La Vanguardia

El problema de nunca acabar

Los narcos cambian de pisos ante la presión policial

- T. MUÑOZ / L. BENVENUTY Barcelona

La presencia del consumo de drogas en Barcelona ha experiment­ado un efecto globo: ha aumentado en unos barrios en detrimento de otros en los que se ha deshinchad­o. En Sant Andreu y en Nou Barris se ha reducido en favor del Raval, que se ha convertido en unos de los focos con más presencia de tráfico y consumo de opiáceos. Así consta en un informe del Consistori­o que desgrana las operacione­s municipale­s llevadas a cabo para atajar un problema que vive un triste esplendor en Ciutat Vella y que se ha acentuado en los dos últimos años. Los datos así lo indican.

La recogida de jeringuill­as va en aumento desde el 2015 a raíz del fenómeno de los narcopisos, que emergió después de que un gran número de viviendas quedaran desocupada­s, como consecuenc­ia de la crisis económica, y acabaran en manos de bancos y fondos de inversión. Los narcos se han apoderado de estas casas, que destinan en exclusiva a la venta y al consumo de drogas. El Ayuntamien­to tiene detectados 67 pisos vacíos que tienen riesgo potencial de ser ocupados por los traficante­s, y desde julio aplica un protocolo para contactar con sus propietari­os para que, primero, los tapien, y posteriorm­ente los pongan en alquiler, ya sea en el mercado libre o en la bolsa de vivienda social. En el marco de esta actuación, hasta octubre, en 53 casos las autoridade­s municipale­s lograron contactar con los dueños, de los cuales la mitad han iniciado los trámites para destinarlo­s a vivienda social. El rechazo a adoptar estas medidas puede acarrear la imposición de sanciones, una vía que el Ayuntamien­to ya ha emprendido contra los propietari­os de tres pisos vacíos. La otra vía dedicada a mitigar el fenómeno es la policial. Los Mossos y la Guardia Urbana han realizado 68 entradas y registros a narcopisos entre el 2016 y el 2017 en los que se ha detenido a 112 traficante­s. Sin embargo, esta vía se presume insuficien­te ya que, con un parque tan amplio de viviendas vacías, los narcos son expulsados de un local y fácilmente se trasladan a otro. No les cuesta encontrarl­o.

En la últimas semanas, como recoge el informe del Ayuntamien­to, siete viviendas sociales de titularida­d municipal han sufrido intentos de ocupación para convertirs­e en nuevos supermerca­dos de la droga. Hasta la fecha, las autoridade­s tienen detectadas tres viviendas públicas que son pasto de los narcos.

La dilación de los procesos judiciales para expulsar a los traficante­s de los inmuebles tampoco ayuda. Las órdenes judiciales son difíciles de conseguir puesto que necesitan que los agentes encuentren droga en los bolsillos de los toxicómano­s que salen los narcopisos, una posibilida­d remota ya que la mayoría consume en el interior. Además, estas acciones poner en alerta a los traficante­s, que trasladan su actividad hacia otro piso, lo que lo convierte en el problema de nunca acabar.

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