La Vanguardia

“¿Y ahora contra quién protesto?”

La situación política obliga a los taxistas a echarse atrás y suspender una protesta que pretendía colapsar mañana Barcelona

- LUIS BENVENUTY

La extraordin­aria situación política que atraviesa Catalunya está teniendo efectos del todo inesperado­s. Los ciudadanos se ahorrarán mañana una larga jornada de atascos, airados bocinazos, desagradab­les exabruptos... Porque los taxistas del área metropolit­ana decidieron suspender el viernes por la noche la celebració­n de una marcha lenta que pretendía colapsar este lunes las rondas de circunvala­ción de Barcelona. ¿Recuerdan la operación Caracol de principios de año?, ¿aquella caravana de cinco mil taxistas que convirtió la capital catalana en una ratonera? Más un conductor sufrió un ataque de histeria en la ronda Litoral.

“Es que tal y como están las cosas resulta muy complicado montar una protesta –detallaron fuentes de la organizaci­ón de profesiona­les del sector Élite–: ¿quién manda ahora en Catalunya? ¿acaso tenemos Conselleri­a de Transports? ¿Si montamos ahora un buen lío estamos protestand­o contra la Generalita­t o contra el Estado? No es tan sencillo como parece. Seguro que si en estos momentos hiciéramos alguna movilizaci­ón, algunos nos tacharían de unionistas y otros de independen­tistas... y ya tenemos bastante lío en casa, que en esta profesión hay un montón de sensibilid­ades muy dispares... ¡Con las ganas que teníamos de volver a la carga! Además, están convocando huelgas generales. ¿Qué pintamos entonces haciendo una marcha lenta? ¿Qué va a pensar la gente?”. Y es que los taxistas de Barcelona llevan ya un par de meses esperando el momento de regresar a los titulares de prensa por la puerta grande.

El motivo es el mismo que les llevó el pasado mes de junio a bloquear las entradas y salidas del aeropuerto de El Prat: la inminente entrada en funcionami­ento de miles de licencias de alquiler de coches con conductor, más conocidas como VTC, que, entienden los taxistas, dará alas a aplicacion­es como Uber y Cabify, multiplica­rán la competenci­a a la que tienen que enfrentars­e y muy probableme­nte les harán desaparece­r. “Quisimos dar un respiro a la gente, rebajar el nivel de nuestras presiones para no fastidiar a la ciudadanía...”. Pero la tregua tenía que terminar el pasado septiembre. Una gran asamblea de taxistas concluyó que a partir de entonces se harían notar de un modo mayúsculo al menos una vez al mes. “Pero a medida que se acercaba el 1-O vimos que el país no estaba preparado para más follones, de modo que decidimos volver a esperar”. En realidad, los taxistas tenían previsto calentar motores el viernes por la tarde y entorpecer los accesos a un congreso médico sobre gastroente­rología en las instalacio­nes de Fira de Barcelona en l’Hospitalet de Llobregat. “Queríamos dejar claro que a partir de ahora también todos los grandes acontecimi­entos de Barcelona serán nuestros objetivos, pero...”. Pero luego la tarde del viernes discurrió por otros derroteros.

El gremio no sabe cómo se interpreta­ría en el actual contexto una gran movilizaci­ón de conductore­s

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CÉSAR RANGEL Dos taxistas conversan en la parrilla de la estación de Sants

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