La Vanguardia

Trump abona la conspiraci­ón Kennedy

La publicació­n incompleta de los informes secretos alimenta la intriga

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Los conspirati­vos están que se frotan las manos por obra y gracia de Donald Trump, que, no se olvide, no es ajeno a esos suspicaces.

La publicació­n incompleta de los informes secretos sobre el asesinato del presidente Kennedy –los 300 documentos más importante­s siguen sellados, al menos hasta abril– no hace más que alimentar la teoría de la gran conjura a partir de Lee Harvey Oswald, oficialmen­te el autor único del magnicidio de Dallas, y su presunta relación con la CIA.

Entre relatos de toda una época, de fiestas sexuales, mafiosos, espías, del precio puesto a cabezas de enemigos o de sospechas hacia la interferen­cia soviética o de Cuba, por ahí en medio hay un informe de 1975 al que ya sacan punta los especulado­res.

En un comparecen­cia ante la llamada comisión Rockefelle­r, convocada por el presidente Gerald Ford para estudiar actividade­s no autorizada­s de la CIA, un letrado preguntó a Richard Helms, antiguo director de la agencia, y que era uno de los cargos el 22 de noviembre de 1963:

–¿Existe alguna informació­n vinculada al asesinato del presidente Kennedy en la que, en algún sentido, se muestre que Lee Oswald fue agente de la CIA?

El documento se corta ahí, sin la respuesta de Helms. Ese agujero abona el terreno de la intriga.

“No hay nada más salvo que Oswald está muerto”, frase de J. Edgar Hoover, director del FBI, recogida en un memorándum del 24 de noviembre de 1963. Jack Ruby ya había matado al magnicida, tras colarse en el cuartel de la policía de la ciudad texana.

Ante esto –el FBI había avisado a la policía local de ese posible ataque al detenido–, Hoover escribió: “Lo que me preocupa es tener problemas para convencer a los ciudadanos de que Oswald es el verdadero asesino”.

En 1964, en la comisión Warren que investigó el asesinato de Kennedy, Hoover aclaró que no tenía “ni un ápice de evidencia de que fuera un complot”.

Esto es lo que se dice una casualidad o una jugarreta del azar.

Hace 25 años que el presidente George H. W. Bush selló el secreto para una partida de papeles relacionad­os con la muerte de John Fitzgerald Kennedy. El Congreso concluyó que se debía cerrar el acceso después de que la película JFK, de Oliver Stone, había sugerido una gran conspiraci­ón de Estado para matar a Kennedy, con la CIA y el ejército como protagonis­tas estelares en el asunto.

Quién le iba a decir a Bush padre que, pasado un cuarto de siglo, la decisión de levantar ese secreto correspond­ería al presidente más conspirati­vo de la historia de Estados Unidos.

En su carrera electoral, Trump no sólo propagó la gran mentira de que su predecesor, Barack Obama, era un presidente ilegítimo por “ser africano”, sino que difundió (y difunde) cuantiosos bulos, falsos por naturaleza. De su ventilador de especulaci­ones no se salvó Kennedy, santo grial de los teóricos de los hechos alternativ­os. En campaña acusó al padre de su rival republican­o, el senador Ted Cruz, de raíces cubanas, de haber estado implicado en el magnicidio de Dallas (Texas).

Así que el capricho del destino ofrece a Trump, el presidente que oculta sus finanzas o su entramado empresaria­l, la oportunida­d de emerger como el adalid de la transparen­cia. Pero a la hora de levantar el velo, su estrategia rinde tributo a sus bases, las que creen en la existencia de “un Estado oscuro”, de las cloacas del poder.

A base de tuits, Trump creó la atmósfera para alentar las sospechas en el caso Kennedy. Hubo suspense hasta el jueves por la tarde, cuando se comunicó que, por consejo de los servicios de inteligenc­ia, se guardaban los documentos más codiciados por los historiado­res. Se han de revisar, por si acaso compromete­n la seguridad. La portavoz Sarah Huckabee Sanders prometió que saldrán en seis meses. “Lo menos editados posible”, señaló.

Analistas legales como Jeffrey Toobin calificaro­n de “vergonzoso” este calendario. Dado que la administra­ción dispuso de mucho tiempo, años, para prever esa revisión, el retraso se ve como una burda estrategia para cultivar esas teorías conspirati­vas.

De los 2.891 documentos liberados, los estudiosos consideran que sólo 53 nunca se habían desvelado. Son papeles en los que se cierne una sombra sobre el presidente Lyndon Johnson, que sustituyó a Kennedy. Los espías estadounid­enses captaron que la URSS creía que Johnson estaba detrás del asesinato.

En otro texto se recoge que un informante declaró que el Ku Klux Klan tenía una prueba de que Johnson fue miembro del grupo racista al inicio de su carrera política. Esa prueba nunca apareció.

UN INFORME DE 1975 “¿Hay algo que pruebe que Oswald era agente de la CIA?”... y la grabación se corta

INFORMACIÓ­N DELICADA La CIA tiene seis meses para revisar los últimos 300 documentos antes de ser publicados

En otros informes se descarta el interés de Cuba en acabar con el presidente de Estados Unidos, porque eso podía suponer una invasión de la isla. Rusia temió que le cayeran misiles.

Uno de los aspectos reveladore­s es el precio a la cabeza del dirigente cubano Fidel Castro. Un documento de 1964 lo fija en 150.000 dólares, más 5.000 para gastos. Pareció caro y lo rebajaron a 100.000 dólares.

Y 20.000 tanto para su hermano Raúl como el Che Guevara.

 ?? HANDOUT / REUTERS ?? Magnicidio enDallas. El presidente John F. Kennedy junto a su esposa, Jaqueline Kennedy, momentos antes de ser asesinado en la ciudad texana
HANDOUT / REUTERS Magnicidio enDallas. El presidente John F. Kennedy junto a su esposa, Jaqueline Kennedy, momentos antes de ser asesinado en la ciudad texana
 ?? RP / GTRES ?? El precio de Fidel. Una de las revelacion­es es un documento de 1964 que fija en 150.000 dólares el precio por la cabeza del líder cubano, luego se rebajó a 100.000
RP / GTRES El precio de Fidel. Una de las revelacion­es es un documento de 1964 que fija en 150.000 dólares el precio por la cabeza del líder cubano, luego se rebajó a 100.000
 ?? AP ?? El misterioOs­wald. Según los documentos desclasifi­cados, el FBI avisó a la policía de Dallas de que podían intentar asesinar a Oswald, y así ocurrió
AP El misterioOs­wald. Según los documentos desclasifi­cados, el FBI avisó a la policía de Dallas de que podían intentar asesinar a Oswald, y así ocurrió

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain