La enésima reconciliación
Francia conmemora hoy el aniversario del armisticio que puso fin a la sangría de la Primera Guerra Mundial
La reconciliación franco-germana es una planta que precisa de riego constante por el procedimiento de goteo ritual. Pasan los años y las escenas de conmemoración conjunta de las guerras del pasado se suceden y repiten, una tras otra.
En Oradour-sur-Glane, con motivo de la matanza de civiles de una división hitleriana retirada del frente del este y que practicó en un pueblo de Francia lo que fue norma en centenares de pueblos bielorrusos, ucranianos, rusos y balcánicos, por el desembarco de Normandía. Políticos de las dos riberas del Rin de la mano en el recuerdo.
En el caso de la Primera Guerra Mundial, esta sucesión se hace hasta tediosa. Se ha conmemorado todo; el inicio del conflicto, Verdún, el Somme... Y lo mismo ocurrirá el año que viene con el final, el centenario de 1918. En todas esas ocasiones un trajín de presidentes y cancilleres glosando la eterna amistad, mientras la eurocrisis profundiza el divorcio de hecho de la pareja, cada una con intereses encontrados y estrategias nacionales contradictorias.
La conmemoración del armisticio es una de las fiestas no laborables del calendario francés. En Alemania no es fiesta, ni apenas se celebra. La misma fecha tiene significados muy diferentes en los dos países. En Francia aquel conflicto desangró a la nación, que sólo resistió por el subidón de última hora que le imprimió Georges Clemenceau y la llegada de los aliados estadounidenses. Un conflicto liEn brado sobre suelo francés, del que no salió familia ilesa, ni pueblo sin víctimas, como recuerdan miles y miles de monumentos en cada municipio.
Aquel cruel esfuerzo reciente en un país en el que la vida era menos triste y más libre de lo habitual en Europa, explica las reticencias con las que la nación acudiría a la drôle
de guerre en 1939. Una generación después, para muchos franceses había muchas cosas mejor que hacer que morir por la patria.
En Alemania aquella guerra que no se libró en su territorio no sólo se vivió de otra manera, sino que, además, quedó cubierta por el recuerdo mucho peor y más mortífero de la Segunda Guerra Mundial, que redujo a escombros sus ciudades y concluyó en catástrofe nacional. El armisticio de 1918 apenas ocupa un lugar en la memoria nacional.
cualquier caso, la memoria de la Gran Guerra se mantiene bien viva en Francia, presente en la literatura. En el 2013, Pierre Lemaitre ganó el premio Goncourt con una novela ambientada en ella. Una película de Albert Dupontec la ha adaptado cinematográficamente
(Au revoir là-haut) en uno de los estrenos más dignos de este otoño.
Ayer, víspera de la tradicional celebración en los Campos Elíseos, de nuevo conmemoración bilateral en el enclave de Hartmannswillerkopf, en Alsacia. Una montaña que fue escenario de una de esas absurdas carnicerías del conflicto: 25.000 víctimas, entre muertos, heridos y desaparecidos. Un rosario de 90 kilómetros de trincheras y posiciones que cambió ocho veces de bando sin que el frente se moviera significativamente. En el lugar todavía yacen los restos sin identificar de unos 4.000 combatientes.
Para salir de lo que es una verdadera rutina conmemorativa, se resalta lo específico del lugar que ayer visitaron, en una larga y fría jornada de discursos, honor a los muertos y visita a un museo memorial, los presidentes Emmanuel Macron y Frank-Walter Steinmeier (Merkel está ocupada tejiendo su gobierno de coalición, observada por 80 diputados de la ultraderecha).
El memorial de Hartmannswillerkopf, el Verdun de los Vosgos, es el “primer lugar de memoria totalmente binacional”, dijo Macron en su discurso, después de abrazarse a Steinmeier junto al altar del memorial, cuya primera piedra pusieron en el 2014 François Hollande y el entonces presidente alemán, Joachim Gauck. Una segunda edición de las célebres manitas de Mitterrand y Kohl en Verdun, cuando el eje franco-alemán aún funcionaba.
“La refundación de la Unión Europea es urgente y necesaria”, dijo Macron. “El año que va a comenzar será determinante a ese respecto”, añadió. “Si Europa no logra reconstruirse, desaparecerá”, sentenció un comentarista de la tele a propósito de la frase de Macron.
Historiadores y bachilleres franceses y alemanes han participado en la creación del memorial de los Vosgos, un lugar que en la Primera Guerra Mundial, y desde la derrota francesa de 1871, era territorio del imperio Alemán. Uno de los raros lugares en los que los alemanes lucharon en su tierra alsaciana, que luego perderían.
MEMORIAS
El armisticio de 1918 sigue siendo una fecha roja en el calendario francés, no en Alemania
MONUMENTO CONJUNTO
El lugar, hoy en Francia, entonces era Alemania y se cobró 25.000 víctimas