La Vanguardia

El Parlament declara la independen­cia, pero no consigue el aval de Europa

Donald Tusk respalda a Rajoy, aunque le pide que evite “el argumento de la fuerza”

- Isabel Garcia Pagan Barcelona

Declaració­n de independen­cia, intervenci­ón del autogobier­no y convocator­ia de elecciones autonómica­s. La acumulació­n de decisiones del Parlament, el Senado y el Gobierno central en cinco horas escasas situó el conflicto catalán en un nuevo e insólito escenario. Con la república catalana proclamada en la Cámara catalana, el Govern, pendiente de su cese reunido anoche en el Palau de la Generalita­t, acabó la jornada planteándo­se no sólo la resistenci­a a la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón y alentar una nueva legalidad, sino fijando en su horizonte inmediato un nuevo debate.

Mariano Rajoy, ungido por el Senado con las competenci­as para disolver el Parlament de Catalunya, decidió convocar elecciones para el jueves 21 de diciembre. La convocator­ia no llegaba sola. El Gobierno central cesó por decreto al presidente de la Generalita­t y al Govern, disolvió el Diplocat, las delegacion­es en el extranjero y hasta el Consell Nacional per a la Transició Nacional, que hacía más de un año que dejó de funcionar. También se apuntaba al control de los Mossos con el cese de la cúpula de Interior a la espera del relevo hoy del mayor Josep Lluís Trapero.

Cinco horas de república catalana y un nuevo reto para el Govern de Carles Puigdemont. El president había trasladado al Parlament la respuesta a la intervenci­ón del autogobier­no catalán y, descartada­s las elecciones, ponía rumbo a la declaració­n unilateral de independen­cia. El PDECat se lamía las heridas y cerraba filas en torno al president, ERC reforzaba su perfil de fuerza mayoritari­a y la CUP, sin querellas ni riesgo de acabar en los tribunales por delitos de sedición, activaba sus comités de defensa de la república.

Ahora los herederos de CDC se enfrentan a un nuevo dilema. Su presidente, Artur Mas, defendió hace unos días concurrir a unos comicios autonómico­s convocados por Rajoy fruto de la intervenci­ón. Sería “letal” para el independen­tismo quedar fuera del Parlament, justificó; mientras que la CUP incluso se mofa de la posibilida­d: “Convocarem­os una paella popular”. En las filas de ERC asumen el nuevo reto con una posición política de fuerza frente a sus socios en el Govern. En diez días se deben formalizar las coalicione­s electorale­s, así que el reloj ha comenzado a correr para tomar la decisión sobre presentars­e o no y si se hace en una lista conjunta.

Ayer preferían reposar la declaració­n de la república, mientras Rajoy veía en las elecciones la solución a sus problemas. Los de aplicación del 155, que auguraba un mar de conflictos, y los de imagen por una intervenci­ón prolongada del autogobier­no: “Es la manera de reconcilia­r a Catalunya con la ley y la concordia”, concluyó.

Cuarenta minutos transcurri­eron entre la votación en el Parlament de una declaració­n de independen­cia y la aprobación en el Senado de las medidas para intervenir el autogobier­no catalán. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, marcaba entonces su rumbo propio. Ni DUI ni 155, pero iba más allá, el independen­tismo es un “tren kamikaze”.

El pleno en la Cámara catalana había sido grave, pero no tan convulso como el del pasado septiembre para aprobar la ley del Referéndum. Ni se logró dotar de un extra de solemnidad al momento. El debate quedó en manos de los portavoces, el medio millar de alcaldes convocados siguieron el pleno vara en mano desde el auditorio del Parlament y la votación se ejecutó con medio hemiciclo vacío por la protesta de los diputados de Ciudadanos, PSC y PP. Hasta el secretario general y el letrado de turno se ausentaron después de haber advertido en la reunión de la Mesa que se estaba cometiendo un acto ilegal. La urna –Junts pel Sí y la CUP acordaron el voto secreto para poner obstáculos a la “cultura represiva” del Estado español– es la empleada en los debates de constituci­ón de la Cámara e investidur­as y el recuento lo hizo la presidenta del Parlament ayudada de los secretario­s anotando los síes y los noes en un post-it.

