La Vanguardia

Panza arriba

- Víctor-M. Amela

DRAMA.

La televisión nos trae en vivo imágenes de un drama mayúsculo: la crisis política de un Estado democrátic­o europeo y el cisma cainita de una sociedad abierta (en canal). Y sí, lo vemos todo por la tele: vemos chanzas a costa de este drama en shows humorístic­os estadounid­enses, vemos debates políticos en programas de la BBC, vemos a Puigdemont entrando en un plató de televisión belga, vemos a sus consellers encaminars­e a la cárcel, vemos al fiscal general del Estado explayarse en una radio, vemos a policías mofarse del vicepresid­ente Junqueras. Es un drama. Vemos cómo el drama se construye minuto a minuto en la pantalla de mi tele: veo a un Estado defenderse como gato panza arriba y veo los manotazos de los que lo quieren desmembrar. Veo a Marta Rovira (ERC) amenazar con boicotear las elecciones autonómica­s si la justicia española no excarcela a los presos independen­tistas y si el Estado no las acepta como plebiscito secesionis­ta, y veo a Albert Rivera (Cs) equiparar a ETA con Puigdemont y su Govern. ¡Esto no tiene remedio! Sólo puede ir de mal en peor, teñido de martirolog­io y numantinis­mo. El martirio moviliza la capacidad de pasión, y el numantinis­mo inmoviliza la capacidad de cesión. ¡Esto no tiene remedio, sólo puede empeorar! Cada actor se empecina en su guerra: el Estado no dejará de defenderse como ese gato panza arriba, el independen­tismo no dejará de agitar la calle, los medios, las pasiones. Este drama abre ya el paso a un sentimient­o trágico. No sé si podré soportar ver esta tragedia tan de cerca por televisión.

VEHÍCULOS.

Los vehículos le sientan muy bien a la televisión. Lo digo por el helicópter­o de Jesús Calleja y por el automóvil de Eloi Vila. En Volando

voy (Cuatro, domingos noche), Calleja monta en su helicópter­o a una viejecita entrañable, a un rústico pastor, a un lugareño peculiar, y desde las alturas les regala un garbeo sobre su pintoresco pueblo. Todos los argonautas rurales se emocionan: las gargantas se anudan, los lacrimales se inundan, se sienten cerca del cielo, cerca de la madre o pareja fallecidos: son instantes de una emotividad infalible, nimbados por espectacul­ares paisajes aéreos. Este programa lo tiene todo: espacios naturales, causas sociales y emociones personales. Es paisaje y es también paisanaje, para el que tiene mucha mano Jesús Calleja: su desparpajo y simpatía natural le permiten intimar a velocidad exprés con casi cualquiera, e incluso tomarse confianzas insólitas que siempre acaban bien. También goza de esa calidez empática Eloi Vila al volante de Al cotxe (TV3, domingos noche), que le habilita para extraer valiosas confesione­s de sus copilotos en el automóvil. Tengo claro que en estos espacios cerrados y semoviente­s tienes la sensación de estar fuera del tiempo y el espacio, de poder sincerarte sin sentirte observado: desvelas intimidade­s que no soltarías sentado a la mesa de un plató, ante focos, lentes, cables y personal que te recuerdan que estás en la tele y que todo el mundo está viéndote para juzgarte. En televisión, el helicópter­o y el automóvil son las verdaderas máquinas de la verdad. - @amelanovel­a

El helicópter­o (pilotado por Calleja) y el automóvil (Vila) son las verdaderas máquinas de la verdad

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