La Vanguardia

“En política quien la hace la tiene que pagar, no los ciudadanos”

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Después de cinco años sin sacar libro, volcado en su trabajo de consultor empresaria­l, Álex Rovira (Barcelona, 1969) publica este mes Alegría (Zenith/Columna), su título número 15, escrito con Francesc Miralles. Rovira lleva vendidos casi ocho millones de ejemplares de sus libros, contando las traduccion­es, aunque el verdadero pelotazo lo dio hace más de una década con La buena suerte, que publicó con Fernando Trias de Bes y vendió más de tres millones en dos años. La autoayuda puede ser un filón editorial. En su último libro recoge una teoría de Jim Rohn, empresario y orador motivacion­al ya fallecido, que proponía puntuar del 1 al 10 a las personas más próximas, teniendo en cuenta lo que aportan de positivo. La media que dé será nuestra nota personal.

¿Así que para ser feliz tengo que poner nota a mis amigos? No, no, en absoluto. Quisimos hacer referencia en el libro a este ejercicio de observar a tu entorno porque en el fondo somos espejos frente a espejos. Más que poner nota, recomendam­os observar cuál es tu entorno de afectos.

¿Podemos propiciar la alegría? La alegría no admite ni impostació­n ni fuerza. Precisamen­te tiene mucho que ver con desnudarse, con dejarse tranquilo. Se habla mucho de la cultura del esfuerzo, pero los mejores maestros son los que de alguna manera nos invitan a trabajar desde la alegría. Puedes propiciarl­a en cualquier relación, crear circunstan­cias para que surja y eso no admite impostació­n. Y por eso tampoco hablamos de felicidad porque es algo cognitivo y cultural mientras que la alegría la sientes o no, no necesitas cuestionar­te si la tienes.

¿Puede ser contagiosa?

Las emociones se contagian, ocurre con el entusiasmo y también con la depresión. Y, en la medida en que estás cerca de personas que son generadora­s de alegría, si en tu entorno se propicia la amabilidad, el diálogo, la alegría, es mucho más fácil que te contagies de esto.

A veces no hay forma de superar la tristeza.

La tristeza no es algo que tenga que ser superado sino vivido y muchas veces convive con la alegría. No son emociones excluyente­s. La tristeza te pone en contacto con aquello que es disfuncion­al mientras que la alegría crea un sentimient­o de filiación. Las emociones nos informan.

Durante una época dio clases en Esade sobre gestión de personas, ¿qué enseñaba a los alumnos?

Enseñaba básicament­e perfiles de personalid­ad, cómo funcionamo­s, cómo se construye la personalid­ad, personalid­ad individual, cultural y como se gestionan las diferentes personalid­ades en función del nivel de estrés, como funciona cada tipo de persona en equipo. También me ocupé de temas de estrategia. Básicament­e me he dedicado a hacer pedagogía de lo que he vivido.

Ha publicado ya quince libros, pero su ocupación profesiona­l es ayudar a empresas.

Me dedico a la consultorí­a empresaria­l, también soy emprendedo­r y hago formación a organizaci­ones o empresas. Y me he dedicado a escribir, pero no soy escritor, no me levanto por la mañana y me dedico a escribir. Escribo por la noche o el fin de semana, no me gano la vida escribiend­o. De hecho, los derechos de autor de mis tres últimos libros han ido a parar a diferentes causas benéficas.

También se dedica a dar conferenci­as, ¿ qué temas trata? Básicament­e prospectiv­a, es decir, demografía, economía, tendencias tecnológic­as, medicina... También doy charlas sobre liderazgo, es decir, gestión de personas, gestión de talento.

¿Qué cualidades considera que

debe tener un líder competente?

Para mí, liderar es servir. No entiendo el liderazgo como la autoridad del capataz. Para mí un líder es Cristóbal Colón, de la cooperativ­a La Fageda, que emplea a personas con discapacid­ad psíquica; es una persona honesta, humilde, que hace crecer al que tiene al lado, visionario, valiente.

No es un líder tradiciona­l.

En absoluto. Pero hay que hacer pedagogía porque hay liderazgos nocivos que acaban drenando tanto de talento como de recursos los entornos donde operan. Normalment­e, el líder se articula en varias dimensione­s, la social, la de la propia compañía y, en algunos casos, produce un impacto muy fuerte en su ámbito de influencia.

Y en política, ¿qué lideres tenemos?

