Un espacio más vivo que nunca
El Apolo remoza profundamente La [2] e inaugura una tercera sala abierta donde crear, charlar, comer y fumar
Los aficionados que asistieron a alguno de los conciertos del reciente Primavera Club que se realizaron en las salas Apolo ya se pudieron dar cuenta de que algo había ocurrido en el histórico espacio lúdico de Nou de la Rambla, que abrió puertas en un ya lejano 1943. Y es que en esos días se estaba rodando lo que se podría denominar una profunda renovación de esos espacios.
Mañana lunes se levantará el telón oficial que mostrará esa actualización, que pasa por un remozado a nivel de servicios y accesos en la Grande, una remodelación radical de La [2] de Apolo y el alumbramiento de La [3]. Aprovechando las exigidas reformas estructurales del inmueble en donde se ubican los diferentes espacios, explica Alberto Guijarro, se han llevado a cabo una serie de complejas obras que, además potenciar la comodidad del aficionado/cliente y la tranquilidad de los vecinos más cercanos, quiere poner al día los diferentes Apolo a nivel de funcionalidad tecnológica, de punto de encuentro social, y de centro de creatividad e intercambio artístico.
El pasado viernes todo estaba muy revuelto y polvoriento, pero era evidente la dimensión de la operación emprendida. Los dos ámbitos que el aficionado palpará de buenas a primeras nada más llegar son el nuevo, amplio y lógico vestíbulo que corresponde a una nueva entrada algo más cercana a la avenida del Paral·lel (aunque la antigua permanecerá operativa sobre todo como puerta de salida). Incorpora una amplia consigna para dejar prendas y demás, y, sobre todo, los suficientes metros cuadrados para absorber los días de concierto y sesiones musicales las amplias colas que se solían formar en la calle Nou de La Rambla.
Y el otro flash novedoso lo ofrece la renovada sala 2. Inaugurada hará ya once años, este verano estuvo clausurada un tiempo para remozar servicios e instalaciones, pero sobre todo para ampliar sustancialmente su capacidad. Lo que antes era un espacio ciertamente incómodo y voluntarioso que podía alojar un tope de 355 personas, ahora es una sala diáfana de acogida holgada para 800 asistentes en conciertos y más de mil cuando se transforma en sala de baile. Una generosa barra cuadrada central completa la ya existente en un lateral y permitirá descongestionar el a menudo agobiante tránsito de público. Una conexión más directa con la sala grande ubicada en el primer piso y nuevos lavabos y camerinos no son menos importantes para La [2] que poder contar ahora con un buen escenario y sobre todo un equipo de sonido y lumínico de última generación. Especialmente llamativo es el retículo lumínico de gran escala que cubre prácticamente la totalidad del techo, y que la dotará de una ambientación inmejorable en días de concierto como, especialmente, cuando funcione como discoteca
El complejo musical abrirá el año que viene una cabina de emisión radiofónica y un estudio de edición de imagen
y sala de baile. El tercer impacto es una novedad absoluta en forma de la bautizada como La [3] de Apolo. Un espacio que se ubica en el inmueble en la esquinera de Nou de la Rambla con Vila Vila, y que Guijarro sintetiza como polivalente. Una zona atractiva sobre manera: una amplia abertura en el techo y una barra propia permiten charlar, comer algo, beber y fumar (una de las grandes razones por las que el aficionado salía a la calle) entre concierto y concierto o en horario de club.
En este espacio se llevarán a cabo talleres, masterclasses, conferencias, exposiciones, mercadillos y conciertos en acústico, aunque “habrá que esperar al año que viene a que abramos dos piezas fundamentales para nosotros –recalca Guijarro–, es decir, una cabina de emisión radiofónica con contenidos propios y un estudio de edición de imagen”. Un espacio lo más vivo posible, como todo el nuevo Apolo.