Islandia acude a las urnas por tercera vez en 8 años
Desde la crisis del 2008 el electorado se ha fragmentado
Los islandeses vuelven hoy a las urnas resignados y profundamente divididos. Son las terceras elecciones anticipadas que se celebran en los últimos ocho años, después de la hecatombe financiera del 2008. Y, si bien el conservador Partido de la Independencia llega a la cita como favorito, los sondeos muestran un electorado cada vez más fragmentado, sin mayorías claras para gobernar.
Los comicios prometen ser reñidos. Hace tan sólo una semana, de hecho, las encuestas daban la victoria al Movimiento de Izquierda Verde. Pero, con poco menos de 340.000 habitantes, Islandia es un país muy pequeño, lo que hace que las mutaciones en la opinión pública sean más rápidas y volátiles que en sociedades más grandes.
En cualquier caso y con independencia de quién gane, todo indica que la victoria será ajustada y que el partido vencedor tendrá que aliarse con dos o incluso tres partidos más para poder gobernar. Esto es algo inédito en la política islandesa, donde, hasta antes de la crisis, prevalecían coaliciones de sólo dos partidos, con el Partido de la Independencia como claro dominante desde que el país se independizó de Dinamarca hace siete décadas.
A raíz de la crisis del 2008, sin embargo, el panorama ha cambiado. El caos económico y social tras la caída de los tres principales bancos del país dio lugar al nacimiento de nuevos partidos, entre los que sobresale el Partido Pirata, que entró en el Parlamento en el 2013 con tres escaños, y que en las elecciones del año pasado pasó a tener 10.
A ello se suma la división interna que sufren los dos grandes partidos de la derecha. El año pasado, el Partido Reformista se escindió del Partido de la Independencia y, hace apenas unas semanas, el Partido de Centro se separó del Partido Progresista.
Con su hielo y sus volcanes, Islandia es un país lleno de contrastes, no sólo en su naturaleza, sino también en su sociedad. Lo demuestra el 9,6% de votos que, según los últimos sondeos, podría obtener el recién fundado Partido de Centro, convirtiéndose en la cuarta fuerza y con claras opciones de entrar en un Gobierno de coalición.
Y eso a pesar de que su líder, el ex primer ministro Sigmundur David Gunnlaugsson, se viera forzado a dimitir hace apenas un año a causa del escándalo de los Papeles de Panamá. Unas revelaciones que pusieron al descubierto los casi cuatro millones de dólares que él y su mujer habían evadido a través de una sociedad en las islas Vírgenes.
El suyo no es el único ejemplo. Más reciente es el caso del líder del Partido de la Independencia, Bjarni Benediktsson, que si gana hoy podría repetir como primer ministro, sólo un mes después de que tuviera que dimitir por ocultar que su padre ayudó a recuperar el honor a un amigo condenado por pederastia.
Contra él también pesan las informaciones filtradas en los últimos días que le acusan de haber usado información privilegiada para deshacerse de cuantiosos activos en el banco Glitnir, poco antes de que cayera en bancarrota en el 2008.
Los buenos datos económicos explican en parte por qué estos políticos logran salir airosos pese a los escándalos. Aún así, Thorvaldur Gylfasson, profesor de la Universidad de Islandia, destaca a este diario la “cada vez mayor debilidad del Partido de la Independencia, que de recabar casi el 40% de los votos antes del 2008, hoy sólo obtiene el 20%”. En su opinión, este partido “es hoy la cara de la corrupción política en Islandia”.
Los sondeos apuntan que el vencedor deberá aliarse con dos o incluso tres partidos para gobernar