Difama que algo queda
Aparece un informe del FBI sobre Martin Luther King, forjado por rumores y mentiras, entre los papeles del asesinato de Kennedy
Más o menos, a Martin Luther King, el héroe de los negros, lo describe como un pendón desorejado: defraudador del fisco, mujeriego con hijo oculto, bebedor y, por si fuera poco, comunista.
Justo tres semanas antes de su asesinato –en abril de 1968, en Memphis–, el FBI de J. Edgar Hoover, que no dejaba títere con cabeza y era capaz de vilipendiar a un santo, elaboró un informe secreto en el que al líder de los derechos civiles le dice de todo menos bonito. Pero en esas 20 páginas no existe ninguna evidencia de que se hubiera verificado ni una sola coma de ese ejercicio de demolición del prestigio de King.
El texto ha aparecido en medio de los papeles del magnicidio del presidente John F. Kennedy. Esos documentos fueron declarados de alto secreto en 1992. Ahora, transcurrido el cuarto de siglo que se estableció para su sellado, la administración Trump ha empezado a desvelarlos.
Cómo y por qué se traspapeló un informe tan sucio sobre el doctor King entre los secretos de la muerte de Kennedy en Dallas, en 1963, es uno de los interrogantes sin respuesta. Y lo es todavía más por cuanto el nombre del presidente tiroteado en la ciudad texana no se cita para nada.
Elaborado en una época en que Estados Unidos estaba en plena transformación, el informe presenta al personaje como una luz negativa y al que considera no merecedor del reconocimiento con el Nobel de Paz en 1964.
Muchas de las alegaciones contenidas en ese redactado parecen proceder de conversaciones entre terceras personas o bien rumores del estilo “me ha dicho un amigo, que le ha dicho un primo...”. Por ejemplo, la atribución de que Luther King tenía una amante, que había dado a luz un niño de esa relación, se atribuye a “un individuo muy responsable de Los Ángeles que se halla en una posición que puede saberlo”.
Esta mujer sería sólo una de las cuatro amantes “conocidas”. En la lista de “queridas” figura la cantautora Joan Baez.
Además, en las dos últimas páginas se describe a Luther King casi como un adicto a las orgías de sexo y alcohol. Cuenta, si atribuirlo a fuente alguna, que en febrero de 1968, en una reunión de ministros de la iglesia protestante, uno de ellos expresó disgusto porque, detrás de las conferencias, se bebía, se fornicaba e, incluso, había escenas de homosexualidad.
“Varios negros y prostitutas blancas fueron traídos desde Miami para mantener bacanales con la participación de los delegados”, se indica. Ahí estaba Luther King que también le ubican en otra orgía en Washington, en 1964. “Cuando una de las mujeres se negó a practicar una posición anti- natural, King y otros discutieron cómo educarla al respecto”.
Y añade que “King no sólo se complace en actos adúlteros, sino que también disfruta de la anormalidad de implicarse en prácticas sexuales colectivas”.
A pesar de su talento oratorio, el informe le deprecia al afirmar que tenía “un pensamiento lento”, que no hacía más que reproducir las consignas que le daban los comunistas, que lo controlaban. El texto lo califica de “elemento peligroso” por mezclar el marxismo y el nacionalismo negro.
“Lo único que hay es una persona (Hoover) intentando dañar la dignidad del doctor King”, declaró a la CNN Clayborne Carson, profesor de la Stanford University experó en Luther King.