La Vanguardia

La cueva de Platón

- Susana Quadrado

Les pido, lectores, que me lean con piedad. Soy un artículo de opinión al que han dejado colgado con el cursor parpadeand­o y un hueco en blanco por llenar. Tengo que entrar en rotativas antes de las once de la noche de un viernes que no es un viernes cualquiera. Es el viernes de la república y el 155. Su autora se ha declarado incapaz de escribir y sólo repite: ay Dios, ay Dios, ay Dios.

–Estoy triste, cansada y preocupada. Hazlo tú por mí –me ha dicho, emitiendo un quejido ronco.

Y aquí estoy, en plan Errol Flyn al rescate de Olivia de Havilland.

Cuando he abierto esta página me he encontrado otro texto, caótico. Ha sido como entrar en una sala donde acaba de celebrarse una fiesta de adolescent­es. Me lo he cargado sin más: selecciona­r, borrar y adiós. Y, fíjense, ya voy por la línea 21.

Empezaba ella ese artículo con referencia­s al conflicto catalán, el monotema de tantos días, tantos meses, tantos años. Que si en Catalunya pueden ocurrir cosas terribles, que qué difícil será recoser los rotos materiales y sentimenta­les, que cómo hemos llegado a esto con lo bien que se vive aquí, que cuánta estrechez mental, que si sólo gana la CUP, que si este Parlament se ha suicidado legitimand­o el 155, que si no hay manera de olvidarse de dónde estás y de respirar un poco, que cuánto trabajo tendrán los psiquiatra­s de ahora en adelante y cuánto los chinos vendiendo banderas.

Mira si estaría bloqueada la autora, que en el tercer párrafo veía incluso una similitud entre el nacionalis­mo y el mito de la caverna de Platón. Aquel en el que los seres humanos ignoran que esas sombras falaces que proyectan los embaucador­es simulan una realidad engañosa y superficia­l. Esta ficción proyectada por la luz de la hoguera los distrae de la verdad, que es la caverna en la que permanecen encadenado­s.

La ensoñación. El engaño.

“Desde hace unas semanas, hay gente que enseña a otra a plantarse ante la policía; ¿por qué no lo escribes?”

–Nadie entenderá nada –le sugerí a la autora antes de darle a la tecla de borrar.

–¿A no? Pues yo pensaba titular: Más Platón y menos Gandhi. –¿Cómo?

–Aquí se debería haber leído más a Platón en vez de andar montando talleres sobre resistenci­a civil pasiva según las enseñanzas de Gandhi.

–¿Talleres? ¿Gandhi?

–Sí, sí, desde hace semanas. Búscalo en Twitter. Hay fotos de esos talleres de resistenci­a en Vic y en otros lugares. Gente enseñando a otra gente a cómo plantarse ante la policía. ¿Por qué no lo escribes? –¿Yo? Qué va. No, no.

Al texto que les habla no le gusta la política, por eso quiere evitarla. La política ya lo ha vampirizad­o todo, incluso la vida cotidiana. Además, solo sé que no sé nada. Sócrates, otro clásico. Perdón, sí sé algo: que ni el Govern ni los de Madrid han sabido manejar la situación. Pero espero que el lector comprenda que este pobre y modesto artículo de opinión no anda por el diario con ínfulas de análisis sesudo. De hecho, la idea era hablarles del precio de la luz. ¿Sabían que el lunes el megavatio/hora se puso a 182,54 euros? Ese sí que era un temón.

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