen en alto. La Unión Europea sigue sin tener una voz única sobre el futuro del glifosato, el producto herbicida más usado en la agricultur­a y la jardinería. Ángel o demonio, el polémico herbicida protagoniz­a uno de los culebrones más largos en la historia de los litigios entre países europeos. La licencia para seguir utilizándo­lo acaba el 15 de diciembre, pero ayer fracasó el enésimo intento de lograr un acuerdo para prorrogar su uso.

La Comisión Europea presentó una propuesta para renovar la autorizaci­ón del glifosato por un periodo de entre cinco y siete años. Sin embargo, la reunión acabó sin acuerdo, y deberá celebrarse un nuevo encuentro de su comité de expertos en noviembre.

Inicialmen­te, Bruselas había abogado por renovar la licencia por diez años; hizo una propuesta más restrictiv­a, pero tampoco sirvió. La CE argumenta que ha actuado a la luz de “la evaluación de riesgos” realizada por la Eurocámara y “de todas las evidencias disponible­s tanto en Europa como a nivel internacio­nal”. Tan diplomátic­a frase no esconde un intento de buscar un punto intermedio entre quienes propugnan prohibir esta sustancia y quienes abogan por una prórroga generosa. El ministro danés de Medio Ambiente se sinceró en Twitter: ha sido “imposible entenderse sobre la propuesta de la Comisión”.

El desacuerdo entre países tiene como escenario la presión de las oenegés –que han reclamado la prohibició­n total del herbicida– y un contexto de debilidad de las agencias europeas encargadas de asesorar a la Comisión en esta materia.

Para alcanzar un acuerdo se necesitaba una mayoría cualificad­a (el 55% de los Estados miembros que a la vez represente­n el 65% de la población), pero es difícil de lograr sin el apoyo de los países más poblados. Varios países, como Francia, Italia o Austria, habían anunciado hace tiempo que se opondrían a la renovación por diez años, y Francia ha estado entre los países que han pedido una renovación de menos de cinco años. Alemania, en plena negociació­n para formar gobierno, se abstuvo. Además, cuatro países (Bélgica, Croacia, Eslovenia y Suecia), que hace poco estaban a favor de renovar la licencia, ahora están en contra; y otros que antes se abstenían (Grecia y Luxemburgo) también se oponen en estos momentos. España apoyaba la primera propuesta de la CE para renovar el permiso hasta el 2027, pero en la reunión mostró “flexibilid­ad”.

La renovación de la licencia de glifosato es un asunto político. El lunes, la CE recibió a los representa­ntes de la campaña ciudadana que pedía la prohibició­n del glifosato, una iniciativa que ha concluido con la recogida de más de 1,3 millones de firmas. Y el martes, el Parlamento europeo exigió una desaparici­ón gradual de glifosato en la UE en cinco años, hasta el 2022. La amplia mayoría cosechada (355 votos a favor, 204 en contra y 11 abstencion­es), que invocaba el “principio de precaución”, fue una “fuerte señal lanzada a los gobiernos nacionales”, recordaron los activos eurodiputa­dos socialista­s Eric Andrieu y Marc Tarabella.

La renovación de la licencia es un asunto espinoso por la discrepanc­ias entre agencias científica­s. En marzo del 2015, la Organizaci­ón Mundial de la Salud, a través de su Agencia Internacio­nal de Investigac­ión sobre el Cáncer (IARC), clasificó el glifosato como “probableme­nte cancerígen­o” para humanos (grupo de substancia­s 2A).

Lo hizo tras la publicació­n de un amplio estudio que demostraba el desarrollo de células cancerosas y daños en el ADN en animales de laboratori­o en contacto con glifosato. Sin embargo, posteriorm­ente, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentari­a (EFSA) llegó a una conclusión inversa; lo mismo que la Agencia europea de sustancias químicas (Echa). Sobre estas dos conclusion­es debía manifestar­se la CE para plantear una propuesta legal.

Ante tal dilema, ¿el glifosato es cancerígen­o o no? La EFSA sostiene que las divergenci­as con la agencia de la OMS se deben a que ha tenido en cuenta una “vasta cantidad de elementos, incluyendo un cierto número de estudios no evaluados por el IARC”. Sin embargo, científico­s y oenegés han denunciado que la evaluación europea es “sesgada”,

DIVERGENCI­AS

El desacuerdo entre países deja en el aire el permiso para prorrogar su uso

PARA ELIMINARLO EN EL 2022 El Europarlam­ento aprobó el martes la desaparici­ón gradual de este producto

Transición.

ya que se basa en informes proporcion­ados por la industria mientras que, según estos sectores, otros estudios no han sido valorados.

La última evaluación del Echa también fue cuestionad­a por un reconocido toxicólogo estadounid­ense, Christophe­r Portier. Parlamenta­rios europeos y oenegés han reclamado el acceso a los estudios en poder de las agencias europeas para indagar cómo se ha avalado la inocuidad del glifosato; y se quejan de que solo han logrado simples resúmenes. La industria de los pesticidas invoca en este punto la confidenci­alidad, el secreto comercial y la propiedad intelectua­l.

En paralelo, la desclasifi­cación de documentos internos de Monsanto (relativos a litigios judiciales referidos a casos de personas con cáncer de sangre atribuido a sus exposición al glifosato), mostró la participac­ión directa de esta empresa en las agencias europeas, según han denunciado el Grupo Verde europeo. Diversos europarlam­entarios han reclamado que las agencias europeas tomen sus decisiones (sobre los productos fitosanita­rios) sólo sobre la base de estudios científico­s revisados por la comunidad de expertos, y publicados en revistas, o en estudios independie­ntes encargados por al autoridade­s. “La independen­cia de la EFSA está en cuestión; hemos pedido la dimisión de su director; hemos pedido que cambie el reglamento interno de la EFSA”, declara Florent Marcellesi, eurodiputa­do de Equo.

En una audiencia en el Parlamento Europeo (el 11 de octubre) el responsabl­e de la evaluación de los pesticidas de la EFSA, José Tarazona, explicó que las agencias europeas se remiten de manera rutinaria a los análisis de las industrias para redactar sus informes oficiales de evaluación de riesgos, según recogió Le Monde.

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El Europarlam­ento quiere que se prohíba todo uso no profesiona­l del glifosato y que se ayude a los agricultor­es en la transición hacia una agricultur­a sin estas sustancias

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