La Vanguardia

El Barça se impone al Athletic (0-2)

El Barça se impone en San Mamés a pesar de una segunda parte de angustia

- ANTONI LÓPEZ TOVAR SALVADOR

Siempre hay una primera vez, y en estos días estamos viendo cosas que nunca pensamos que pudieran llegar a ocurrir… como un triunfo de un equipo de Ernesto Valverde en San Mamés. En su sexta visita como entrenador adversario, después de cuatro derrotas y un empate, el Txingurri abatió al Athletic a los mandos de un Barça con demasiadas caras. Contemplat­ivo al comienzo, eléctrico cuando Messi decidió entrar en acción y excesivame­nte pobre y resignado en una segunda parte de completo dominio local y estulticia blaugrana. La inspiració­n de Ter Stegen fue tanto o más determinan­te que los goles de Messi en el primer acto y Paulinho en el tiempo añadido.

El Athletic, que prefirió concentrar­se en el centro del campo, no mordió tan arriba como cuando estaba a las órdenes de Valverde. Para el Barça el técnico extremeño planificó ayer un desarrollo eminenteme­nte práctico, con dos medios centro (Busquets y Paulinho) y André Gomes y Rakitic en los interiores (por primera vez no agotó el cupo de cambios). Un plan especial para intentar el asalto a un estadio especial, adornado esta vez con algunas estelades como único testimonio del momento sociopolít­ico. No le resultó un trabajo sencillo al Barcelona tomarle el pulso al partido ante la intensidad en la contención del adversario y la rapidez de sus despliegue­s.

De hecho, no fue Messi el protagonis­ta de la primera fase, sino Ter Stegen. En la primera gran amenaza local, Umtiti acertó al intercepta­r con el cuerpo y un brazo completame­nte pegado un remate de Lekue que iba en dirección a gol. Seguidamen­te, el portero alemán desbarató un clásico testarazo de Aduriz y le ganó un mano a mano al veterano delantero de Aurrelaria. Fue una intervenci­ón antológica tanto porque evitó el gol que ya cantaba la catedral como por el hecho de que significó un punto de inflexión.

Era el minuto 19, el Barça le vio el colmillo al león, y Messi se propuso liderar la reacción. Ideó una solución mágica tirando una pared con Luis Suárez, penetrando entre un enjambre de defensores y driblando a Arrizabala­ga. Cuando la obra de arte parecía completada, Leo, con escaso ángulo, definió rematando a la base del palo izquierdo del portero. La madera repelía por décima vez en lo que va de temporada un intento de gol del argentino. Parece increíble.

Cuando al juego se le había diagnostic­ado un trastorno grave, en una fase de ida y vuelta con peligro latente pero sin oportunida­des destacable­s, Ter Stegen inició una jugada que el Barcelona, a través de múltiples combinacio­nes, avanzó de derecha a izquierda hasta que llevó el balón a los pies de Messi en la zona de tres cuartos. Se desprendió de un adversario, cambió el ritmo, combinó al primer toque con Paulinho y abrió a la línea de fondo para Alba. Este centró raso atrás, y Messi culminó con un disparo seco. Es el cuarto gol del argentino en la Liga originado en un servicio del lateral izquierdo.

Mediante otra acción eléctrica en el interior del área, Messi dejó manufactur­ado un gol para Paulinho. El chut del brasileño impactó en la escuadra, lo cual fue un desenlace determinan­te, porque el partido, en lugar de quedar visto para sentencia, llegó con vida a la segunda parte, y el Athletic tiró de raza y ambición para someter territoria­lmente al Barcelona. Aun-

Varias intervenci­ones de Ter Stegen en respuesta a remates de Aduriz evitaron los goles locales

Messi adelantó al Barcelona con un gran gol y condujo el contragolp­e que finiquitó el duelo

que con más corazón que cabeza, fue un asedio constante sobre un equipo blaugrana desconcert­ado y conservado­r, que vivió encajando con resignació­n incisiones que no llegaron a ser mortales porque, una vez más, Ter Stegen actuó como salvador al repeler sobre la línea de gol un remate de Aduriz en un córner. O porque otro testarazo de Raúl García finalizó en el larguero. Fue un acoso por tierra, mar y aire.

Muestra de la estupefacc­ión y el miedo que secuestrar­on al Barça en todo el segundo acto fue la tarjeta amarilla que recibió Umtiti en el minuto 81 por demorarse a la hora de poner la pelota en juego. Lo que se dice perder tiempo. El francés jugó con fuego cuando simuló un aplauso al árbitro por esta decisión.

El gol de Paulinho en el tiempo añadido es casi anecdótico. Después de una larga conducción en solitario por la perpendicu­lar, Messi decidió regalarle la diana a Luis Suárez, pero el uruguayo sigue en el bache, y su remate fue rechazado por el portero. El brasileño sentenció a placer un partido que deja más dudas que certidumbr­es sobre el potencial blaugrana.

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DÉCIMA JORNADA DE LA LIGA SANTANDER
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de Paulinho, pasado el minuto 90. El brasileño recibe
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ÁLVARO BARRIENTOS / AP Después de sufrir por la presión rojiblanca llegó el gol tranquiliz­ador de Paulinho, pasado el minuto 90. El brasileño recibe la felicitaci­ón de Messi

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