Fútbol a medianoche en Lesbos
Doscientos cincuenta niños del campo de refugiados de Kara Tepe, en Grecia, participan en el programa FutbolNet de la Fundació FCBarcelona
“A veces, a medianoche, voy a jugar a fútbol con mis hijos, ellos me animan a que practique este deporte”, cuenta Maryan Moradi, de 33 años, en la isla de Lesbos. Aunque el programa FutbolNet de la Fundació FCBarcelona está pensado para fomentar valores como el trabajo en equipo y el esfuerzo entre niños y adolescentes, en el campamento de refugiados de Kara Tepe también se anima a los mayores, y en especial a las mujeres, a que desconecten de sus preocupaciones con el balón.
“Nunca olvidaré la primera vez que estuve en un campo, la primera vez que pisé el césped, me divertí tanto... Con el fútbol puedo volar”, sigue relatando Maryan, de origen afgano pero que creció como refugiada en Irán. Dos veces a la semana Maryan y otras mujeres de Kara Tepe se reúnen en la cancha con Karlijn Zimahelvw, voluntaria holandesa de la oenegé Movement on the Ground, la coordinadora del programa FutbolNet en Lesbos.
Maryan; su marido, Mohsen Fizy, nacido en Bamiyán, ciudad tristemente conocida por la destrucción de sus budas gigantes a manos de los talibanes, y sus dos hijos llegaron a Lesbos hace casi un año y medio, tras un duro y costoso viaje controlado en muchas etapas por bandas mafiosas y en el que invirtieron hasta el último céntimo de sus ahorros, unos 7.000 euros. Como todas las personas en busca de refugio en Europa que desembarcan en Lesbos desde la costa turca, la familia Fizy fue enviada al campo de Moira para su identificación. “Allí pasamos seis meses terribles; dormíamos en una tienda, el invierno fue muy gélido, con nieve”. En Kara Tepe están bien, pero la incertidumbre desata la angustia. Los días se hacen muy largos y hay que buscar vías de escape para matar el tiempo.
El fútbol también se utiliza como una herramienta de integración y de reivindicación de la igualdad entre chicos y chicas procedentes de países en los que está mal visto que ellas corran tras un balón. También para que los habitantes de Lesbos se acerquen a los refugiados, conozcan sus problemáticas, en un momento en que la isla se ha dividido entre los que desde el primer momento han apoyado a este colectivo y los que lo han rechazado.
Kiki Nemta forma parte del segundo grupo pero ha aceptado que su hijo de once años entrene con los niños de Kara Tepe en el club Spanos, cuyo propietario, Vagelis Spanos, es un incondicional colaborador de la iniciativa de la fundación del Barça. “Acepto que mi hijo juegue con ellos pero no se relacionan demasiado pues no hablan la misma lengua, ellos no aprenden el griego”, apunta esta madre. Karlijn Zimahelvw interrumpe para afirmar que en Kara Tepe cursan in- glés y griego, además de matemáticas y música. Aunque no asisten a una escuela formal, cada día atienden tres horas de clase. Lo cierto es que son muchos niños los que, gracias a sus nociones de inglés, ejercen de intérpretes de sus padres.
Este es el caso de Suad y Nesrinsso Oso, de 15 y 11 años. Ambas ayudan a su madre, Aisha, a comunicarse con la entrenadora. Aisha, con el pequeño de diez hermanos en brazos, Youssef, de siete meses, detalla que dejaron Alepo poco antes de que las bombas destruyeran su casa. Y Suad proclama con desparpajo: “Todo el día oíamos disparos, no podíamos jugar en la calle... Nosotros no somos musulmanes; los niños y las niñas somos iguales, por eso mis padres me dejan ir al programa de FutbolNet”. También Nesrinsso es una entusiasta del balón y dos días a la semana, como otros 250 compañeros de 7 a 17 años, coge un bus para ir al club Spanos.
El programa está funcionando en cuatro colegios públicos de Atenas y en el campo de Skaramagas, también en la capital. “Fomentamos la cooperación más que la competición; los valores del esfuerzo, el respeto, la humildad ... Son los propios participantes los que eligen el deporte que quieren practicar, sea fútbol, baloncesto, rugby..., y son ellos los que ponen las normas del juego. Después, se autoevalúan y puntúan. No gana el equipo que mete más goles sino el que cumple las reglas que han establecido”, explica Àlex Canals, educador social y coordinador metodológico de FutbolNet en Grecia.
Karlijn Zimahelvw subraya que otras de las virtudes de esta iniciativa es contar con la complicidad de jóvenes de Kara Tepe que ejercen de monitores voluntarios. El iraquí Mohamed Khalaf Habibi, de 22 años, es uno de ellos. Todas las mañanas ayuda a repartir el desayuno a los refugiados del campamento y dos tardes a la semana participa en el programa de la fundación del Barça. “De hecho, cuando marché de Irak por la guerra estuve viviendo en Turquía, donde además de trabajar seguí un curso para ser entrenador de fútbol”.
El objetivo de Mohamed es instalarse algún día en Holanda. Ya lleva trece meses atrapado en Lesbos, igual que otras 6.500 personas, que siguen a la espera de que las autoridades les permitan viajar al continente.
Maryan, de 33 años, es una de las refugiadas que desconectan de la realidad del campo jugando al fútbol
Nesrinsso, de once años, es una entusiasta del balón y dos días a la semana acude a los entrenos de FutbolNet