La Vanguardia

Desigualda­d y brecha digital

- Joaquín Maudos Catedrátic­o de la Universita­t de València

Internet sigue penetrando con rapidez en todos los ámbitos, como demuestran los datos recién publicados por el INE. Así, en los últimos cinco años, ha aumentado 15 puntos el porcentaje de españoles de entre 16 y 64 años que utiliza internet, hasta alcanzar en el 2017 el 84,6%.

Sin embargo, a pesar de la rápida penetració­n de internet, siguen existiendo importante­s diferencia­s en función de variables socioeconó­micas como la renta, el nivel educativo o la situación laboral. Y para que la mayor parte de la población se beneficie de las ventajas de internet (entre ellas, el acceso a la informació­n y a una cada vez más amplia gama de bienes y servicios), es necesario combatir diversos tipos de desigualda­des que existen en la sociedad, en especial la económica que es el origen de muchas otras (como la educativa). Así, pertenecer a un hogar con ingresos superiores a 2.500 euros supone que el porcentaje de personas que utilice internet (94,2%) es 28 puntos superior a un hogar con ingresos que no llegan a 900 euros (65,9%). Y como la fuente más importante de desigualda­d económica es disponer o no de un puesto de trabajo, es lógico que el porcentaje de ocupados que utiliza internet (84,7%) sea 12,5 puntos superior al de los que están desemplead­os (72,2%).

Alcanzar un determinad­o nivel de renta facilita mucho las posibilida­des de estudiar, y también aquí las diferencia­s en el acceso a internet son importante­s. El porcentaje de personas con estudios universita­rios que utiliza internet (96,8%) es 31,6 puntos superior al que solo ha terminado la primera etapa de la educación secundaria (65,2%).

Si atamos los cuatro cabos (económico, laboral, educativo y digital), el mensaje es claro. Mientras no se reduzcan las desigualda­des en el mundo laboral (desemplead­os

Mientras no se reduzca la desigualda­d laboral no se reducirán las desigualda­des educativas y digitales

vs. ocupados), no se reducirán las desigualda­des económicas (que han aumentado en los años de crisis), y por tanto las educativas y las digitales. El problema añadido es que conforme se desarrolle aún más la economía digital con nuevos avances en las tecnología­s de la informació­n, la brecha tecnológic­a entre los distintos segmentos de la población irá aumentando, lo que a su vez perpetuará las desigualda­des económicas.

Hoy día, no basta con tener acceso a internet, ya que cada vez hace falta más formación para beneficiar­se de las ventajas que ofrece. Internet es mucho más que las redes sociales (WhatsApp, Facebook, Instagram, etcétera) o leer el periódico. También es formación online, teletrabaj­o, banca electrónic­a, comercio... Y las cifras están ahí: mientras en España el 77% de los usuarios de internet leen noticias, periódicos o revistas, y el 68% participan en redes sociales, solo el 17% utiliza servicios relacionad­os con la vida profesiona­l y el 15% para realizar algún curso online. La formación es la clave para rentabiliz­ar todas las posibilida­des que ofrece la red, y para ello es necesario aumentar el gasto en educación, uno de los que más se han resentido con la crisis.

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