La Vanguardia

La enésima reconcilia­ción

Francia conmemora hoy el aniversari­o del armisticio que puso fin a la sangría de la Primera Guerra Mundial

- RAFAEL POCH

La reconcilia­ción franco-germana es una planta que precisa de riego constante por el procedimie­nto de goteo ritual. Pasan los años y las escenas de conmemorac­ión conjunta de las guerras del pasado se suceden y repiten, una tras otra.

En Oradour-sur-Glane, con motivo de la matanza de civiles de una división hitleriana retirada del frente del este y que practicó en un pueblo de Francia lo que fue norma en centenares de pueblos bielorruso­s, ucranianos, rusos y balcánicos, por el desembarco de Normandía. Políticos de las dos riberas del Rin de la mano en el recuerdo.

En el caso de la Primera Guerra Mundial, esta sucesión se hace hasta tediosa. Se ha conmemorad­o todo; el inicio del conflicto, Verdún, el Somme... Y lo mismo ocurrirá el año que viene con el final, el centenario de 1918. En todas esas ocasiones un trajín de presidente­s y cancillere­s glosando la eterna amistad, mientras la eurocrisis profundiza el divorcio de hecho de la pareja, cada una con intereses encontrado­s y estrategia­s nacionales contradict­orias.

La conmemorac­ión del armisticio es una de las fiestas no laborables del calendario francés. En Alemania no es fiesta, ni apenas se celebra. La misma fecha tiene significad­os muy diferentes en los dos países. En Francia aquel conflicto desangró a la nación, que sólo resistió por el subidón de última hora que le imprimió Georges Clemenceau y la llegada de los aliados estadounid­enses. Un conflicto liEn brado sobre suelo francés, del que no salió familia ilesa, ni pueblo sin víctimas, como recuerdan miles y miles de monumentos en cada municipio.

Aquel cruel esfuerzo reciente en un país en el que la vida era menos triste y más libre de lo habitual en Europa, explica las reticencia­s con las que la nación acudiría a la drôle

de guerre en 1939. Una generación después, para muchos franceses había muchas cosas mejor que hacer que morir por la patria.

En Alemania aquella guerra que no se libró en su territorio no sólo se vivió de otra manera, sino que, además, quedó cubierta por el recuerdo mucho peor y más mortífero de la Segunda Guerra Mundial, que redujo a escombros sus ciudades y concluyó en catástrofe nacional. El armisticio de 1918 apenas ocupa un lugar en la memoria nacional.

cualquier caso, la memoria de la Gran Guerra se mantiene bien viva en Francia, presente en la literatura. En el 2013, Pierre Lemaitre ganó el premio Goncourt con una novela ambientada en ella. Una película de Albert Dupontec la ha adaptado cinematogr­áficamente

(Au revoir là-haut) en uno de los estrenos más dignos de este otoño.

Ayer, víspera de la tradiciona­l celebració­n en los Campos Elíseos, de nuevo conmemorac­ión bilateral en el enclave de Hartmannsw­illerkopf, en Alsacia. Una montaña que fue escenario de una de esas absurdas carnicería­s del conflicto: 25.000 víctimas, entre muertos, heridos y desapareci­dos. Un rosario de 90 kilómetros de trincheras y posiciones que cambió ocho veces de bando sin que el frente se moviera significat­ivamente. En el lugar todavía yacen los restos sin identifica­r de unos 4.000 combatient­es.

Para salir de lo que es una verdadera rutina conmemorat­iva, se resalta lo específico del lugar que ayer visitaron, en una larga y fría jornada de discursos, honor a los muertos y visita a un museo memorial, los presidente­s Emmanuel Macron y Frank-Walter Steinmeier (Merkel está ocupada tejiendo su gobierno de coalición, observada por 80 diputados de la ultraderec­ha).

El memorial de Hartmannsw­illerkopf, el Verdun de los Vosgos, es el “primer lugar de memoria totalmente binacional”, dijo Macron en su discurso, después de abrazarse a Steinmeier junto al altar del memorial, cuya primera piedra pusieron en el 2014 François Hollande y el entonces presidente alemán, Joachim Gauck. Una segunda edición de las célebres manitas de Mitterrand y Kohl en Verdun, cuando el eje franco-alemán aún funcionaba.

“La refundació­n de la Unión Europea es urgente y necesaria”, dijo Macron. “El año que va a comenzar será determinan­te a ese respecto”, añadió. “Si Europa no logra reconstrui­rse, desaparece­rá”, sentenció un comentaris­ta de la tele a propósito de la frase de Macron.

Historiado­res y bachillere­s franceses y alemanes han participad­o en la creación del memorial de los Vosgos, un lugar que en la Primera Guerra Mundial, y desde la derrota francesa de 1871, era territorio del imperio Alemán. Uno de los raros lugares en los que los alemanes lucharon en su tierra alsaciana, que luego perderían.

MEMORIAS

El armisticio de 1918 sigue siendo una fecha roja en el calendario francés, no en Alemania

MONUMENTO CONJUNTO

El lugar, hoy en Francia, entonces era Alemania y se cobró 25.000 víctimas

 ?? CHRISTIAN HARTMANN / POOL / EFE ?? Los presidente­s Emmanuel Macron y Frank-Walter Steinmeier se abrazan ante el altar del nuevo Memorial de Hartmannsw­illerkopf
CHRISTIAN HARTMANN / POOL / EFE Los presidente­s Emmanuel Macron y Frank-Walter Steinmeier se abrazan ante el altar del nuevo Memorial de Hartmannsw­illerkopf

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