La Franja
Un lector aragonés rechaza ese topónimo para referirse a la zona limítrofe con Catalunya, aduciendo que se trata de un invento del “catalanismo imperialista”
La actualidad política se ha colado por todas las rendijas y se manifiesta incluso en el tono de las conversaciones. También en una parte de las comunicaciones que recibe este Defensor, que en ocasiones contienen enfoques o expresiones contagiados sin duda por el ambiente que impregna este periodo que vivimos.
El pasado 17 de octubre, el lector Nacho Toda nos remitía una carta en la que aludía a una información del diario en la que se daba cuenta de la inquietud en poblaciones de la zona de Aragón limítrofe con Catalunya, con la que comparten determinados servicios, a consecuencia de la tensión independentista.
Toda manifestaba su queja porque en la noticia “hacen referencia a la Franja, un concepto inventado y utilizado por el catalanismo imperialista con pretensiones anexionistas, dentro del constructo del pancatalanismo, el cual, desgraciadamente y a base de la insistencia de ese sector, incluso ha calado de algún modo en Aragón”.
“Como habitante de la zona geográfica a la que se refiere, quisiera comunicarle sinceramente que ese concepto de ‘Franja’ me resulta amenazante, y no soy el único de los que aquí vivimos que lo siente así. Da vértigo pensar el día en el que el pancatalanismo imperialista dirija su maquinaria directamente sobre nosotros”, manifestaba Toda, quien pedía que, en lugar de ese término, se usen otras expresiones, “como Aragón oriental, comarcas orientales aragonesas o simplemente Aragón”.
El Libro de Redacción de La Vanguardia recoge la existencia de la Franja y nos da la pauta para usar esa denominación: “Escribimos la Franja para referirnos a la zona catalanohablante de Aragón. Preferimos este término a la franja de Ponent, el cual, a pesar de ser correcto, peca de centralismo catalán. En la edición en castellano, escribimos los topónimos de la Franja en castellano: Mequinenza, Valderrobres”.
Para profundizar más en el tema he querido consultar a Natxo Sorolla, doctor en Sociología por la Universitat de Barcelona, quien ha realizado estudios e investigaciones sobre sociolingüística en la Franja. “El origen de esa denominación toponímica –explica Sorolla, citando a autores como el poeta y ensayista Hèctor Moret, natural de Mequinenza– aparece en la transición política después del franquismo y se encuentra en los círculos de jóvenes de la Franja emigrados y catalanes que se reunían en el Centre Comarcal Lleidatà de Barcelona, y que sentían cómo diferentes poblaciones, con distancias importantes entre ellas, compartían un contexto sociolingüístico y administrativo que las peculiarizaba”.
“La denominación ‘franja de Aragón’ también aparece en la declaración que miembros de la RAE hacen para la ratificación de la filiación del valenciano en un documento de 1975, ratificado en 1980”, añade. “Sea cual sea su origen –sigue su explicación Sorolla–, la denominación ha sido usada en estudios de la Universidad de Zaragoza, como los realizados por Martín Zorraquino y otros, y se emplea habitualmente por el mundo cultural del territorio: la Iniciativa Cultural de la Franja, que agrupa a las principales asociaciones comarcales del Matarraña, Bajo Cinca, Litera y Ribagorza, o Temps de Franja, única revista en catalán editada en Aragón”.
Parece obvio decir que la Franja existe. De hecho, como se ve en este mismo artículo, el uso de ese topónimo nos permite entender a qué territorio nos referimos, sin necesidad de extendernos exhaustivamente en definiciones ni explicaciones. Como sucede a menudo, el problema, si lo hay, no está en el lenguaje.