FALTA DE VISIÓN A AMBOS LADOS
Las preguntas del público en este amable coloquio fueron las siguientes, por orden de aparición: ¿Cuál es el papel de Podemos en esta crisis? ¿Qué diferencias hay entre la autonomía vasca y la catalana? ¿Cómo explicar la reacción fuerte del Estado al referéndum ilegal? ¿De dónde sale esa ilusión hacia la mediación de la UE? ¿Recibe o escucha alguien en Bruselas a los independentistas? ¿Hay peligro de guerra civil? ¿Qué pinta el franquismo en todo esto? y, finalmente, ¿qué habría que hacer? Los ponentes apenas mencionaron dos aspectos fundamentales del gran contexto de la situación española: el enorme sufrimiento que la crisis económica tiene sobre la población ibérica más humilde y la delicada situación que la crisis plantea para la legitimidad de los dos gobiernos implicados, conectados por ese fenomenal río de corrupción que une Madrid con Barcelona y que convierte a los nacionalismos en enormes recursos políticos. A partir de ahí, inocentes sorpresas ante la falta de respuestas solidarias y comprensivas en Europa y ante la reacción de fuerza del Estado y su amenaza de liquidar, simplemente, la autonomía. “El Gobierno catalán asumió el riesgo de una situación que no era impensable y de la que, el 1-O, la primera víctima no fueron las instituciones sino la población”, dijeron. Esperanzas en que Rajoy no lleve demasiado lejos la “humillación” que la situación le brinda en bandeja y cuya salida menos mala sería la electoral. En resumen la conclusión: “Una crisis que no ha sido gestionada con visión, ni por una parte ni por la otra”.