Nuestro mundo feliz
EL pasado 7 de septiembre, después de que se aprobaran las llamadas leyes de desconexión en el Parlament de Catalunya, el diputado de la CUP Sergi Saladié, presentó una interpelación al entonces vicepresidente económico Oriol Junqueras sobre el decrecimiento como fórmula magistral para aplicar a la Catalunya independiente. Seguramente, de ser este el modelo para construir el futuro, habría que cambiar incluso el himno del país, pues la aspiración de la “Catalunya rica y plena” de Els Segadors encaja mal con la propuesta del profesor Saladié. He recordado este momento parlamentario, al leer en la encuesta de GAD3 para La Vanguardia que la CUP es el primer partido citado cuando se pregunta a los 1.200 encuestados sobre quién cree que ha liderado el proceso dentro de los partidos independentistas. Es cierto que un 41,6% responde que “todos”, pero a continuación figura la CUP con un 26,5%, ERC con el 12,2 y finalmente el PDECat con el 6%. Gran mérito el de la CUP, que no tiene a nadie en prisión por haber llevado al país al límite, ni siquiera cuenta con imputados. Aldous Huxley escribió santamente en Un mundo feliz que “cuanto mayor es el talento de un hombre, mayor es su capacidad de descarriar a los otros” y me atrevería a afirmar que no es sólo un argumento literario. Los grandes triunfadores del actual momento son los antisistema que, con solo 10 diputados, han marcado la pauta parlamentaria, conduciendo al PDECat a una radicalización que les debilita en las encuestas y a ERC a una deriva que les impide poner pausa en su programa. Sin embargo, han conseguido más. Ellos, que estaban a favor de echar a bancos, multinacionales y grandes empresas. Que eran contrarios a que Catalunya fuera un país turístico, están consiguiendo sus objetivos sin hacer ruido. El decrecimiento está ahí. Lo pasaremos peor, pero habrá que reconocerles que han alcanzado sus objetivos.
Poniendo cara de buenos chicos.
Màrius Carol
DIRECTOR