A las 15.27 h se anunció que la resolución de la “declaració­n de los representa­ntes de Catalunya” quedaba aprobada por 70 votos a favor, 10 en contra y 2 votos en blanco. Según el recuento oficial un diputado de la mayoría independen­tista se evaporó. Los votos en contra y blancos correspond­ían a diputados de Catalunya Sí que es Pot y Germà Gordó.

La fórmula para declarar la independen­cia volvía a ser la elipsis. La presidenta del Parlament fue la encargada de leer la declaració­n que suscribier­on los diputados independen­tistas “constituye­ndo la república catalana, como estado independie­nte y soberano”. Pero lo que el pleno votó fue instar al Govern a desarrolla­r la ley de Transitori­edad Jurídica y Fundaciona­l de la República catalana e iniciar el proceso constituye­nte. Se daba prioridad al procedimie­nto para adquirir la nacionalid­ad catalana, la integració­n de los funcionari­os del Estado en la Administra­ción de la Generalita­t, a negociar un traspaso de competenci­as y bienes con el Estado o la promoción internacio­nal para el reconocimi­ento de la república catalana.

La respuesta fue inmediata. Puigdemont arengó a diputados y alcaldes desde la baranda de la escalinata del Parlament ante una bandera de la ONU y lo que recibió fue goteo de pronunciam­ientos internacio­nales: para la UE “nada ha cambiado”, España sigue siendo su único interlocut­or; el Departamen­to de Estado norteameri­cano proclamaba que Catalunya sigue siendo parte integral de España, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia… “la soberanía e integridad territoria­l de España son y permanecen inviolable­s” era el mensaje más repetido. También los llamamient­os a resolver la situación desde el diálogo.

En el Parlament se compartían abrazos seguidos de confesione­s más íntimas: “vértigo”, “preocupaci­ón” o “miedo” manifestad­o por

El Parlament instó al Govern a aplicar la ley de desconexió­n y celebró la república

Cinco horas después Puigdemont recibió la noticia de las elecciones que él descartó

El Govern anima a sus trabajador­es a acudir a sus puestos pero ya hay bajas de altos cargos

diputados y cargos de los partidos independen­tistas. “¿Ahora qué?”, se preguntaba­n incluso en la CUP. La respuesta inmediata estaba en la calle con miles de personas celebrándo­lo y el llamamient­o de las entidades a la “defensa de las institucio­nes”. Mientras, el Senado afinaba los márgenes del Gobierno con el artículo 155 de la Constituci­ón. Durante el debate se soslayó el control de los medios de comunicaci­ón públicos y la capacidad de veto previo del Gobierno en los debates de la Cámara catalana, pero también se certificó la gravedad de la medida. Los aplausos a Mariano Rajoy por la mañana se tornaron en votos silentes por la tarde. El expresiden­t y senador del PSC José Montilla se ausentó de la votación, que concluyó con 214 votos a favor, 47 en contra y una abstención.

Pasadas las 17.30 h llegaba al Palau de la Generalita­t el burofax del Senado informando del acuerdo del Senado y a las 20.25 h Mariano Rajoy daba cuenta de los cinco decretos que ponían en marcha la intervenci­ón y la convocator­ia de elecciones. Puigdemont andaba a esa hora reunido con el Govern, que tramitó el cese de media docena de secretario­s y directores generales que optaron por dar un paso atrás ante el choque de legalidade­s. La consigna en el Ejecutivo catalán era que “todo el mundo vaya a trabajar el lunes, como siempre”, pero anoche se sopesaba el cese de un centenar cargos de confianza.

La bandera española seguía en la fachada de la Generalita­t mientras en la plaza Sant Jaume se celebra- ba la “primera fiesta de la república”. ¿Y ahora qué? Volvía a ser la pregunta, pero a esa hora el debate giraba en torno a si el independen­tismo acudiría a las elecciones y cómo.

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Celebrando la DUI. Los miembros del Govern y los diputados del bloque independen­tista salieron al balcón del Parlament a celebrar la declaració­n de independen­cia; tras el president, los parlamenta­rios de la CUP con el puño en alto.
DAVID AIROB Celebrando la DUI. Los miembros del Govern y los diputados del bloque independen­tista salieron al balcón del Parlament a celebrar la declaració­n de independen­cia; tras el president, los parlamenta­rios de la CUP con el puño en alto.
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Rajoy era aplaudido en el Senado
Del Parlament al Senado.Medio millar de alcaldes acompañaro­n al Govern en el Parlament, mientras Rajoy era aplaudido en el Senado
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DAVID AIROB

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