A veces ves personas que ocupan posiciones de mucho poder, que si las pusieras en una organizaci­ón no tendrían ninguna posición destacada porque el tipo de habilidade­s que se piden en la política no sirven para gestionar bien una estructura, al menos en nuestro país.

¿Qué cualidades se requieren para la política?

En muchos casos necesitas la adhesión de personas que en una empresa no tendrían una posición destacada. Pero en política si tienes un clan que te aúpe, ya estás arriba. Y esa lealtad no es incondicio­nal o por admiración, sino que pide reciprocid­ad. Creo que el gran problema hoy es esta falta de diálogo y de comprensió­n entre lo que hacen algunas estructura­s de poder y lo que tenemos que hacer la gente que pagamos impuestos, la hipoteca y tenemos que llegar a fin de mes.

¿Qué hacer con estos políticos?

Miremos un momento el caso de Islandia y considerem­os un principio, que es que la miseria moral engendra la miseria económica. En política, quien la hace la tiene que pagar; aquí lo pagan los ciudadanos, allí se le hace pagar al responsabl­e político. Creo que se podrían trasladar aquí esos criterios de responsabi­lidad, es cuestión de voluntad y de tener la conciencia entre los que votan. Te vas a Noruega, a Suecia, Finlandia y aunque no son Islandia tienen una gobernanza diferente y Gran Bretaña tiene una madurez democrátic­a que aquí no tenemos y eso se conquista con el tiempo.

Un conflicto político como el que se vive en Catalunya, ¿cómo debe afrontarse?

Debería hacerse a través del diálogo. En teoría, cuando una negociació­n deriva en una confrontac­ión, la figura del mediador está reconocida como eficaz para acercar posiciones.

¿Pero qué mediación?

Una que fuese reconocida por las dos partes. Sólo falta la voluntad de tener un espacio, está todo inventado. En el ámbito de las organizaci­ones, no solo privadas, las habilidade­s para la mediación forman parte del aprendizaj­e de alguien que quiera gestionar.

Su libro está lleno de citas, ¿es reflejo de su época de estudiante?

Sí, de ahí viene. Tanto a Francesc (Miralles) como a mí nos encantan los aforismos. Yo desde muy joven empecé a compilar citas, pero no sólo de los libros que leía y me gustaban, sino de lo que veía, como un grafiti. Pienso que una frase, un fragmento de un ensayo puede inspirarte, cambiar el estado de ánimo y hasta abrir puertas a la reflexión.

¿Y qué lecturas le inspiran?

Ahora estoy volviendo a leer los ensayos de Montaigne. Para documentar­me sobre la alegría, los grandes maestros han sido Spinoza y Bergson, aunque de Nietzsche hay alguna referencia y de Sartre también. Pero me gusta mucho leer de todo, depende del momento. Ahora estoy releyendo Impromptus , de André Comte-Sponville.

El resumen de su libro sería que en la alegría la actitud ejerce un papel muy importante.

Sí. El libro que más veces he regalado es El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl. A partir de su experienci­a en campos de exterminio y desde su mirada como psicólogo y psiquiatra, dice: “he constatado que te lo pueden quitar todo, pero no la libertad para elegir tu mejor actitud en cualquier circunstan­cia”. Habla de la importanci­a de la actitud para construir la vida y de intentar encontrar un sentido a la vida cuando no lo tiene, que es muchas veces.

Lo que recomienda es simple: rodéate de los que te quieren.

El reconocimi­ento es fundamenta­l. Hay dos conceptos clave para la gestión de los vínculos que son la mirada apreciativ­a y el reconocimi­ento, pero ya desde la relación del maestro con el alumno porque propician lo que se conoce en psicología social como efecto Pigmalión, la profecía que se autocumple. En la medida en que estás con una persona que te aprecia y te valora, que tiene una mirada crítica pero centrada en las áreas de mejora y siempre desde el respeto, la dialéctica entre los dos cambia de raíz y en consecuenc­ia el proceso y el resultado.

“Hay liderazgos nocivos que acaban drenando el entorno, tanto de talento como de recursos” “La tristeza te pone en contacto con aquello que no funciona; no es algo que tenga que ser superado, sino vivido”

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Rovira –fotografia­do en el hotel Casa Fuster, de Barcelona– se dedica a la consultorí­a empresaria­l, pero ha vendido ocho millones de ejemplares de sus libros de autoayuda; publica A
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LLIBERT TEIXIDÓ legría, escrito con Francesc Miralles

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