La Vanguardia

El tetracampe­ón más joven

Marc Márquez conquista su cuarta corona de MotoGP con épica, salvando una caída cantada

- TONI LÓPEZ JORDÀ Cheste

Marc Márquez logró ayer su cuarto campeonato del mundo de MotoGP en el circuito de Cheste en una carrera con épica. El piloto de Cervera es ya el más joven en alcanzar el póquer en la gran cilindrada.

“Márquez style hasta el final”, se reía a carcajadas el niño de las maravillas tras salvar el desastre y abrazarse a la gloria. Fiel a su método de espectacul­aridad, riesgo y sustos de infarto, Marc Márquez se proclamó campeón del mundo de MotoGP por cuarta vez en cinco años con otro de sus ejercicios de malabarism­o. Una salvada épica, con la rodilla y el codo izquierdos de apoyo para burlar el asfalto y cuestionar la ley de la gravedad, permitiero­n al fenómeno de Cervera evitar la caída y acabar en el podio, en el tercer puesto, para celebrar otra corona más. La sexta en 8 años. Su leyenda sigue creciendo de manera imparable.

Su cuarto título mundial de la cilindrada reina será recordado como el de la 28.ª caída que no fue. Como el del duelo con Andrea Dovizioso que no existió, porque el italiano no apareció en la batalla final. Como el del piloto que entusiasmó con esa mezcla única de agresivida­d calculada, de atrevimien­to descarado, de espectacul­aridad mágica. Márquez, como él mismo decía, fue fiel a su estilo, no sólo burlando el riesgo en el último momento, cuando ya tenía el título en el bolsillo, sino por su planteamie­nto valiente. Cierto que la coronación, en esta ocasión, estaba cantada, gracias a los 21 puntos de renta sobre Dovizioso. Pero tenía que rematar. Y lo hizo sin encogerse, sin atenazarse ante la amenaza de una caída, su peor enemigo.

Márquez, arrancando desde la pole, todo un salvocondu­cto hacia el éxito, logró lo que perseguía, su primer objetivo del día: ahuyentar el peligro en el embudo de la primera curva. Dejó el riesgo atrás trazando el ángulo en primera posición, protegido por su compañero Dani Pedrosa como mejor escudero –que tendría su recompensa en forma de victoria final–, y pudo así emprender el camino hacia el título, con Zarco a rueda y Dani como posible tapón si llegaban las Ducati.

Pero no se tuvo que inquietar en exceso Márquez. En cuanto vio que Zarco podía ser un incordio que podía crearle problemas, en la cuarta vuelta, cedió el paso al francés –maniobra que hizo evidente girándose, para ver por dónde andaba Dovizioso–. Marc se puso entonces en modo control, con el piloto automático, sobre todo al comprobar que las Ducati no se aproximaba­n. Dovi, que partía del 9.º puesto, progresó hasta el 5.º, pero se encalló detrás de su compañero Lorenzo. Con una falta de ritmo alarmante, el italiano se descolgaba a 4-5 décimas del mallorquín. Entonces entraron en juego las órdenes de equipo, como en Malasia. Mapping 8, le sugirieron a Lorenzo en la pantalla de su moto. Eufemismo de “déjate pasar”. Jorge no quiso verlo. Tampoco la orden explícita desde la pizarra que le mostraba Juanito Llansá: “-1” y una flecha hacia abajo. Que no, que no se dejaba pasar por Dovi. ¿De qué habría servido, si el italiano estaba en quinta posición y nunca llegaría a Márquez y Zarco, que abrían pista?

Pero entonces, sin esperarlo, la carrera, la historia, la leyenda, pudo cambiar. Se congeló el tiempo y se hizo el silencio en el circuito Ricardo Tormo en la vuelta 23, a falta de 7 giros. Márquez hizo una de sus diabluras. Acababa de recuperar la primera posición a Zarco adelantánd­olo en la última curva antes de meta, y al llegar a final de recta, en la frenada, trazando a la izquierda, su rueda delantera perdió contacto con el asfalto, se desequilib­ró, y salvó una caída cantada con el codo y la rodilla. Enderezó la moto, se fue a la grava, pero se mantuvo sobre su Honda para reincorpor­arse a pis-

ta en quinta posición, justo detrás de Dovizioso. Otro milagro made in Márquez.

Evitado el susto mortal, recuperado el aliento, de inmediato llegó la satisfacci­ón y el sosiego. Dos vueltas después del número de funambulis­ta, en la 25, se cayó Lorenzo, y tres curvas después lo imitó Dovizioso. Pero el italiano no pudo levantar la Ducati de la grava. Murió allí en la curva 8 su fantástico Mundial 2017, su mejor temporada en la cilindrada reina. Y nació entonces el tetracampe­onato de Márquez, que pudo acabar tercero y celebrar en el podio su gesta, su cuarta corona en la clase de los mayores. Con épica, con emoción, con espectácul­o, con suspense, con magia. ¿Qué más se le puede pedir a este prodigio de niño?

AL MÁS PURO ‘MÁRQUEZ STYLE’ Una salvada heroica llevó al 93 hacia el título, en un asalto final sin oposición de Dovizioso, que se cayó

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JOSÉ JORDÁN / AFP
 ?? JOSÉ JORDÁN / AFP ?? MOTOCICLIS­MO
Marc Márquez celebra eufórico su cuarto título de la cilindrada reina
GRAN PREMIO DE LA COMUNIDAD VALENCIANA
JOSÉ JORDÁN / AFP MOTOCICLIS­MO Marc Márquez celebra eufórico su cuarto título de la cilindrada reina GRAN PREMIO DE LA COMUNIDAD VALENCIANA
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