El director del Barça que nada en un océano de egos
ÒSCAR GRAU ES UN HOMBRE DE CONSENSO QUE LIDERA, COMO DIRECTOR GENERAL DEL FC BARCELONA, UN SINFÍN DE COMPROMISOS, DESDE EL ESPAI BARÇA O EL PROYECTO MASIA 3600, HASTA LA CONTRATACIÓN DE JUGADORES
En un momento de la conversación, en las entrañas del Palau Blaugrana –de cuyas gradas cuelga su camiseta, el número 2–, Òscar Grau (53) recibe una llamada. Es Òscar, su primogénito. –Discúlpeme... –dice Òscar Grau, el padre.
Y atiende al hijo. Captamos retazos. El padre le dice al chico que tranquilo, que de noche, al llegar a casa, le ayudará con las matemáticas.
Recogemos aquella escena en mayo del 2016. Entonces, Òscar Grau no era el Òscar Grau que ahora conocemos, este director ejecutivo del todopoderoso Barça. Entonces, el hombre dirigía el proyecto FCB Escoles. Un gran proyecto educativo y deportivo, que nadie lo dude. Pero apenas un apéndice, un fragmento del coloso que maneja en la actualidad.
Claro, Òscar Grau tenía algo más de tiempo para la familia.
Ahora, entre bastidores, se confiesa. Dice que le faltan horas. Que no respira, y que es así desde que asumió la dirección general del club, hace poco más de un año. Que se pasa el día trabajando en las oficinas del Barça. Y que de noche, al llegar a casa, sigue enfrascado: conduce la moto durante cinco minutos, desde su despacho en el Camp Nou hasta el piso en Pedralbes, muy cerca de donde se había criado y de donde había estudiado (Liceo Francés). Sube en el ascensor. Da besos a la mujer y a los críos (Òscar tiene trece años; Héctor, diez). Abre la pantalla y vuelve a teclear. El Barça es un monstruo.
Y le crecen los enanos.
Lo lleva bien. Está acostumbrado a lidiar con la presión. Se sacó Esade mientras recorría los pabellones del país. Fue un pivote de nivel internacional. Ganó seis Li- gas y una Copa de Europa. Jugó dos Mundiales de balonmano. –¿Y por qué estudiaba?
–El decano me dijo: ‘O apruebas el máster o te tendremos que echar’. Me llevaba los apuntes a las concentraciones. Estudiaba en los aviones, en los hoteles... –Bicho raro.
–No lo crea. Sagalés es economista. O’Callaghan y Barrufet se sacaron Derecho. Barbeito, Inef...
Fue gerente de las federaciones catalanas de vela y de balonmano. Dirigió la candidatura olímpica de Barcelona para los Juegos de invierno del 2026.
Está probadamente preparado para lidiar.
Òscar Grau vivió en primera línea la última crisis del Barça. Ocurrió este verano. Neymar dio un portazo al salir. Trajo mucho dinero al club, un maná, y un problema sobrevenido. Toda Europa sabía que el Barça estaba forrado: había 222 millones de euros en la caja fuerte. En aquellos días salieron a escena ejecutivos y directivos, todos hablando idiomas distintos. Hubo mensajes dispares. Y ataques de celos. Abundó la sensación de desorden. Y una hipotética moción de censura a Josep Maria Bartomeu, el presidente, ejercicio que no llegaría a cobrar forma por falta de quórum. Más aún: tortuosas renovaciones, como la de Messi (aún en el aire, al menos no oficialmente). Y fichajes frustrados: ni Seri, ni Coutinho, ni Verratti. Y otros, discutidos, como el de Paulinho. Y alguno, muy caro: Dembélé.
En la tormenta, Bartomeu acabó señalando a Òscar Grau.
Lo hizo para bien. Había que poner orden, centralizar el debate: le dio más atribuciones.
Òscar Grau aspiró hondo y asumió el encargo. Desde entonces, duerme muy poco.
Hace veinte días presentaba el presupuesto de la entidad para la temporada 2017-2018: 896 millones de euros. La partida más elevada en la historia de un club de fútbol. Se dice que Bartomeu pretende elevarlo hasta los mil millones antes de que acabe su mandato, en el 2021.
Y mientras se pierde entre números, aprobando fichajes y dirigiendo las negociaciones, Òscar Grau supervisa otro abanico de parcelas. Está el elefantiásico proyecto del Espai Barça, que incluye la remodelación completa –y escalonada– del Camp Nou. Y el proyecto Masia 360º: el club supervisa y monitoriza el recorrido de 607 deportistas de las cinco secciones profesionales.
–En el fondo soy un tipo afortunado: estoy trabajando en aquello para lo que había estudiado.
Entre bastidores, Grau se confiesa: dice que se pasa el día en las oficinas del club; y que al llegar a casa, sigue
Grau se sacó Esade en aviones y hoteles. “No soy único: Sagalés es economista y Barrufet acabó Derecho” La camiseta con su nombre y su dorsal luce en el Palau Blaugrana; fue un icono del balonmano
“En el fondo soy un tipo afortunado: trabajo en aquello para lo que había estudiado”, asegura